Edwin Oviedo sería parte del tercer nivel de Los Cuellos Blancos del Puerto, según la fiscalía. (Foto: Archivo El Comercio)
Edwin Oviedo sería parte del tercer nivel de Los Cuellos Blancos del Puerto, según la fiscalía. (Foto: Archivo El Comercio)
Jorge Barraza

“A veces estamos finos y otras veces nada que ver”, canta el inigualable Andrés Calamaro. Para el fútbol sudamericano, 2018 fue nada que ver. Mundial pobre, Libertadores vergonzante, más dirigentes presos, otros que pegan en el palo de la comisaría, desorganización, el éxodo de figuras que no se detiene… Ni futbolistas que nos salven con premios individuales esta vez.

* El tobogán. Por el cual se desliza hacia abajo el fútbol sudamericano. Cada año, más pronunciado y evidente. En los años ’20 y ’30 Uruguay y Argentina eran muy superiores a los europeos, goleaban sin conmiseración. Tras la Segunda Guerra Mundial se mantuvo la supremacía. A fines de los ’50 apareció una nueva superpotencia: Brasil. Su mandato duró décadas, matizado con picos altos de Argentina. Pero con el nuevo milenio comenzó el predominio de Europa, primero tibio, ahora ostensible. Se nota en todo. Los populismos que infectaron el continente lo hicieron más pobre que nunca y eso se paga perdiendo competitividad.

* La sangría. No para. Pity Martínez, estrella del River campeón de América, ya se fue a EE.UU. Maxi Meza, máxima figura del Independiente campeón de la Sudamericana 2017, marchó a México. Al cumplir 18 años, Vinicius, la promesa de Flamengo, debutó en el Real Madrid. Todo futbolista sudamericano que destaca, se va.

* Lo insólito. Que un delantero que marcó 38 goles en el año (37 en liga y 1 en selección) como John Cifuente, sea fichado por un club de Egipto. Ya no es ni Arabia ni Ucrania ni China, Egipto se atreve a venir y llevarse un jugador que seguro animará la próxima Eliminatoria Sudamericana. Muy inquietante.

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* La revelación. Ousmane Dembelé. Un futbolista que fue transferido en 105 + 40 millones de euros hace un año y medio no debería ser considerado revelación ahora, pero el delantero francés recién tiene 21 años y en su primera temporada en el FC Barcelona pasó mucho tiempo lesionado. No se vislumbraba lo que podía dar. En este último semestre mostró cosas importantes. Una velocidad de crucero impactante, enorme habilidad en la gambeta, encare, gol (marcó 10), excelente remate con ambas piernas, personalidad, desenfado. Y empieza a mostrar buena conexión con Messi. Si se disciplina profesionalmente puede ser una figura grande en los próximos años. Le quitó el puesto a Coutinho y comienza a ser bendecido por los hinchas culés.

* El técnico. Marcelo Gallardo. A una edad en que otros futbolistas se están retirando (42 años), ya ganó 10 títulos, entre ellos dos Libertadores, una Sudamericana. Y en River… También tiene un campeonato uruguayo ganado con Nacional. Lo que otros colegas ni siquiera logran en 40 años de trayectoria, Líder, voz respetada, ubicación. Sus equipos son una mezcla de juego, mucha intensidad física y personalidad. La que él transmite.

* La maravilla. Rusia. Asombró a los dos millones de aficionados extranjeros que asistieron al Mundial. Envuelto siempre en críticas de Occidente, que le fabricó la fama de país antipático, oscuro y mafioso, se reveló a los visitantes como un extraordinario organizador y una nación poderosa, bella, inmensa, con vasto atractivo turístico. También su gente muy tranquila, intentó agradar, ser hospitalaria. Cualquier prevención negativa fue desarticulada, el Mundial fue virtualmente perfecto. Dos ciudades maravillaron: Moscú y San Petersburgo, fantásticas.

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* ¿El ocaso…? A los 56 años (los cumplirá el 26 de enero) el gran divo de la dirección técnica, José Mourinho, parece haber entrado en un cono de sombras. Al rey del “ganar como sea” sólo le quedó el “como sea”. Ya venía bamboleante, pero su paso por el Manchester United (juego espantoso, fichajes millonarios, tensión irrespirable y escasos triunfos) es un nocáut en contra en su historial.

* Lo inesperado. El pase de Cristiano Ronaldo a la Juventus. Con una cláusula de 1.000 millones de euros y siendo ídolo del madridismo, nadie podía pensar que El Real Madrid le abriría la puerta. Pero Florentino Pérez no puso trabas. El portugués quería un aumento de contrato, que lo igualaran con Messi o, al menos, 30 millones de euros limpios al año. El presidente madridista opinó que, por su juego, no lo merecía y lo dejó salir por 105 millones. Fue el fin de una época en el club.

* El exceso. Balón de Oro del Mundial, The Best de la FIFA, Jugador del Año de la UEFA, Balón de Oro de France Footbal, Mejor Centrocampista del Año… Y hay más. La insólita cantidad de premios recibidos por Luka Modric casi que generan animosidad contra él. Muy buen jugador el croata, hizo un gran Mundial, pero ¿quién le recuerda una actuación antológica…? ¿Quién enciende el televisor para decir “uy, ahora juega Modric, me lo veo…”? Con el Balón de Oro del Mundial estaba más que recompensado. Griezmann merecía alguno de los otros.

* El asombro. Que un presidente de asociación (Edwin Oviedo, de la Federación Peruana de Fútbol), cayera preso, acusado de instigar asesinatos de gremialistas que reclamaban contra su ingenio azucarero. Es de una gravedad que reduce los demás casos de corrupción dirigencial a una pillería escolar.

* Lo increíble. Era favorita para ganar el Mundial, la Bundesliga había tuiteado que tenían figuras para armar cuatro selecciones muy competitivas, pero Alemania fue eliminada de Rusia en primera fase, perdiendo dos de sus tres partidos, ante México y Corea del Sur. Apenas le ganó a Suecia sobre la hora. Lo que era un grupo accesible se tornó una cruz. Fracaso grande.

* La vergüenza. Primero, los incidentes en los cuales hinchas de River apedrearon el bus de los jugadores de Boca, más bochornosos que luctuosos, pues nadie murió ni fue herido, ni hubo enfrentamientos. Luego, que por eso se llevaran la final de la Libertadores a Madrid. Pareció demasiado castigo al fútbol continental. Los disturbios y agresiones de la torcida de Flamengo en la final de la Sudamericana 2017 fueron infinitamente más graves, el partido se jugó y la sanción al club brasileño fue insignificante. Hace una semana, en el juego Inter-Napoli, hubo enfrentamientos entre barras, murió un hincha del Inter y otros cuatro fueron apuñalados. No llevarán los próximos partidos del Inter o del Napoli a Madrid. Ni los traerán a Sudamérica.

* Lo indiscutible. Gustará o no, pero fue un buen campeón mundial Francia. Justo. De 7 partidos ganó 6; y el que empató con Dinamarca ni se cuenta, fue un pacto de no agresión, estaban clasificados. Le tocó Argentina, que había despertado ante Nigeria: le hizo cuatro. Luego, Uruguay, el cuco; le ganó caminando en su partido más plácido de toda la Copa. Despachó a la temible Bélgica, que llegaba de eliminar a Brasil. Y en la final hizo otros cuatro a Croacia. Dos goles de promedio por juego. Los números no explican todo, pero algo indican. Llamativo: fue un equipo demasiado inteligente y con carácter pese a su juventud. Mantuvo el control de sus siete enfrentamientos. Mostró una defensa espectacularmente aplicada.

* La satisfacción. Que después del océano de acusaciones, reclamos, denuncias, presentaciones, etcétera, al menos Boca y River jugaran dos excelentes partidos finales, con ocho goles, la mayoría de notable factura. Ambos equipos se buscaron permanentemente sin especular nunca, pese a todo lo que se jugaban: el honor de 110 años de rivalidad. Algo es algo.

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