Cristiano Ronaldo anotó doce goles en esta edición de la Champions League. (Foto: Reuters).
Cristiano Ronaldo anotó doce goles en esta edición de la Champions League. (Foto: Reuters).
Pedro Canelo

Ha campeonado Cristiano Ronaldo. Es un dejavú periodístico esto, siento que lo he escrito quinientas veces en menos de diez años. Ha ganado el crack portugués su cuarta Champions League y descansa su euforia para responderle tres preguntas a una periodista española que lo espera en el centro del campo del estadio Millennium. Ella lo felicita por sus goles en fases finales y le comenta “que le anotó dos goles al Atlético de Madrid” en la semifinal. El luso, en su mejor versión de futbolista-Cyborg, la corrige y le dice: “al Atlético le metí tres”. Este crack del Real Madrid es así de competitivo, cuenta sus goles con más precisión que un reportero estadístico. Su cerebro calcula el récord y luego procesa la indicación para dar las órdenes a sus piernas incesantes. Nombre de creyente, apellido de goleador y apelativo de máquina. CR7 es un robot que con cada gol nos hace sentir más humanos.


A siete meses para la entrega del próximo Balón de Oro, Cristiano se ha convertido en una decisión unánime. ¿Quién puede discutir a estas alturas que el portugués ya aseguró su quinto galardón máximo para igualar en la vitrina a Lionel Messi? ¿Para qué esperar? En lo que resta del año solo veremos la primera parte de las temporadas de Europa, las clasificaciones mundialistas y nada más. La única manera de que se le escapara este premio a CR7, era con una victoria de la ‘Juve’ con Gianluigi Buffon como figura. Solo así el arquero italiano hubiera podido arrebatarle su quinto Balón. Con dos golazos en máxima expresión de calidad, precisión y atletismo, Cristiano le dijo a la Juventus (y a Buffon) que el gran señor de Cardiff iba a ser él.

Diez tantos en las eliminaciones directas de esta Champions, goleador de esta competencia por sexta vez, 600 goles en 855 partidos oficiales. Cristiano Ronaldo dispara al arco y el estadístico más conocido de las redes sociales, Míster Chip, toma la calculadora, abre su cuenta de Twitter y comienza a anunciar la próxima marca registrada de CR7. “Mientras pueda voy a seguir compitiendo, me gusta ganarlo todo, en lo colectivo y mentiría si digo que no me importan premios como el Balón de Oro. Claro que quiero ganarlo siempre”, le respondió Cristiano a Fox Sports esta semana. Para qué esconder lo evidente. Los diarios del mundo amanecerán con sus fotos explotando de alegría, él en ese momento alistará sus maletas para ir por la Copa Confederaciones en Rusia.

Cristiano Ronaldo, como si fuera un señor de los milagros del fútbol, volvió a su mejor hábito vestido de morado. El portugués es un monoplaza de Fórmula Uno que no necesita hacer mantenimiento en boxes para ponerse a punto y correr primero. Incansable y con un radar especial para atraer el próximo metal en forma de trofeo. Ya le anotó dos goles a Buffon, ya los gritó con sonido gutural, ya pidió calma en Cardiff señalándose el pecho con el dedo. Ya levantó la Champions y no pasará mucho tiempo (horas, quizás) para preparar su próximo plan: la Confederaciones con su querida Portugal. A este goleador estelar lo podemos imaginar de muchas formas durante el día. Entrenando horas extras para perfeccionar lo que parece perfecto, en sesiones de fotos para la próxima portada, jugando con su hijo en el enorme parque que tiene dentro de casa. Pero es difícil pensarlo con los ojos cerrados haciendo la siesta.

Contenido sugerido

Contenido GEC