“Estoy muy cabreado con la situación”, ha dicho Xavi, un hombre sereno que estuvo a un empujoncito de perder los papeles ante el árbitro esloveno Slavko Vincic.
A Xavi, que de jugador era un capitán que solía mantenerse imperturbable ante las provocaciones del rival y que raras veces culpó de una derrota a un hombre de negro, le sobran razones para haberse ‘calentado’.
El VAR, ese invento moderno que fue creado para hacer menos injusto el trámite de los partidos, no contempló que siempre estará supeditado a la intervención del hombre. O bien son aquellos que a pesar de tener varias pantallas fallan desde una habitación secreta o bien es el juez principal que lo emplea según sus convicciones.
A los 66 minutos, Dembelé, ese jugador que cuando no tiene líos en la cabeza es una pantera imparable, desbordó a su marcador y lanzó un centro al corazón del área ‘nerazurri’.
El arquero Onana, que sufre cada vez que debe despegarse del suelo, no pudo conjurar la pelota y dio a parar a los pies de Pedri, que definió con un pase a la red. El Barcelona lo había empatado, pues el turco Calhanoglu había abierto la cuenta en los descuentos del primer tiempo con un remate esquinado y letal.
Los azulgranas festejaron como era debido y a ningún futbolista del Inter se le ocurrió levantar la mano para reclamar algo. El juego estaba por reanudarse, los comentaristas se alistaban para hablar de la jerarquía de los ‘culés’, cuando el árbitro se llevó la mano a la oreja y dibujó con sus manos un rectángulo imaginario.
Desde la televisión, no se había visto nada extraño. Por ahí que el delantero Ansu Fati lo incomodó un poco, pero no más. Segundos después, el esloveno Vincic anuló el tanto. Con la repetición en cámara lenta pudo distinguirse que Ansu Fati había rozado el balón con la mano.
Hasta allí todo bien. El VAR había visto lo que nadie. El partido prosiguió, y el Inter mantuvo su libreto: aguantar para luego contragolpear. Un manual de Simone Inzaghi, el hermano menor de Filippo.
Barcelona, que había caído en la fecha anterior ante el Bayern Múnich, no podía darse ese lujo y buscó el triunfo por todos los medios.
A los 92 minutos, en una acción que atravesó el área de los italianos, Sergi Roberto empalma un centro dirigido a la cabeza de Ansu Fati, pero el holandés Dumfries se interpone y despeja.
El modo con el que realizó la jugada lo delató. Y no hubo necesidad de tantas repeticiones: le había dado un manotazo al balón. Suponía, claramente, un penal a favor del Barcelona. Pero esta vez, el árbitro no fue al VAR, y decidió no cobrarlo, instalando la pregunta: ¿por qué para unos sí y para otros no?
En el límite
Con este resultado, el Barza de Xavi se queda relegado en el tercer lugar del Grupo C, con solo tres unidades mientras que el Inter se encamina en la segunda casilla con seis puntos.
Los extremos de la tabla son incuestionables: en la cumbre, el Bayern con registros perfectos y en el sótano el Viktoria Plzen con cero unidades. Solo 25 equipos con un arranque como este, con una victoria y dos derrotas, pasaron la primera fase de la Champions. A ver de qué está hecha la ‘Xavineta’.
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