Desde muy chico, el fútbol siempre fue su pasión. Cuenta su papá que llegó a tener 23 pelotas al mismo tiempo. Las pateaba todas, siempre con la zurda. Vivía feliz con ellas. Sin embargo, le costaba jugar con sus compañeros. No era un tema de capacidad, sino de miedo al qué dirán. Matías Dutour, de 19 años, nació con una malformación en el brazo izquierdo y llevaba siempre una prótesis.
El hoy jugador de las divisiones menores del Nacional de Montevideo, y que recientemente fue promovido por el ténico Álvaro Gutiérrez para entrenar con el plantel profesional, recuerda esos momentos con emoción. "No quería que se me salga la prótesis porque mis compañeros lo iban a ver raro. Pero un día, jugando, se me cayó dos veces. Y de pura calentura no me puse de nuevo la prótesis, me la quité y seguí jugando", cuenta. Desde ahí, no le interesó más lo que diga la gente.
Dutour siguió jugando. Comenzó a interesar a las divisiones menores de varios equipos de Primera División. Sus condiciones como lateral izquierdo eran del agrado de los agentes. Zurdo, de buen pie, pegada, y físicamente un chico con muy buenas condiciones. Pese a la malformación con la que nació, Dutour no da ventajas en la cancha. Es un guerrero. "Donde estoy ahora, en Nacional, es un sueño. Es algo increíble. Esto demuestra que todos podemos salir adelante", cuenta.
Su debut en las menores de uno de los equipos más populares de Uruguay "fue soñado", asegura. Le temblaba todo, pero a medida que corrieron los minutos agarró confianza. Es así que un centro suyo desde la izquierda terminó en el gol del empate de Nacional. A dos minutos del final, un penal a favor de su equipo le permitió debutar con un triunfo. "Es mentira eso de que algo es imposible", repite una y otra vez. Y tiene razón. Su desarrollo en el fútbol profesional así lo demuestra. Su sueño ahora es jugar en Primera y estaría muy cerca de lograrlo.