En el equipo de fútbol sala del instituto Whitchurch de Cardiff, un jugador destacaba por su portentoso físico. Muchos creían que se iba a dedicar al atletismo y no al fútbol. Hasta sus entrenadores le aconsejaban que se incline por primer deporte. Pero él amaba golpear el balón. Le gustaba anotar y gritar los goles más que cualquier otra cosa. Un amigo suyo de ese equipo, recuerda que la primera vez que lo vio jugar, hizo un chalaca y el balón golpeó en el travesaño. "No sé por qué lo hacían jugar de lateral", le dijo Richard Tatham al diario Wales on Sunday.
Por supuesto que nos referimos a Gareth Bale, el futbolista galés que ayer se convirtió en uno de los nuevos ídolos del Real Madrid. Su fantástico gol en Mestalla ha dado la vuelta la mundo. Fue el tanto del triunfo, el grito final de toda una afición que vio como el '11' de su equipo recorrió 58 metros en 8 segundos a una velocidad de 27km/h. Una corrida heroica, inolvidable y que hoy lleva a recordar una cosa: cuando tenía 14 años, Bale hacía los 100 metros planos en nada menos que 11,4 segundos. Es decir, 1.8 segundos más lento que el récord mundial que ostenta Usain Bolt (9,58s).
Liam Palmer era uno de los jugadores del Instituto que peleaba con Bale por ser el mejor del equipo. "La gente me decía que yo era mejor que Gareth", cuenta. Sin embargo, hoy sus destinos son totalmente distintos. Palmer juega en el fútbol semi profesional, en el Llanwern FC y cobre 35 euros por partido. Además, trabaja como vendedor de componentes eléctricos. Bale, vale recordarlo, le costó más de 100 millones de dólares al Madrid.
Pero Bale no solo se destacaba por su talento individual con el balón. Era un buen amigo, todos los recuerdan así. Hubo un gesto solidario suyo que Chris Holcombe nunca olvidará. Fue hace 10 años y lo cuenta como si hubiera sucedido ayer. Hasta se emociona. "Un día rompí mis guantes entrenando. Yo no tenía dinero para comprar otros y Gareth me regaló unos suyos que él guardaba de buena marca". Y aseguran que dentro del campo, si bien era atacante, nunca renunciaba a defender. "Me salvó el pellejo más de una vez", narra el ex arquero del equipo escolar en el que jugaban.
Pero, ¿quién y cómo descubre a Gareth Bale? Su nombre es Rod Ruddick. Es uno de los ojeadores más reconocidos del Southampton y tiene por costumbre buscar talentos en el sur de Gales. Un día, conoció a Gareth Bale cuando tenía 16 años. Pero no estaba jugando fútbol, sino futsal. "Vi en él una habilidad impresionante para correr y dejar atrás a sus rivales. Tal como lo hace hoy", cuenta Ruddick en el diario Wales Online. Bale reconoce que Ruddick influyó mucho en su carrera. No solo lo llevó a la Premier sino que lo educó y guío por el buen camino.
Ruddick siempre vio en él un potencial enorme. Según cuenta, un día le dijo a Bale que aprenda a hablar español, porque él podía jugar en cualquier equipo del mundo. Cuando Gareth llegó a Madrid, sorprendió a todos al saludar a los hinchas del Real en castellano. El vaticinio de Rod se había cumplido. Sin embargo, no ha sido fácil Bale adaptarse al equipo merengue. Llegó lesionado, sin haber hecho pretemporada, se perdió partidos claves y en algún momento se insinuó en España que Ancelotti lo quería vender. Hoy Carlo lo quiere más que nunca. Bale es el nuevo Rey de Madrid.