Los días en los que Mason Mount corría por el césped del Pride Park y Frank Lampard dirigía a los ‘Rams’ quedándose a un solo partido de subir a la Premier han pasado a mejor vida. El Derby County, uno de los históricos de Inglaterra, ha entrado en concurso de acreedores y ha sido sancionado con doce puntos en el Championship.
Hace poco más de dos años que el destino del Derby County pudo cambiar. En una tarde en Wembley el equipo de Lampard, con jugadores sobre el campo como Mount, Ashley Cole, Harry Wilson, del Liverpool, y Fikayo Tomori, ahora en el Milan, perdió contra el Aston Villa de Jack Grealish la final por el ascenso a la Premier League. Una derrota que terminó siendo fatal. Se fue Lampard ese verano y con él los cedidos del Chelsea, Mount y Tomori, llegó Philipp Cocu y comenzó la cuesta abajo del equipo.
Terminaron la temporada 2019-2020 en décima posición, lejos de los playoffs de las dos campañas anteriores, y Cocu, en su segundo año, fue despedido en noviembre. Comenzó a entrenar al equipo Wayne Rooney, que había llegado como jugador con la perspectiva de ser también segundo entrenador.
El equipo llegó a la última jornada jugándose con otros tres equipos el descenso a la League One. A 10 minutos del final, el Derby perdía en casa contra el Sheffield Wednesday, rival directo que tenía una sanción de seis puntos, mientras el Rotherham, otro rival por la permanencia, ganaba al Cardiff. Sin embargo, en apenas unos segundos, el Derby marcó un penalti, el Rotherham empató y los ‘Rams’ se salvaron milagrosamente.
Ahí se acabó la magia de Rooney y comenzó la cadena de despropósitos. Primero, las investigaciones sobre las finanzas del club que les reportaron una sanción de 100 mil libras (unos 117 mil 200 euros) por parte de la EFL (English Football League), más tarde, la fallida compra del club por parte del empresario español Erik Alonso, cuyo músculo económico para emprender tal movimiento quedó era una incógnita.
Además, el club fue sancionado por la EFL a no poder fichar en verano, por diversos fallos en sus finanzas, como no haber presentado sus cuentas anuales y no haber pagado correctamente los impuestos. Esto provocó que, a mediados de julio, Rooney comenzara la temporada con solo nueve jugadores del primer equipo.
Y aunque la EFL terminó suavizando la sanción, permitiendo firmar a agentes libres, pero con duras restricciones salariales, la puntilla la puso Rooney, cuando en un entrenamiento lesionó de gravedad a Jason Knight, una de las promesas del equipo.
Ahora, el club entra en concurso de acreedores, mencionando la pandemia de la COVID-19 como una de las causas, por el impacto que ha tenido en los ingresos con pérdidas de hasta 20 millones de libras (unos 23,5 millones de euros) y porque, debido a las restricciones en los viajes, no han podido reunirse con potenciales compradores del equipo.
“No hemos tenido más opción que tomar esta dura decisión para proteger el club”, dijo la junta directiva en un comunicado.
La respuesta de la EFL fue inmediata, con una sanción de doce puntos al equipo que le coloca como colista de la tabla y pone el punto y aparte a una pesadilla que comenzó en una tarde de Wembley hace apenas dos años.