A veces se nos hace difícil entender a Kylian Mbappé. Es así para los hinchas de este lado del planeta porque la foto de Pelé alzado al peso por Jairzinho en México 1970, o la de Diego Armando Maradona en la que supera por los cielos —con la mano— al inglés Shilton, son carátulas habituales de la historia futbolística de nuestra región. Ambos retratos no podrían haber sido inmortalizados en otra competencia que no sea una Copa del Mundo.
LEE MÁS: Pedri, el “Golden Boy” de España que busca la Eurocopa 2024: del rechazo en el Madrid a figura en el Barcelona
No es sorpresa, entonces, que cuando el francés de 25 años asegura que la Eurocopa se le hace un certamen más complicado que una justa mundialista haya quienes no reparen en críticas. Que además se tejan elucubraciones que se deslizan entre la molestia y la reprimenda, las mismas que se acrecientan cuando se rememora que poco antes del Mundial de Qatar 2022, la ‘Tortuga Ninja’ sostuvo que “en Sudamérica el fútbol no está tan avanzado como en Europa”.
Justificada o no, la pompa que se genera cada vez que el delantero se enfrenta a los micrófonos tiene una faceta inadvertida. Más allá de que sea normal que no se quede despierto hasta la madrugada para ver la Copa Libertadores, este sobredimensionamiento, la posibilidad de que estemos todos equivocados, encuentra razón en que el fanático sudamericano a menudo olvida que la medalla de campeón mundial brilla desde hace casi seis años en la vitrina del galo; la de subcampeón, con tres goles suyos en la final, no le termina de enorgullecer; y porque —qué duda cabe— Kylian Mbappé está decidido a ganarlo todo.
Esto último no es una interpretación antojadiza ni mucho menos el anhelo de un entusiasta en redes sociales. Hace apenas unas semanas, la flamante nueva contratación del Real Madrid señaló con miras a la Eurocopa 2024 y a su nuevo club que, si bien reconoce sus victorias, estas todavía no le aguardan un legado duradero en el balompié. “He logrado muchas cosas, pero sigo siendo joven y quiero hacer más porque quiero, como ya dije, que mi nombre quede en la historia del fútbol. Así que hay mucho por hacer y no es suficiente ahora”, le confesó a Amanda Davies, de CNN, sobre su futuro.
Hijo del camerunés de origen nigeriano Wilfried Mbappé Lottin, que llegó a Europa como refugiado, y de la argelina Fayza Lamari, Kylian creció en el barrio marginal de Bondy, a 25 kilómetros al noreste de París. Si bien se trata de una zona conflictiva y pobre, el lugar es más visible hoy por el halo célebre que envuelve a aquellos sitios de donde provienen las estrellas de rock, el cine o, como en este caso, el fútbol. Cuenta L’Équipe que el entonces niño le decía a sus familiares, compañeros de colegio y maestros que se convertiría en el mejor jugador existente; tiempos en los que también tuvo una cuenta de Facebook con el nombre de Kylian Robinho Gaucho, en la que cuestionaba a Lionel Messi, quien sería luego su compañero en el Paris Saint-Germain (PSG), e idolatraba a Cristiano Ronaldo.
La familia de ‘Kiki’ siempre estuvo estrechamente ligada al deporte. Su padre fue entrenador de fútbol del A.S. Bondy, club en el que su madre fue jugadora de balonmano. Como era de preveerse, el joven Kylian fue formado en dicho equipo hasta que a sus catorce años (2013) dio el salto a las menores del A.S. Monaco. Tras su debut a finales de 2015 todo fue en ascenso para él, pues ya en el primer equipo fue campeón de la Ligue 1 la temporada siguiente (2016-2017), llamando la atención de gigantes de Europa por su potencia, velocidad, gambeta y facilidad para el gol.
Representado por su madre, ducha abogada y empresaria, de ese tanteo por hacerse con los servicios de Kylian salió airoso el PSG, que con 180 millones de euros totales sobre la mesa pudo vencer en la puja al Real Madrid. Mucho se ha comentado sobre aquel ostentoso traspaso, aunque ha sido el propio jugador el que ha indicado que no quería estar demasiado lejos de su familia y que le significaba un deber contribuir al crecimiento de la Ligue 1.
Fue en el 2018 que se produjo el hito futbolístico que le dio al extremo izquierdo un lugar en donde algunos ídolos de la era padecieron un viacrucis: ser campeón del mundo. En Rusia, fue un gol de Mbappé el verdugo de las esperanzas de la selección peruana de alcanzar los octavos de final del torneo. Precisamente en dicha instancia, el atacante marcó un doblete en el triunfo de ‘Les Bleus’ sobre Argentina (4-3). Y por si fuera poco, se dio el lujo de anotar en la final ante Croacia (4-1).
El que alcanzase aquella gloria con apenas 19 años no hizo más que engrandecer el semblante del parisino. Casi de inmediato fue puesto en el selecto bolo de jugadores jóvenes llamados a tomar la posta de un Cristiano Ronaldo al que el galardón más importante del fútbol siempre le fue esquivo, y al que Lionel Messi pudo acceder —irónicamente— al derrotarlo a él (Qatar 2022), que marcó un hat-trick en la que los entendidos coinciden que fue la final más emocionante de todos los tiempos (3-3). El heredero generacional definitivo.
La suma de estos incidentes, ninguno de ellos producto de la casualidad, son tal vez el secreto del porqué con sus 1.78 metros de estatura, Kylian Mbappé parece más grande y raudo que cualquier defensa o centrocampista en la cancha. Lo venidero desarrolló sus dotes de líder, le deparó goles y títulos por doquier en la Ligue 1 y la Copa de Francia, aunque la Champions League y la Eurocopa todavía se avizoran como objetivos pendientes.
Sin el peso de tener que demostrarle nada a nadie y ante la ausencia de estampas de su envergadura en la selección francesa, el crecimiento de ‘Donatello’ no solo transcurre por su obsesión de dejar a cuanto rival se le cruce por el gramado o el de marcar la mayor cantidad de tantos posibles. “Cuando se habla de un jugador no es solo sobre sus goles, solo sobre sus trofeos. Es también lo que generas en la gente, las emociones y la forma en la que puedes ser un jugador completo, la forma en la que ayudas a tus compañeros a ser mejores. ¿Si anoté 42 goles y el año que viene anoto 43 ya soy mejor? No, es más que eso, y por eso quiero entender mejor el juego, el mundo del fútbol y tener experiencia”, decía a CNN en mayo pasado, pese a que no han faltado quienes lo han culpado de ser ególatra y egoísta.
Otro cantar denota ser su nexo con lo que acontece, algo que lo distingue en comparación a una gran cantidad de deportistas e íconos del entretenimiento. Así como no debería haber ni la más mínima discusión en que el fútbol es inherentemente político, tampoco debería haberlo en reconocer que para hablar sobre la sociedad y lo que le aqueja se requiere conocimiento y valentía. Y aquí Mbappé vence, porque nunca es más fácil notar a los que realmente brillan que cuando esos muchos que tienen influencia social se esconden. A pocas horas del debut de su selección en la Eurocopa 2024, el delantero hizo luces de su cualidad para leer la coyuntura al disparar contra el partido ultraderechista de Marine Le Pen (Agrupación Nacional) al emplazar a los jóvenes franceses a votar en las próximas elecciones legislativas.
En plena sintonía con su compañero de selección Marcus Thuram (hijo del campeón mundial Lilian Thuram), que había adelantado que “tenemos que luchar para impedir que pase la RN (Rassemblement National)”, Kylian hizo un llamamiento a la consciencia por una situación política que tildó como “inédita”. “La Eurocopa es importante en nuestra carrera, pero somos ciudadanos y no estamos desconectados de lo que pasa en nuestro propio país [...] Estoy en contra de los extremos, dividen. Hay jóvenes que se abstienen, pero su voz sí cambia las cosas. Quiero estar orgulloso de defender a un país que representa mis valores. Esto es más importante que el partido de mañana porque la situación del país es diferente. Creo en los valores de la diversidad, la tolerancia y el respeto [...] Espero que elijamos bien y espero que estemos aún orgullosos de llevar esta camiseta el 7 de julio (día del balotaje)”, señaló Mbappé ante la prensa, lo cual ocasionó un nuevo revuelo mediático. Nada a lo que sus seguidores y sus críticos no estén habituados.
Con gestos aparentemente más cercanos a la madurez que a la picardía, salvo por sus apreciaciones sobre el futbol sudamericano, las preguntas sobre el ‘Kiki’ político o su rol en el Real Madrid pueden esperar. Por ahora, encara la Eurocopa 2024 con el rostro enfocado en los años de sequía de su selección sobre dicho torneo, el cual no alzan desde la edición de Bélgica y Países Bajos 2000. Mike Maignan, Eduardo Camavinga y Antoine Griezmann son los nombres claves para que, bajo la dirección de Didier Deschamps y la guía del ariete, Francia se encamine nuevamente hacia un trofeo continental; y ni siquiera la fractura de nariz sufrida en el epílogo de la primera fecha cuando vencieron a Austria le impedirá cumplir su misión, pues descartó una operación y usará una máscara.
Quién sabe. En términos deportivos posiblemente nunca terminemos de entenderlo, pero tal vez para Kylian Mbappé la cubierta del libro histórico del fútbol europeo no necesariamente deba llevar una foto suya cargando la Copa del Mundo. Porque más allá de la antipatía o la profunda admiración que instaura su figura por estos lares del globo, si hay algo en lo que podemos coincidir es que lo mejor de él aún está por verse.