Golpeados por las lesiones y por una inesperada mala temporada, Liverpool y Chelsea se deshicieron entre nervios, llevaron su partido de este sábado en Anfield al límite de la tensión y firmaron un empate sin goles que no le sirve a ninguno, un triste festejo para el partido 1.000 de Jürgen Klopp en el banquillo “red”.
Distanciados 19 puntos del Arsenal, el líder, y a diez puntos del cuarto puesto antes de que comenzase la vigésima jornada de la Premier, a Liverpool y Chelsea no les urgían solo los tres puntos, sino que precisaban también recuperar sensaciones; sentirse importantes ante un rival con el que habitualmente han pugnado por el título, a la espera de recuperar efectivos.
Por eso, brindaron un partido vibrante, nervioso y por momentos caótico, de área a área y con numerosas imprecisiones.
Amenazó más en la primera mitad el Chelsea, al que el VAR le anuló un gol de Kai Havertz por fuera de juego en el minuto 3 y que media hora después vio cómo Alisson le sacó sobre la línea un remate de cabeza de Benoit Badiashile en el área pequeña, pero recuperó el control antes del descanso el Liverpool, que con el uruguayo Darwin Núñez en el banquillo tan solo se acercó con algo de peligro por medio de Cody Gakpo, su fichaje estrella en el mercado de invierno.
Animado por ese final del primer tiempo, el conjunto de Klopp cargó con todo a la vuelta del vestuario. Encerró en su campo a los “blues” y remató en los diez primeros minutos de la reanudación más que en tres cuartos de hora previos.
Tanto asustó el Liverpool, que Graham Potter optó por recurrir al ucraniano Myjailo Mudryk, el veinteañero por el que el Chelsea ha pagado 100 millones de euros -bonus incluídos- al Shakhtar Donetsk.
Sin apenas entrenamientos en Londres, el ucraniano no necesitó mucho tiempo para demostrar por qué es una de las grandes promesas del fútbol europeo y, en 10 minutos, firmó la primera ocasión ‘blue’ -que envió al lateral de la red de Kepa tras regatear a dos rivales- y le sacó una amarilla a James Milner, sustituido poco después por Trent Alesander-Arnold.
Con Darwin Núñez en el campo para contrarrestar el empuje rival, con las gradas incendiadas y el encuentro roto, Liverpool y Chelsea anunciaron más peligro que eficacia en las áreas y no encontraron el camino al gol, mientras Klopp se desgañitaba en la banda, incapaz de encontrar la fórmula que le permitiese festejar con un triunfo su partido mil, obligado a admitir que, la cita de febrero contra el Real Madrid en la Liga de Campeones, adquiere una importancia vital para enderezar la campaña.
EFE.
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