“Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol”. La frase, pertenece nada menos que al prólogo de “Esperando a Tito", famoso cuento del escritor Eduardo Sacheri. Con esta oración, el argentino le planta cara todo a aquel que ha denominado despectivamente, por los siglos de los siglos, al deporte rey como el ocio de los trogloditas, y de la masa manipulable.
Sin embargo, así como el novelista, hay otros personajes que, con el ejemplo, dejan claro que el balompié, muy aparte de su cuota de entretenimiento, también aporta su granito de arena para crecer como sociedad, para ser mejores seres humanos. Y uno de ellos es Sadio Mané, el atacante senegalés del Liverpool, vigente campeón de la Champions League.
En los últimos días, el goleador africano fue noticia, tras dejar una frase más que reflexiva en una entrevista con el programa "Talents D' Afrique" de Canal + Sport. "¿Para qué quiero diez Ferraris, 20 relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué haría eso por el mundo?”, se preguntó en vivo el veloz atacante.
"Yo pasé hambre, trabajé en el campo, sobreviví a tiempos difíciles, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy, con lo que gano puedo ayudar a la gente", se contestó solo. Y vaya que lo dicho por el senegalés no quedan solo en palabras que se las lleva viento, sino que lo ha graficado con su vida desde que comenzó a jugar al fútbol de forma profesional.
Mané nació en medio de la pobreza, específicamente en Sedhiuo, Senegal, un pueblo poco conocido. Lo único que le hacía olvidar las limitaciones económicas era el balón, al que pateaba descalzo y hasta altas horas de la noche. Él no fue a la escuela, con el balón bajo el brazo y en la calle, ahí aprendió lo que significa el respeto y a valorar lo poco que uno tiene.
Pero, en el caso de Sadio no solo se trataba de un simple gusto pegarle al esférico, sino de algo para lo que tenía talento. Por ello, a los 15 años llamó la atención de los ojeadores de 'Generation Foot', centro de formación de un equipo de la segunda división de Senegal. Su velocidad y potencia dejó con la boca abierta a todos los que lo vieron.
"Mis padres no entendían por qué me gustaba jugar al fútbol”, dijo Mané al recordar una infancia que fue corta, porque rápidamente se tuvo que acostumbrar a los entrenamientos, a la dieta alimenticia estricta y a dormir las ocho horas. Su objetivo estaba claro: no quería no decepcionar a sus padres, convertirse en futbolista profesional y volver a su pueblo para construir una escuela. Y las tres las ha cumplido.
Sus inicios
Comenzó su aventura en el fútbol con el Metz de Francia en 2011, en donde fue una grata aparición para el fútbol galo, a pesar de solo haber anotado dos goles en dos temporadas. Luego explotó en el Red Bull Salzburgo (45 tantos en 87 partidos), Southampton F.C. (25-79) y apareció en toda su dimensión con el Liverpool (67-134), con el que tocó el cielo al ganar la última edición de la Champions League.
Ni los lujos ni el glamour que lo rodean le han hecho perder la perspectiva a Mané. Es consciente de lo que le costó para llegar a dónde está. En Liverpool no asiste a discotecas, ni juega a la Play Station. Para él todo lo material no es importante. “Yo pasé hambre, trabajé en el campo, sobreviví a tiempos difíciles, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy, con lo que gano puedo ayudar a la gente”, dijo el africano.
"Construí escuelas, un estadio, proporcionamos ropa, zapatos y alimentos para personas en extrema pobreza. Además, doy 70 euros al mes a todas las personas en una región muy pobre de Senegal para contribuir a su economía familiar", agregó.
Predica con el ejemplo
Otro gesto de su sencillez lo dio en septiembre del año pasado. El usuario de Twitter, Khalil Laher (@khalillaher), publicó un video en el que se aprecia a Mané ayudando en la limpieza de un servicio higiénico en la mezquita Al-Rahma, ubicada en la localidad de Mulgrave Street, en Liverpool, donde el futbolista acude con frecuencia para orar.
Asimismo, en la última final de la Liga de Campeones, Mané compró 300 camisetas de los ‘Reds’ y las envió a su pueblo, para que así, con la indumentaria puesta, sus compatriotas puedan verlo y apoyarlo frente al Tottenham. "Mi familia todavía vive en mi pueblo natal. Mi madre y mi tío. Todos van a ver el partido. Ese día nadie trabaja. Será de locos”, añade.
En la actual temporada de la Premier League, Mané ya lleva cinco tantos en ocho encuentros y parece que va camino hacia coronar otra temporada extraordinaria. El senegalés, que ha cumplido casi todos los sueños que tuvo de niño, aun tiene uno pendiente: ganar la liga inglesa. Sin embargo, aunque para el periodismo y el hincha esto será todo un reto, para él no. Ya le ganó a la durísima vida que le tocó, ¿acaso hay mayor logro que ese?