Es inevitable no recordar con una sonrisa a Paolo Rossi, a pesar de que privó al mundo de que una de las mejores selecciones de la historia alzara la Copa en España 82.
Tres goles insospechados, hechuras de un prodigio del oportunismo como él, acabaron con el Brasil de Telé Santana, la más lujosa expresión de fútbol que se haya visto alguna vez sobre un campo de juego. Zico, Falcao, Toninho Cerezo, Sócrates, Junior, Eder y los demás monstruos que integraban ese maravilloso equipo (a pesar de Serginho y Waldir Peres) regresaron a casa con las manos vacías y la imagen congelada de ‘il Bambino’ y su sonrisa infinita.
Rossi era un delantero terrenal, estaba lejos de ser un fuera de serie. Su intuición lo hacía distinto. Era el típico ariete que merodeaba el área olfateando el gol y aparecía en el momento justo para meter la frente o el zapatazo salvador.
Días antes de su inspirada jornada en el Sarriá de Barcelona, había jugado ante Perú en Vigo. Fue un partido que quienes andamos por la base cinco recordamos por tres razones: el zurdazo del ‘Panadero’ Díaz que se transformó en el empate –previo impacto en Scirea-, el parche con que jugó Jaime Duarte tras romperse la ceja en pleno partido y el encontronazo entre José Velásquez y el árbitro Walter Eschweiler, quien terminó piernas arriba, con la boca sangrando y un diente menos.
Esa tarde –mañana para nosotros; recuerdo que pusieron un televisor en mi salón de clases-, Rossi fue controlado por Díaz y Salvador Salguero, los centrales nacionales, y ya no regresó para el complemento. Su mala actuación parecía darle la razón a la prensa de su país, que criticó su convocatoria porque llevaba dos años sin jugar a causa de una suspensión por un escándalo de apuestas ilegales (el ‘Totonero’).
Pero Enzo Bearzot, el técnico italiano, no le perdió la fe. Paolo recién se destapó en el partido ante los brasileños. Luego marcaría dos tantos en la semifinal ante Polonia y uno en el cotejo definitivo ante Alemania, que los azzurri ganaron 3-1. En España se graduó de ídolo.
Hace algunos años estuvo en el país para jugar un amistoso a beneficio de la obra que realizaba el padre Ugo de Censi en Áncash y antes del repechaje ante Nueva Zelanda, se refirió a la selección de Gareca con palabras elogiosas.
Perico León, Maradona, Alejandro Sabella y ahora Paolo Rossi. El 2020 sigue sin darnos tregua.
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