Copa América: "Argentina, ni con este Messi", por Jorge Barraza
Copa América: "Argentina, ni con este Messi", por Jorge Barraza
Jorge Barraza

Es muy argentino este debut en Copa América, como es tan esta selección. ¡En verdad es todo tan dramáticamente argentino…! Un reflejo del país. Una nación inmensamente rica con una pésima administración de su riqueza, de su imagen, de sus innegables recursos humanos. El fútbol que más jugadores y entrenadores dio y da al mundo no puede conformar una selección no digamos campeona del mundo, al menos una que parezca un equipo y le reporte alguna moderada alegría cada tanto.

Extrañamente, siempre, todo tiene sabor a fracaso. En cualquier país deportivo, haber jugado la final del Mundial es sinónimo de satisfacción y alegría, en la patria del tango es un recuerdo traumático.

Leemos la revista chilena Deporte Total, donde se analiza a los 12 participantes de esta Copa América; en una semblanza de Argentina titula: “Rutilantes futbolistas antes que gran juego colectivo”. Y en el copete agrega: “Históricamente el fútbol trasandino ha deslumbrado con grandes individualidades, pero pocas veces ha logrado el éxito que su jerarquía promete”. Brillante radiografía en escuetas 27 palabras. Este capítulo chileno abre con otro episodio que bordea el melodrama…

Una selección que tiene a este Messi estratosférico, fabuloso, imparable, va ganando 2-0 hasta el minuto 60, con previsiones de 5 ó 6 a 0 y termina empatando ante un rival individualmente inferior, desbordado por completo en el primer tiempo, atribulado, que sólo atina a revolear el balón hacia arriba y a meter hacha. Un rival que le juega con tres argentinos en el campo y con técnico también compatriota. Uno de ellos le empata, Lucas Barrios, un discreto muchacho bonaerense que, como no tiene la menor posibilidad de jugar con la Celeste y Blanca, viste la Albirroja. ¡Y en el último minuto…! Lucas Barrios, que alcanzó a jugar algunos partidos en la Primera de Argentinos Juniors, termina consolando a Messi, que acaba de jugar un partido casi de ciencia ficción. Demasiado morbo... Parece una película, un guión, es real. El patetismo es el sello de la Selección Argentina.

La debacle que supone este empate desató una honda preocupación en el ambiente futbolístico albiceleste, no tanto por la suerte en esta Copa América sino porque en breve comienza la Eliminatoria. El pensamiento es: si con este Messi no se puede ganar este partido, ¿qué nos espera…? Los focos de la culpa apuntan al técnico Gerardo Martino, que leyó muy mal el partido y se hizo una ensalada con los cambios. No hay que hacer el curso de técnico ni ser una eminencia para entender lo que estaba pasando. Perdido por perdido, se fue arriba a base de voluntad, de empuje. La aduana del mediocampo liberó los controles y comenzaron a transitar libremente los albirrojos. Y empezaron a inquietar al arquero Romero. Primero un tiro aislado, luego un centro, después una situación clara de gol perdida… Ya era un problema serio. El medio argentino no paraba a nadie; había que reforzarlo. Se imponía poner un volante de corte y tenencia (Biglia) por, por ejemplo, Di María, que desde hace un año oscila entre la decepción y el espanto. Pero no, Martino hizo al revés, sacó un volante, aunque creativo (Pastore) y agregó dos delanteros. La pus no estaba en la ofensiva, iba dos goles arriba, el mal era que no sostenía la pelota. Además sacó a Agüero, de buena actuación. Resultado: la levantada de Paraguay se tornó vendaval. Llegó el descuento de Haedo Valdez y, sobre el final, el inimaginable empate a dos.

Tácticamente es de una gravedad inquietante. Entendemos que se trata de la primera fecha y tal vez sea esta una alarma prematura, pero los reflejos de un técnico, si los tiene, se ven en todo momento. Ser ofensivo no es amontonar cinco delanteros, es una idea sostenida desde la convicción, con equilibrio, con criterio. Pero, además, en los años que dirigió a Paraguay nunca vimos la “ofensividad” de Martino. Estaba más bien enrolado en la resistencia.

Messi es un héroe inmolado en ese zafarrancho impresentable que es el fútbol argentino, incluida su selección.
 
 PARTIDAZO. Más allá de la desazón argentina y la euforia paraguaya, cabe destacar que el fútbol, que hasta ahí no había asomado, apareció con todo. Fue un partido espectacular, a despecho del clima gélido que se abate sobre Chile. Tremendo ida y vuelta, cuatro goles que pudieron ser ocho, la memorable reacción guaraní, el partido sensacional de Messi empujando  a todo su equipo; el cambio de ataque por ataque en el segundo tiempo. La prensa chilena se escandalizó por el penal dudoso a favor de Argentina (en verdad Di María buscó al defensor para chocarlo y caerse), pero no dijo que Richard Ortiz y Derlis González debieron ser expulsados por evidente juego brusco. Tampoco objetaron el microscópico penal de Miler Bolaños a Arturo Vidal en Chile-Ecuador.
 
 ¡VENEZUELAZO…! Si el empate guaraní fue un impacto sorprendente en La Serena, el de la Vinotinto en Rancagua fue el campanazo de la Copa América hasta el momento. Inolvidable triunfo, granítica actuación, superior en el juego durante largos pasajes, firme táctica, física, anímica y futbolísticamente. Para un pueblo que está siendo impactado por las bondades del chavismo (en uno de los diez países con mayor producción petrolera del mundo hay que hacer cuatro cuadras de cola para comprar un pan) es una alegría, un instante balsámico, una ocasión de volver a sentir el orgullo de ser venezolano. No provino de un zapatazo aislado ni un golpe de suerte, mereció el triunfo.

: virtudes del triunfo ante Colombia en — DT El Comercio (@DTElComercio)


 
 “SAN” VICENTE. El conductor caribeño Noel Sanvicente se coronó como técnico con un planteo en el que no regaló un centímetro de terreno, pero en el que no renunció nunca a jugar el balón, a tenerlo. En realidad, lo de Noel no nos extraña en absoluto, fue cinco veces campeón como futbolista, y siete como técnico. Lo recordamos especialmente porque dirigía al Caracas FC en 2007, cuando en la Copa Libertadores derrotó dos veces a River, que tenía un presupuesto veinte veces superior. Y las dos fuera de Venezuela: 1-0 en Buenos Aires y 3-1 en Cúcuta. No es un improvisado. Cuidado con Venezuela en la Eliminatoria estando Noel ahí…
 
DE ESCUELA. El gol de Venezuela fue precioso por toda la elaboración de la maniobra, y especialmente por el cabezazo magistral de Salomón Rondón. En un centro que le cae casi muerto al goleador, este aplica “cuello” al 500 por ciento, le da fuerza a la bola y la manda muy esquinada y de pique al suelo. Imposible para Ospina. Una lección magistral para los chicos que están empezando en el fútbol.

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