Lionel Messi y Erling Haaland han cometido el pecado de sus vidas malacostumbrándonos a verlos celebrar. El primero lleva varios años en esto (casi dos décadas) mientras que el segundo más de un lustro. Uno ya tiene 35 años y el otro apenas 22.
En su momento, si no fuera por sus partidas y el testimonio de sus familias existiría la duda si son como nosotros, un amasijo de carne, hueso y nervios, o más bien vinieron de otra parte para conquistar nuestra atención y acaso nuestros afectos. Para deslumbrarnos y entretenernos.
A sus 35 años, Messi ha dado diversas muestras de humanidad. Pero en este 2022 está volviendo por sus fueros. Hoy anotó una ‘pintura’ en el empate a uno entre el Paris Saint Germain y el Benfica en Lisboa. Como dice el periodista argentino Pablo Varsky: verlo anotar así es la rutina de lo extraordinario. Aunque también es cierto que fue sustituido por cansancio. Al menos dice su entrenador Christophe Galtier.
Tras una combinación entre Mbappé y Neymar, la ‘Pulga’ disparó un zurdazo en primera que el griego Valchodimos fue a buscar a la red. Lo ha hecho por lo menos una vez cada semana desde que debutó, pero hasta ahora los arqueros desconocen el truco para atrapar la pelota. En Messi la pregunta no es cómo sino cuándo. Todos sabemos lo que hará, pero no en qué momento.
Benfica es uno de los 40 clubes a los que Messi ha ajusticiado en la Champions League. A pesar de que el punto en Portugal no sabe a tanto, tratándose del equipo de ensueño que se carga el PSG, los registros de Messi en esta temporada, que posiblemente marcará su última aparición en los mundiales, son alentadores para quienes hemos crecido junto a él: ocho goles, y ocho asistencias.
Reconvertido en un habilitador para preservar su brillantez, Messi no ha perdido ese radar para hallar a sus compañeros mejor ubicados entre un mar de piernas. Se ha vuelto un ducho pateador de tiros libres, una lección para todos aquellos que piensan que es muy tarde para seguir aprendiendo.
De Haaland, el noruego que pudo jugar por Inglaterra pero no quiso, llegará la hora en que se nos acabarán los adjetivos para describir con precisión la inmensidad de su talento para embocar goles. Con su doblete en el 5-0 ante el Copenhague, ya no solo es el goleador de la Premier League (14), sino también de la Champions (5). Y todo en doce partidos. Ha logrado en unos meses lo que a otros les costó una década y a veces ni eso.
Sus números interpelan a los goleadores de otras épocas. Los deja mal, como si fueran jugadores corrientes. Los baja de su pedestal. Y lo peor es que no se le ha notado incómodo con ningún defensor. Todos acaban siendo sus víctimas. Y juega Haaland. Es un centrodelantero con la velocidad y la destreza de un media punta. Por ahora su resumen de goles no es vistoso, pero gana por demolición.
Incluso, gracias a Haaland, Pep Guardiola se ha olvidado de los falsos 9 y esos artilugios modernos con los que revolucionó el fútbol. Guardiola, por cierto, es el eslabón entre estos dos. El español ha coincidido con los años más estelares de los dos. Claro, a Haaland todavía le falta demostrar regularidad. Hacer lo mismo por una década. El tiempo será testigo.
Lo cierto es que, claramente, son muy diferentes en el juego. Y por eso mismo debemos esperar cosas distintas de ellos. A la edad de Haaland, Messi era capaz de fabricarse sus propios goles. Calentaba el motor y emprendía una corrida que solo podía ser frenada por la patada artera. Haaland, en cambio, necesita de sus compañeros. También puede iniciar estampidas feroces y tejer paredes, pero es más un asesino serial. Un tipo que no tiene clemencia con sus contrincantes.
Lionel Messi y Erling Haaland. Pasado y futuro que se entrelazan en este 2022. El rey y el sucesor.
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