La voz que hacía emocionar al Perú futbolero se apagó hace dos años. Esa semana empezó con la peor de las noticias. Era una mañana de lunes y todo el país quería saber cómo estaba Daniel Peredo, y las respuestas se escuchaban entre sollozos. Un paro cardíaco, tras jugar su tradicional pichanga, terminó con la vida de Daniel, de Dani, de ‘El Cabezón’.
Empezó su carrera periodística en la década del 90 y la prolongó con éxito y con total humildad hasta el último de sus días. Convivió con lo peor y lo mejor del fútbol peruano, las épocas amargas y las Eliminatorias que nos llevaron a Rusia 2018 -al cual no pudo ir-. Ese trajín y su búsqueda del dato, de la noticia, de la historia lo llevaron a ser uno de los mejores en su puesto: redactor, comentarista y relator.
En El Comercio tenía un espacio separado. “Cabeza Fría” se llamaba su columna. La temática, la que surgiese de su prodigiosa memoria o la que acordase el editor de Deporte Total. “Daniel Peredo escribe los domingos”, era el anuncio que se hacían en las páginas del suplemento deportivo de El Comercio desde el 2008. Luego sus apariciones fueron más seguidas en las que se podían leer diversas historias, algunas de las cuales reproducimos a continuación.
HISTORIAS DE SELECCIÓN: EL APODO FANTÁSTICO
3/11/2013
En su intento de tener una buena relación con los medios, Markarián programó reuniones con los periodistas en la Videna para intercambiar ideas.
Luego de la primera fecha doble de las Eliminatorias, el técnico recibió a un buen número de comunicadores y, en un momento de la charla, solicitó no referirse más a Pizarro, Vargas, Farfán y Guerrero como “los cuatro fantásticos”.
“Muchachos, por fa vor, es un apodo que no suma, que no nos hace bien como grupo, que agranda a los rivales. Miren lo que dicen los periódicos chilenos”, explicó. En Santiago luego del 4-2 titularon: “Les hicimos un gol por cada fantástico”. Se trató de un juego de la prensa, pero fue evidente que restó.
Hasta ahora, ningún editor de los diarios deportivos asume esa factura.
NO LE DIGAN CUEVITA
1/03/2011 -
Christian Cueva llegó a la Universidad San Martín en el 2007 por gestión de Alberto Masías, directivo de menores, y Víctor Rivera, jefe de unidad técnica, quienes recibieron referencias del joven futbolista que destacaba en torneos de su ciudad, Huamachuco, y Trujillo. A los 16 años vino a Lima y se hospedó en casa de Orlando Lavalle, entrenador de la categoría 91. Luego de una dura adaptación lejos de casa, Cueva debutó en el Apertura 2008. El 16 de julio marcó su primer gol ante César Vallejo y ratificó las condiciones que mostró en menores: habilidad, velocidad y desequilibrio. Los periodistas lo siguieron con atención y por su edad, 16 años, y su estatura de 1,67 lo llamaron ‘Cuevita’. Christian creció, fue un jugador valioso para el título 2008 con el ‘Chino’ Rivera. Más allá de no ser titular indiscutido, fue determinante en muchos juegos.
En el 2010 llegó Aníbal Ruiz, ex técnico mundialista, y consideró a Cueva para su sistema de jugar al contraataque. Sin embargo, había algo que no le agradaba al ‘Maño’. Le disgustaba que sea protegido de los experimentados y que la prensa le dijera ‘Cuevita’. En junio pasado, el entrenador fue invitado a un programa de televisión para comentar el Mundial y llegó con bastante anticipación.
Fue recibido por periodistas, quienes al ver que era temprano lo llevaron a tomar un café. ‘Maño’ contó innumerables historias de fútbol hasta que se puso serio y encaró a los periodistas: “Sigo todas sus transmisiones y quería llamarles la atención”, dijo con voz firme y autorizada. “No más ‘Cuevita’, por favor; es Cueva, decirle ‘Cuevita’ le hace daño, le quita responsabilidad, es joven pero igual que los demás es parte del plantel profesional”, explicó.
Los periodistas entendieron el mensaje. El relator prometió nunca más decirle ‘Cuevita’ en una transmisión. Por ahora, cumple.
NOTA PARA SUSCRIPTORES
CUANDO PIZARRO FUE PESQUERO
28/10/2010
Febrero 1996. Deportivo Pesquero viajó a Chimbote para iniciar su pretemporada. La delegación partió en un bus desde las oficinas del club en Lince. En la nómina figuraban cuatro futbolistas promocionados por destacar en menores: Giovanni Valdiviezo, Miguel Zagaceta, Gregorio Bernales y Claudio Pizarro. A su llegada, el plantel quedó concentrado en un hotel céntrico. Los jugadores profesionales ocuparon todas las habitaciones, mientras que a los juveniles se les destinó un espacio aledaño sin baño propio y se les habilitaron colchones para descansar y dormir.
A la mañana siguiente comenzaron los trabajos físicos con el PF Rafael Castañeda y las prácticas de fútbol con Roberto Chale. Desde esos primeros entrenamientos, Pizarro se destacó por su capacidad ofensiva. Chale, con buena visión, lo ponía de a pocos en el once titular y Claudio respondía con goles. Pizarro comenzó jugando en el equipo de su colegio Liceo Naval, pasó a Cantolao y fue convocado a la Sub 17. Después del Sudamericano disputado en el Estadio Nacional, Ronald Pitot, reconocido entrenador de menores, lo llevó a las inferiores de Pesquero que trabajaban en Lima. Pronto llegó al primer equipo.
Pizarro encontró compañeros de mucha experiencia en Chimbote. Martín Duffó, Alejandro Bassa, Francesco Manassero, Víctor Díaz, Isidro Fuentes, entre otros. Aprovechó la oportunidad, supo sobresalir y los directivos le hicieron contrato y gestionaron su carnet de cancha ante la cercanía del campeonato. Cuentan algunos ex compañeros que iban con él a retirar dinero del cajero que el primer sueldo de Claudio fue 200 dólares.
El fixture del Descentralizado determinó que Pesquero inicie como local ante Alianza Lima y Pizarro se motivó para enfrentar a los blanquiazules. Anotó en las prácticas de la semana y Chale se la jugó. Lo confirmó como titular para enfrentar a los blanquiazules, dirigidos por el brasileño Gil. El sábado 16 de marzo de 1996, en el estadio Manuel Gómez Arellano, Claudio apareció con la número ‘7’ y se presentó en el fútbol profesional. No pudo marcar, tuvo un regular desempeño y fue reemplazado por Paul Portal.
Alianza ganó 0-2 con goles de Bujica y Sáenz. Chale le siguió dando oportunidades y llegaron los primeros festejos. Por la tercera fecha, Pesquero derrotó 2-1 a Torino y Pizarro marcó los tantos de la victoria. A los 17 años era el más joven del equipo y se convirtió en uno de los protegidos del plantel y la hinchada. Recuerdan en Chimbote que después de los entrenamientos le gustaba ir al mercado central de la ciudad y saborear un singular plato llamado trifásico: cebiche, papa a la huancaína y tallarines rojos.
En 1996 Claudio Pizarro disputó 17 juegos y anotó en tres ocasiones. Para el campeonato siguiente, los dirigentes le mejoraron el contrato y el delantero decidió alquilar un departamento con otro atacante, Ricardo Químper. Sin embargo, su compañero no quedaría mucho tiempo en el club.
Pizarro convenció a Manassero para ir a vivir juntos y compartir gastos. Por esos tiempos, el actual presidente de la agremiación declaró en una entrevista al programa “Goles en acción”: “Pizarro es un joven con grandes condiciones, estoy seguro de que va a llegar a Europa”.
Ese año Claudio sumó 25 partidos y 8 goles. Una de sus mejores actuaciones fue en Matute ante Alianza, marcando un notable tiro libre en el arco de Del Mar. Cumplido su ciclo en Pesquero, recibió ofertas del propio Alianza y Cristal. Decidió ir a La Victoria donde estuvo un par de temporadas.
En Chimbote cerró números con 42 encuentros y 11 anotaciones. El resto de la historia es conocida
WALDIR PUDO SER DE LA 'U’
17/04/2012
20 de diciembre de 1999. Alianza derrotó 1-0 a Universitario en Matute por la segunda final del año, gol de Víctor Mafla, aunque no le alcanzó para campeonar. La directiva decidió reducir el presupuesto y citó a los futbolistas para negociar las renovaciones de contrato. Uno de los primeros en ser llamado fue Waldir Sáenz, quien había jugado 32 partidos y anotado 22 goles. El presidente Alberto Masías le hizo una propuesta económica que no satisfizo al delantero. El argumento de los dirigentes era que la gran inversión debía esperar hasta el 2001, año del centenario. Sáenz planteó sus condiciones para firmar y Masías quedó en volverlo a llamar.
El futbolista se fue de vacaciones y de Alianza Lima no recibió ninguna comunicación. Aunque tuvo un
llamado telefónico que lo extrañó. Era de Chemo del Solar, quien volvió de Europa y acababa de enfrentarlo en la definición. “Wally, quiero que vengas a reforzar a la ‘U’, si aceptas te contacto con los directivos para cerrar el contrato”. Sáenz no supo qué responder. Se sentía valorado, pero estaba sorprendido. Le dijo a Del Solar que era una decisión muy complicada y pidió tiempo para pensar. Cuando Chemo insistió, pensó tener la excusa perfecta: “No puedo, mi novia vive en Matute, frente al estadio, le van a tumbar la casa”.
Del solar no lo consideró problema. “La mudas de allí, conseguimos un departamento en otro distrito”. Ante tanto interés, Sáenz solicitó unos días para definir y no contestó más. Encima se sumó una propuesta de Cristal. Waldir solicitó a su agente Carlos Delgado que encontrara una salida y el representante consiguió el préstamo de medio año a Unión de Santa Fe. Chemo dejó de llamar. Cuando retornó, Wally aceptó ir seis meses a Cristal, aunque no destacó. Volvió a Matute para el centenario 2001 e hizo el gol del título. Su relación con el club siempre fue de amor y odio.
EL MEJOR FUTBOLISTA PERUANO QUE HE VISTO
18/06/2015 – A propósito del cumpleaños 63 de Cueto
Estuvo de cumpleaños. Llegó a 63 y celebró con su mejor amigo: el silencio. Ya expresó demasiado con el balón atado al botín izquierdo. César Cueto. De los que vimos, el mejor de todos. Un futbolista de colores que brillaba en un mundo aún en blanco y negro.
Cueto jugaba bien y jugaba lindo. Era un maestro con visión para el fútbol, esa capacidad de pocos de captar movimientos de compañeros y rivales para decidir la mejor opción. Y combinaba fantasía, estética, magia y adorno. Ahora que corremos apurados, que el toque es lento y el pelotazo rápido, este es un homenaje a quien reivindicó la belleza y el placer del juego, su condición de arte y su esencia humana.
Cueto tenía control, dominio y finta, pero nunca pareció un individualista, un intoxicado de toque que podía salirse del estadio con el balón. Siempre actuó en equipo, improvisando genialidades cerca del área con la confianza de que un compañero aparecería y resolvería dentro de ella. Jugó 51 partidos de selección e hizo seis goles. Era un notable habilitador. Su obra maestra fue cuando pasó entre dos argentinos y sirvió a Barbadillo el 2-1 que hizo soñar con México. El Veco comentó aquella vez: “Cueto rompió las leyes físicas porque atravesó cuerpos opacos”.
Su debut con Perú fue en junio de 1972 ante Colombia. Era puntero izquierdo. Explotó tiempo después en Argentina 78 como volante mixto recostado por derecha. Fue elegido el mejor de la primera fase. En las Eliminatorias de España 82 alcanzó su pico de rendimiento, con Barbadillo y Oblitas de volantes extremos, Tim lo mandó como medio central con salida. Era extraordinaria su precisión en el pase corto, medio y largo. Su despedida con la selección fue en agosto del 97 en un amistoso con Colombia. Regaló un exquisito pase gol con el taco al ‘Chino’ Pereda. Fue la última función. La última paloma que sacó del sombrero interminable. Después, bajó el telón. César Cueto. El más grande futbolista peruano. Quería dedicarle unas líneas, rendirle un homenaje, decirle muchas gracias por tanto.
EL MEJOR QUE VI
24/11/2014 – Previo al sorteo de la Copa América 2015
Messi es el mejor de todos. Se acabaron las palabras para describirlo. A veces, los periodistas quedamos en ridículo para explicar lo que hace. Lionel ha goleado al diccionario.
Solo lo hace y ya. Sus imágenes en azulgrana ya no contrastan con las de celeste y blanco. Juega con todos y todos juegan con él. Desarrolla su talento con comprensión del juego. Suma pase, inspiración y gol, aunque aún quedan algunos críticos por convencer y se juega el prestigio en cada acción. Es el futbolista más desequilibrante del mundo. Como resumió Santiago Segurola, periodista español: “Messi es Maradona todos los días”. Formado en Barcelona, encontró al técnico que más lo maximizó. Guardiola, que es un genio, localizó su lugar ideal.
El colectivo elaboraba para que, en los últimos veinte metros, Messi impusiera su calidad. Su rendimiento fue a más, sobre todo en su capacidad para finalizar. El balón le llegaba limpio, arrancaba en el punto de partida justo y con los espacios abiertos para resolver. No partía a 50 metros del arco para buscar siempre la jugada individual y forzada. El gol perfecto para Pep es luego de una acción llena de pases y sin una sola gambeta.
En Argentina, también comenzó a destacar. Sabella, que no es genio pero es 100 veces más técnico que Maradona, sí lo potenció. Lo ubicó libre, para desequilibrar en los metros decisivos sin necesidad de retroceder a su campo. Por ratos, camina la cancha, parece distraído y logra que el contrario no piense en él. Y aparece en el momento preciso con lectura y entendimiento para ejecutar la jugada correcta con simpleza o brillantez. Crack. Lástima que algunos amargos no lo disfruten por el solo hecho de no ganar, por ahora, un Mundial.
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