La imagen de Lionel Messi, junto a sus seis balones de Oro, impacta. La cansina controversia sobre si es mejor que Cristiano Ronaldo, está a la altura de Maradona o puede discutirle el podio a Pelé nos distrae de lo importante: el privilegio que tenemos de verlo jugar.
El rosarino no es una figurita descolorida de un álbum de nuestros abuelos o una imagen encontrada en un viejo VHS. Lo tenemos todos los fines de semana con la camiseta del Barza o vestido de albiceleste cuando le toca defender a su selección. Es un futbolista a quien aún podemos disfrutar.
Lío no fue la única estrella de la gala organizada por France Football. Megan Rapinoe también recibió el Balón de Oro y ratificó su reinado entre las mujeres. La estadounidense cierra así un año fantástico en el que ganó el Mundial en Francia y el Premio The Best de la FIFA.
La figura de Rapinoe trasciende lo deportivo. La extraordinaria visibilidad que alcanzó la última Copa del Mundo femenina (1’131.312 espectadores en los estadios; récords de teleaudiencia en Inglaterra y Estados Unidos) la aprovechó para que se escuche con más fuerza su lucha en favor de la igualdad de género y los derechos de la población LGTB.
Hoy es una guía para las mujeres de todas las edades que eligieron ese deporte a pesar del eterno ninguneo masculino. Pero las batallas que emprende Megan superan cualquier diferencia. Es un referente para quienes desean vivir en un mundo mejor.