La vida de Carlos Tevez tomó un giro radical desde que partió hacia China. En aquel lugar, literalmente, volvió a nacer. Ha tenido que adaptarse a un nuevo estilo de vida. Quizás no perdió sus costumbres, pero sí la paciencia en un sitio que es tan caótico como loco.
Cuando Carlos Tevez obtuvo su boleto de viaje a tierras asiáticas, muchos pensaron que le estaba poniendo punto final a su carrera. No fue así. El argentino optó por irse a la Superliga China para ser un nuevo pionero y demostrar que el fútbol es el idioma universal.
Sufrió bastante. A pesar que siempre reflejaba un buen semblante, existían ciertos aspectos -como la alimentación y la comunicación- que incomodaban demasiado al 'Apache'.
"El idioma es complicado; con la comida hay gente que sufre un poco más y a Tevez le pasó, porque al comienzo no comía casi nada. Recuerdo de un asado que hicimos con Guarín y con Moreno para sacarlo de la comida china. Para el idioma necesitas todo el tiempo un intérprete y este no siempre puede transmitir el mensaje", sostuvo Gustavo Poyet, entrenador de Carlos Tevez en el Shanghai Shenhua, en una entrevista con el diario "La Nación".
Aunque estos problemas poco a poco están siendo superados por Carlos Tevez, el ex Boca Juniors mantiene un ánimo impecable. Y lo mejor para todos es que siempre posee una actitud ganadora que contagia al elenco.
"Es Carlos, es él mismo. Siempre contento, pensando en el fútbol. Una integración espectacular, con una mentalidad única. Tuvo la suerte de jugar siempre en equipos grandes, pero la costumbre de querer ganar nunca la perdió ni la cambió. Piensa que los partidos se juegan para ganar un campeonato, después se ve si se llega o no a ese objetivo", puntualizó Poyet.