JUAN AURELIO ARÉVALO @aremirju
En octubre del 2009, cerca de 7 mil personas fueron testigos de cómo el humilde AD Alcorcón de la Segunda B goleó 4-0 al Real Madrid por la Copa del Rey. Era el peor papelón en 107 años de historia madridista. El futbolista mejor pagado del Alcorcón recibía 2 mil euros mensuales. Cristiano Ronaldo cobraba 4 mil la hora. ¿Cómo rayos un equipo con nombre de jarabe para la tos podía propinarle semejante paliza al Madrid?
Cuenta el archivo que mientras Guti increpaba a sus compañeros y mandaba al chileno Pellegrini a “tomar por el c...”, en el banco del Alcorcón el entrenador abrazaba al psicólogo del equipo: el peruano Guber García.
Tras cinco años como empleado del IPD y otros tantos trabajando en el Aelu, el cajamarquino cogió sus maletas y se mudó a España. En el 2008 entró al club y alcanzaron el récord de 24 fechas invictos. Cuando se enteró que jugaban contra el Real Madrid, García repitió la estrategia de siempre: habló con los líderes. “Ellos me contaban qué era lo que imaginaban del partido, y se les volvió a convencer de que era posible”, le contó a El Comercio. “Nuestras posibilidades eran pocas, pero había posibilidades, y había que luchar. Recuerdo que al entretiempo ya íbamos ganando 3-0 y los chicos estaban incrédulos. El míster les dijo que esto era real y metimos un gol más. A fin de esa temporada conseguimos el ascenso a Segunda División”.
Dice el doctor Elmer Huerta que además de la estrategia, la técnica y las condiciones físicas, el aspecto motivacional es clave en el fútbol. De eso se trata la psicología deportiva, de mantener la sed de triunfo a nivel colectivo.
LA GOLEADA DE ALCORCÓN POR 4-0 AL REAL MADRID
La tarea no es fácil porque como bien apunta el psicólogo brasileño Flavio Gikovate: “Nada es aparentemente tan colectivo y esencialmente tan individual como el fútbol”.
Pero por alguna razón la presencia del psicólogo está escondida en este deporte. Los clubes no suelen divulgar que lo tienen, salvo excepciones como la ‘U’ que lo hizo público esta semana. Hay técnicos como Ángel Cappa que si bien respetan esta profesión, creen que el psicólogo debe ser el propio entrenador. “Él piensa que encargarle a otra persona que te haga ese trabajo es como pedirle a un amigo que te seduzca a la que quieres que sea tu novia”, escribió el periodista Ricardo Montoya.
Otros son motivadores, prefieren guiarse por conocimientos empíricos o por su capacidad de oratoria. Qué mejor ejemplo que la famosa charla técnica del uruguayo Juan Ramón Carrasco en medio de una cancha: “¿Esto qué es?”. “Una pelota”. “Tóquenla. ¿El cuero de dónde viene?”. “De la vaca”. “¿Y dónde vive?”. “En el campo”. “¿Y ahí qué hay?”. “Pasto”. “¿Qué come la vaca?”. “Pasto”. “Entonces dénle pasto” y puso a rodar el balón.
En el otro extremo está Pékerman. Él trabaja con Marcelo Roffé, autor de 10 libros sobre psicología y fútbol. Roffé dice que muchos entrenadores no desean que una figura se interponga entre el futbolista y ellos. “Pero si entrena lo físico, lo táctico y lo técnico, tienen que entrenar lo mental. No debería haber discusión”. Y miren el éxito que ambos han logrado en Colombia.
Al final, como dice Ricardo Montoya: “Si el psicólogo se convierte en herramienta de asesoría o consulta y delimita bien su campo de acción, puede ser un instrumento de suprema utilidad”.
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— DT El Comercio (@DTElComercio) May 3, 2015
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