Lionel Messi le confirmó hace unos horas a Goal España su permanencia por doce meses más en el Barcelona. Pero esa información llegó acompañada de una explosión mediática que ha tenido como epicentro la oficina del presidente azulgrana, Josep Bartomeu. Messi envió todos sus mensajes de incomodidad a él y solo a él. Se queda porque no quiere irse a juicio con el club que más quiere. Se queda a pesar de que la cabeza del club de toda su vida es un enemigo de guerra fría.
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“Se me hizo muy difícil todo y llegó un momento que me planteé buscar nuevos objetivos, nuevos aires. No vino a causa del resultado de Champions ante el Bayern, la decisión llevaba pensándola mucho tiempo. Se lo dije al presidente y bueno, el presidente siempre dijo que yo al final de temporada podía decidir si me quería ir o si me quería quedar y al final no terminó cumpliendo su palabra”, le respondió Messi al periodista Rubén Uría. Es decir, Lionel Messi dice que Josep Bartomeu le mintió.
Lo que vendrá será un enfrentamiento en un cuartel del hielo. En silencio, pero con todas las armas listas. Lionel Messi no envía un video feliz saludando a los culés, ni besa el escudo, ni promete una nueva Champions. Ha enfriado su bronca, que por lo visto alcanzó el máximo nivel de ebullición, y plantea una relación cordial para evaluar irse gratis el 2021. Los otros dos personajes centrales en este cierre de historia son el mismo Bartomeu, quien nunca cedió en su discurso de hacer respetar la cláusula de 700 millones de euros y Jorge Messi, el padre del ’10′, que llegó hace dos días desde Rosario para ponerle punto final a esta tragedia griega.
-A la derecha del hijo-
“Está muy difícil”, le respondió al vuelo Jorge Messi a los reporteros en Barcelona el pasado miércoles. El padre del ’10′ argentino resume en una frase rápida su misión en tierras catalanas: destrabar un asunto complicado. Ese día, Jorge Messi se reunió con la directiva del club azulgrana y no hubo acuerdo. Dicen los medios españoles que fue una conversión tan fría como cordial.
Según el diario “Marca”, aquella reunión contó con la presencia de Jorge Messi, Rodrigo Messi (hermano del jugador); Josep Bartomeu, presidente del Barcelona; Javier Bordas, directivo del Barza; y abogados de ambas partes. Para el clan Mess era suficiente el envío del burofax. Que ese comunicado fue un anuncio de salida del club de manera oficial. El Barcelona se aferró al contrato vigente y a una cláusula de rescisión valorizada en 700 millones de euros.
Además, el Barza ofreció a Lionel Messi una propuesta abierta por dos años más de contrato. Los azulgranas estuvieron dispuestos a llevar este caso a los tribunales, por incumplimiento laboral, e implicar no solo a Lionel Messi, sino al club que lo quiera contratar. Y en esos ámbitos legales, Jorge Messi ya tiene varias experiencias como respaldo principal de la ‘Pulga’.
Si hiciéramos una alabanza al talento divino de Lionel Messi, diríamos que, en el Olimpo del balompié, Jorge aparece sentado a la derecha del hijo. Es el hombre que maneja las cuentas, cuida su imagen y define el contacto con el periodismo. Es el hombre que tiene las llaves para entrar al cielo.
En el 2015, Lionel Messi fue librado de un juicio por evasión de impuestos en España. Como jugador y deportista quedó alejado de cualquier responsabilidad. En cambio, Jorge Messi fue condenado a 21 meses de prisión excarcelables por delitos de fraude fiscal contra la Hacienda española. Precisamente, en ese litigio, según medios españoles, Lionel Messi sintió que no hubo respaldo de la directiva del Barcelona. Y para algunos analistas allí comenzó el distanciamiento con los azulgranas. Quien siempre estuvo al lado fue papá Jorge. Ese hombre, que hasta finales de los años noventa era un trabajador de una empresa que vendía instrumentos de acero, aconsejó a su hijo en la hora más determinante. Para llegar a esto, Jorge Messi tuvo que volver a sus días tranquilos en una fábrica de Rosario. Sus nervios y paciencia fueron de acero.
-El presidente del desgaste-
“El contrato de Abidal será renovado si llega a jugar un minuto”, fue el discurso de Josep Bartomeu, quien en el 2012 era el vicepresidente de Barcelona. El entonces lateral francés se había recuperado de un cáncer al hígado y, a pesar de que volvió a las canchas, no pudo continuar en el equipo azulgrana. Bartomeu lo había defraudado. Según su currículum: el actual presidente ‘culé’ conoce de fútbol y de básquetbol, entre otras disciplinas. Su otro deporte favorito es decepcionar. Lionel Messi se quiso ir del Barcelona porque ya no confía en él. Lo confirmó en su entrevista a Goal España.
Y el ’10′ argentino no es el primero que ya no le cree a Bartomeu. Lo que pasó con Abidal hace dos semanas ha sido reincidencia en el caso de Bartomeu. El dirigente le falló al galo en sus tiempos de jugador y ahora como director deportivo. ¿Quién es Josep Bartomeu? Es un administrador de empresas que asesora compañías que ofrecen servicios a terminales y aeropuertos. En el ámbito político ha sido vinculado al Partido Popular, conocido en España por su ideología de derecha. En medio del crecimiento de sus negocios, se asoció con Sandro Rosell, quien siempre tuvo como meta ascender hasta la presidencia del Barcelona. Esa amistad marcó el inicio de una relación volcánica entre Bartomeu y la historia azulgrana.
En medio de esta crisis, Bartomeu ha dado muestras de inexperiencias en el manejo de estos sismos institucionales. Sin embargo, los antecedentes dicen todo lo contrario. Cuando Rosell era presidente del Barza (fue electo el 2010), y se vivían los años maravillosos en Cataluña, Bartomeu -como vicepresidente de la institución- fue testigo en primera fila de un auténtico terremoto deportivo: el caso Neymar.
A Rosell lo sostenían los resultados, hasta que surgió la denuncia de un socio, Jordi Cases, ante la Audiencia Nacional por el pago de 40 millones de euros al padre de Neymar, fuera del contrato de los 57 millones del contrato oficial. Ese “Barcelona-Gate” determinó la salida de Rosell y Bartomeu asumió como interino. Los culés contrataron a Luis Enrique y Luis Suárez. Después de ganar la Champions en el 2015, Bartomeu, cual jugador de ajedrez, movió sus fichas y adelantó las elecciones. Quedó como presidente oficial. Jaque mate.
La relación entre Bartomeu y Messi no es sana. Desde el entorno del jugador -es conocido que el papá Jorge Messi filtra información a los medios más importantes de su país-, se culpó a la directiva del Barcelona de pagarle a una agencia de marketing por crear una campaña de desprestigio contra Lionel. No se pudo comprobar, pero el clima de desconfianza apareció como una enfermedad crónica. No hay cura hasta hoy. Ni habrá.
Josep Bartomeu quedará en la historia como el presidente que hizo perder la paciencia al casi siempre calmado Messi. Su capacidad de gestión se ha reducido a la mínima expresión y hoy vuelve estar enfrentado al mejor jugador de la historia azulgrana. Bartomeu ha vivido muchos años asesorando en empresas vinculadas a los transportes y a los viajes. Quizá, después de la aparición de Messi diciendo que se queda en Cataluña, deba volver por unos minutos a sus oficinas en terminales y en aeropuertos. Quizá allí entienda que el boleto de ida debe comprárselo él.
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