Comerciantes de Gamarra ya venden la camiseta de Lionel Messi en el PSG. (Foto: Joel Alonzo/@photo.gec)
Comerciantes de Gamarra ya venden la camiseta de Lionel Messi en el PSG. (Foto: Joel Alonzo/@photo.gec)
Pedro Canelo

Pocas veces un refrán encaja tanto en un titular periodístico: “Comerciantes de Gamarra hicieron su agosto”. En tiempos de crisis de ventas por la pandemia, la llegada de al PSG ha sido el caballo ganador para cualquier apuesta de la industria textil nacional. “Se están acabando las camisetas en poco tiempo”, le dice una vendedora al reportero de América TV. Está con mascarilla, pero es fácil descifrar su sonrisa como si estuviera en campaña navideña. En París reportan, mientras usted lee este texto, casi un millón de camisetas originales del vendidas a un promedio de 130 euros (). Mientras tanto, en Gamarra el precio de la camiseta de imitación está llegando a los 25 soles. El precio es mucho menor, pero la pasión es la misma. ¿Es posible en el Perú hablar de un hinchaje de equipos como el PSG o el Barcelona?

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La explicación, aunque algunos quieran disimularlo, también lleva el sello de Lionel Messi. En tiempos de globalización, ha crecido la afición por el balompié de elite y también la fidelidad a las grandes estrellas que vemos todos los fines de semana en ESPN, Fox o DirecTV. ¿Cómo puede crecer el afecto por un equipo que tiene su sede central a diez mil kilómetros de Lima (trece horas de vuelo)? ¿Por qué hay más posters de Messi en los cuartos de nuestros niños en vez de alguna foto del mejor jugador de Alianza Lima, Universitario o Sporting Cristal?

Este fenómeno de hinchajes por clubes del extranjero no solo tiene a Messi, al Barcelona (ahora el PSG) como centro de atención sino también a esa debilidad por ver enfrentados a dos fuerzas. Hemos vivido por casi diez años la dualidad Messi vs. Cristiano, una película casi de Avengers cada vez que se enfrentaban el Barza y el Real Madrid.

Comerciantes de Gamarra ya venden la camiseta de Lionel Messi en el PSG. (Foto: Joel Alonzo/@photo.gec)
Comerciantes de Gamarra ya venden la camiseta de Lionel Messi en el PSG. (Foto: Joel Alonzo/@photo.gec)

Durante los últimos tiempos, bares y restaurantes de Lima esperaban un clásico español para ofrecer tentadoras ofertas a sus comensales con el valor agregado de ver a la ‘Pulga’ vs. CR7 o por una señal de cable en HD. ¿Qué nos está pasando entonces? ¿Es una oportunista alienación en un país futbolístico donde a veces nos olvidamos como se gana (sobre todo en las competencias de clubes? No, es mucho más complejo que eso.

Aceptemos que nos encontramos en otros tiempos, mencionar a la globalización y a la democratización de la información ya es casi un lugar común pero algo de eso hay. Con Messi, y Zlatan nos une un sentido de pertenencia que hace quince años solo sentíamos por los clubes del fútbol peruano y nuestra querida blanquirroja. Son miles de kilómetros de distancia que son reducidos a la mínima expresión gracias a las transmisiones por cable en vivo y en directo o a las redes sociales que nos facilita el seguimiento a todo lo que pasa en las más importantes ligas del planeta. Un gol de Champions puede ser visto desde cualquier oficina al minuto de haber sido anotado gracias a la inmediatez de algún canal de YouTube.

A diferencia de los ochentas y noventas, esos jugadores del PSG, Barcelona, Chelsea o Real Madrid han dejado de ser esos extraterrestres distantes para convertirse en buenos vecinos. No es la primera vez en la historia del fútbol que estamos frente a equipos con tan abrumadora hegemonía y con jugadores excepcionales. Antes del Barza de Messi y Guardiola tuvimos otra versión invencible azulgrana en los noventas. La llamaron ‘dream team’ con Johan Cruyff como técnico y con como líder y organizador de la volante, quizá ya formándose como el técnico que hoy es.

Para ver a ese equipo –nos pasaba lo mismo con aquel Milan de los holandeses Gullit, Van Basten y Rijkaard- teníamos que esperar alguna transmisión de fin de semana en señal abierta (no existía aún el cable) donde era un milagro poder seguir las acciones en vivo. Casi siempre eran resúmenes o partidos en diferido. Teníamos que ser muy fanáticos del balompié internacional para estar al día de lo que pasaba con Maradona en el Nápoles o con Platini en la Juventus. Eran tan mágicos como Neymar o Mbappé, pero distantes. No eran aún parte de nuestros días. El cable y el Internet los trajo a un paso de casa.

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La ‘Pulga’ y CR7 se hicieron cercanos desde la convivencia mediática. No son nuestros, sin embargo así los sentimos. Desde esa pertenencia se genera el fanatismo hacia un club foráneo. Esta situación no solo se vive en el Perú, las estadísticas dicen que el segundo jugador –obvio después de Cristiano- que más camisetas vendió en el Real Madrid fue el colombiano James Rodríguez (un mes después de su recordado Mundial 2014). El niño afgano que, en medio de los escombros de una guerra, armó una camiseta de Messi con bolsas de plástico es el otro desgarrador ejemplo de cómo se ha expandido esta pasión.

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Cuando no existía el cable ni el Internet, los mismos diarios deportivos en el Perú decidían en los años noventa abrir casi siempre con fútbol local. Era imposible imaginar una portada con Romario o Batistuta gritando alguno de sus goles. Lo que esperábamos en los noventas era ver a Waldir Sáenz, Julinho o Roberto Martínez. Era indiscutible que sea así. Hoy los invito a pasar por los quioscos para que revisen cuántos medios de este país han decido decirles “buenos días” con una foto inundada de Messi con su nuevo equipo. El PSG casi ha duplicado sus seguidores en Twitter en una semana. Ya va a alcanzar los 10 millones de seguidores.

No se sorprenda si cuando comience la vea camisetas del PSG en el Parque Kennedy. Quizá tú que me estás leyendo, alistas la ‘30’ de Messi para tu regreso a las ‘pichangas’ después de los tiempos de pandemia. Ya es momento de aceptar esta apertura y esta masificación del gusto por lo internacional. Clasificar al nos enamoró de nuestra selección, pero aún miramos de reojo el inicio de la Premier League y Bundesliga (así no haya peruanos). La cercanía virtual, incluso desde el APP de un celular, ha hecho posible este matrimonio apadrinado por Fox Sports, ESPN y el PlayStation. Tenía que ser así. El amor a distancia (al menos en el fútbol) por supuesto que funciona.

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