Si el tiempo es dinero, en el caso de Lionel Messi cada segundo vale 1.3 dólares. Ese es el resultado de una división simple de los aproximadamente 43 millones que, según el medio catalán La Vanguardia, ganará el argentino al final de su primer año de contrato con el Inter Miami CF, su nuevo club desde julio. Y dólares sobran en esa ciudad.
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El alcalde Francis Suárez ha llamado a Miami “la capital del capital”, debido al auge económico que vive desde hace una década. La atención que atraerá Messi es la oportunidad perfecta para que esta ciudad del norte de la Florida, asociada históricamente con el exceso y el peligro, le muestre al mundo en qué se ha convertido.
El futuro es ahora
Financial Time ha bautizado a Miami como “la ciudad más importante de América”. Hay muchas maneras de sustentarlo. En los últimos 15 años, ha sido la de mayor crecimiento económico de Estados Unidos. El buen clima, su infraestructura, los bajos índices de criminalidad y la baja tributación han permitido este reciente escenario de prosperidad.
Hay quienes ven en Miami una nueva Manhattan por el desarrollo de nuevos proyectos inmobiliarios. Muchos medios se preguntan si se convertirá en la nueva Silicon Valley. Históricamente, ha sido un destino para jubilados de todo el país. Pero el paisaje está cambiando. En 2019, un estudio de Robert Half Technology reveló que Miami era la ciudad que más contrataba profesionales de la industria tecnológica. También se ha convertido en el destino laboral más deseado por jóvenes profesionales de esta industria, por encima de San Francisco, según un informe realizado por la plataforma Jotform.
En mayo de este año, @AshleyDCan preguntó en Twitter a qué ciudad podía mudarse que sea amigable con las criptomonedas, la marihuana, que tenga oportunidades laborales y “mucho por hacer”. Elon Musk le respondió: “Probablemente Miami”. El alcalde Suárez aumentó la apuesta: “Definitivamente Miami”.
Vale la pena soñar
El auge de la ciudad y el ascenso del campeón argentino han seguido caminos paralelos. En agosto de 2014, la escritora Pamela Druckerman publicó en The New York Time un artículo titulado Miami crece. Un poco, en el cual hizo un retrato de una ciudad cambiante, que desde 2008 había visto multiplicarse los condominios de lujo y el surgimiento de una escena artística vibrante. “Creo que Miami está tratando de encontrar una manera de ser un centro de ideas y cerebros”, dijo en aquel entonces el teórico de estudios urbanos, Richard Florida. Pocos vislumbraban en esas señales que una década después se hablaría del “Milagro de Miami”.
El 2008 también fue especial para Messi. A mitad de ese año terminó la temporada con el Barcelona por primera vez con doble dígito en goles (16) y asistencias (13). Tampoco era obvio en aquel entonces que se convertiría en el mejor de la historia. Menos que jugaría en la MLS, aunque ese era su sueño. “Siempre tuve la ilusión de vivir en Estados Unidos, de vivir la liga ahí”, admitió en una entrevista de 2020 con el periodista español Jordi Évole.
‘Lio’ llega coronado como campeón del mundo a una ciudad con una gran tradición deportiva. Allí nacieron los Miami Heat, tres veces campeones de la NBA y finalistas de la última edición. También es hogar de los Dolphins, franquicia de fútbol americano con dos Super Bowls en sus vitrinas, que juega de local en el Hard Rock Stadium. Cada año, hacia fines de verano, este recinto multiusos es adaptado para que allí se dispute el torneo de tenis Master 1000 de Miami. Además, posee un trazado a su alrededor en el cual, desde 2022, se corre la fecha más mediática de la temporada de F1. Por el paddock de cada escudería han desfilado algunos de los deportistas más famosos del mundo. Ahora con Messi, la ciudad tendrán al más famoso de todos.
Welcome to Miami
El camino hacia la bonanza actual ha sido empinado. En la década de 1980, la serie policial Miami Vice retrató la ciudad como un cóctel de fiestas, luces de neón, tráfico de drogas y violencia. La ficción se parecía mucho a la realidad. En 1981, se registraron 621 homicidios por muerte violenta, el número más alto en la historia de Miami. También ha sido famosa como destino de millones de latinos. Entre 1990 y 2017, cerca de 170 mil peruanos llegaron a Miami y se quedaron allí a vivir, según la Superintendencia Nacional de Migraciones del Perú.
Hoy, el alcalde Suárez se jacta de que Miami atrae tanto a personas de todo el mundo como a grandes capitales. En 2019, el multimillonario estadounidense Carl Icahn trasladó la mitad de las operaciones de su fondo de inversión de Nueva York a Miami. Lo mismo hizo su par Ken Griffin, que mudo las oficinas de su firma Citadel desde Chicago en 2022.
La pandemia y el teletrabajo gatillaron la migración de sector de altos ingresos y también de clase media hacia el sur de Florida. La Oficina del Censo de Estados Unidos calcula que más de 700 mil estadounidenses se mudaron a Miami entre abril de 2020 y julio de 2022. Principalmente, llegaron de Nueva York, Chicago y del estado de California. Messi es solo el más célebre de esa nueva ola migratoria.
Messi League Soccer
En este ambiente de opulencia, alta tecnología y desarrollo, justamente el que desentona es el Inter Miami. El equipo rosa fue fundado en 2019 por los hermanos Jorge y José Mas, dos empresarios oriundos de la ciudad e hijos del cubano Jorge Mas Canosa, un conocido opositor a Fidel Castro. El ex futbolista inglés David Beckham se unió al proyecto como accionista minoritario (10%), pero también como imagen.
Por ahora, el impacto del Inter Miami ha sido más mediático que futbolístico. En sus tres temporadas en la Major League Soccer (MLS) no ha obtenido ningún título, ni ha llegado a instancias finales. Tampoco en la MLS Cup. Hoy marcha último en la tabla general de la Confederación Este. El escenario tampoco ofrece mucho glamour: el club hace de local en el DRV PNK Stadium, una estructura provisional para 18 mil espectadores.
La dirigencia, sin embargo, es ambiciosa. En 2018, se aprobó por referéndum la construcción del Miami Freedom Park, un proyecto de 52 hectáreas con un costo que bordea los 900 millones de dólares y que incluye un estadio para 25 mil espectadores, un centro de desarrollo tecnológico, un hotel de 750 habitaciones, parques y canchas de fútbol públicas.
A Messi también se le presenta un proyecto deportivo que va más allá del club y que parece un camino directo para jugar una última Copa del Mundo. En diversas entrevistas, el delantero ha dicho que ve esa opción muy difícil. Hoy tiene 35 años y al torneo llegaría con 39. Sin embargo, Estados Unidos será sede de la Copa América 2024 y también anfitrión, junto a México y Canadá, del Mundial 2026. Tiene así la oportunidad de defender sus dos títulos con Argentina sin el engorroso trámite de viajar a otro país. Miami promete hacerle la vida más fácil.
El sol no brilla para todos
El crecimiento de la ciudad en los últimos años también proyecta sombras sobre algunos de sus habitantes. La migración desde otros estados, la vuelta al trabajo en oficina y el turismo han convertido a Miami en la novena ciudad con el peor tráfico del mundo, según el estudio 2022 Global Traffic Scorecard. Esto le cuesta a cada conductor 105 horas extra en su coche al año.
Conseguir una vivienda, o conservar una, tampoco está siendo fácil para todos. Un informe de RealtyHop ubicó en 2021 a Miami como la ciudad más cara para vivir en relación con los ingresos promedio de sus habitantes. Lizzie Suárez, portavoz del grupo activista Miami Workers Center, le dijo a Los Angeles Times que en los dos años posteriores al inicio de la pandemia de la COVID-19 se habían registrado 22 mil procesos de desalojo en la corte de la ciudad.
En una carta abierta publicada en El Comercio, el periodista argentino Andrés Oppenheimer felicitó a Messi por mudarse a Miami, pero le advirtió que no todo anda bien allá, que el gobernador del estado es el republicado Ron DeSanti, un furibundo opositor de la comunidad LGBT, la inmigración, el aborto y la protección del medioambiente, pero a su vez un promotor de la tenencia de armas sin permiso. “Lionel, ten cuidado con los políticos antiinmigrantes como DeSantis o Trump”, escribió Oppenheimer. “Seguramente intentarán acercarse a ti para fingir que algunos de sus mejores amigos son hispanos. Recuerda, Miami es fantástica, pero Florida no tanto”.
La llegada de Messi no solucionará los problemas sociales de la ciudad. Ni siquiera asegura al propio Inter Miami ganar campeonatos. Solo hay la esperanza de que el cambio de ambiente le permita recuperar la felicidad que, él mismo ha admitido, no halló en sus dos años en el Paris Saint Germain. Si eso ocurre, hará goles y puede que ayude al club a obtener títulos. Aún para los menos afortunados de Miami, la ciudad tiene cosas buenas que ofrecer, como el espectáculo del mejor futbolista del mundo en el equipo local. Vale la pena aprovecharlo. Al derecho de celebrar un buen gol, por ahora, nadie le ha puesto precio.