Jugó en cinco países. Recorrió el mundo con el Santos de Brasil junto a Pelé, el mismo que lo llevó al Cosmos de Estados Unidos. Compartió vestuario con otros cracks como Beckenbauer, Cruyff y Best; y luego se hizo amigo de Di Stéfano y Maradona. Siendo el primer peruano en llegar al fútbol norteamericano, opina sobre Messi en el Inter Miami y recuerda a su gran amigo: ‘O Rei’.
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—¿Sorprende que Messi haya llegado a Miami después de ganar un Mundial?
No, porque el poder económico es lo más importante que hay en el fútbol en estos momentos. Y Estados Unidos, junto a los países de Medio Oriente, están en los primeros lugares económicamente.
—¿Cree que debió quedarse en la élite del fútbol europeo?
Creo que está en la edad justa. Tiene 35 años. ¿Qué cosa va a hacer en Europa si le están ofreciendo mucho más dinero con menos exigencias en Estados Unidos? Se nota que está jugando tranquilo.
—¿La llegada de Messi se compara a la de Pelé al Cosmos?
No es igual. Cuando Pelé llegó, el fútbol en Estados Unidos recién estaba comenzando, no había la competitividad que hay actualmente. Los clubes están con mejores profesionales.
—Messi ganaría entre 50 y 60 millones de dólares por año. ¿Cuánto ganaría Pelé hoy?
Hoy, Pelé sería el mejor pagado del mundo, ganaría más que Messi y Cristiano Ronaldo. Él es un aparte. No puede entrar en la comparación con ninguno. Primero está él, y ya luego puedes comparar a Maradona, Messi, Cristiano.
—Usted fue el primer peruano en jugar en Estados Unidos. ¿Cómo se dio su llegada y cuánto influyó Pelé?
El Santos me había puesto el ojo desde antes del Mundial de México 70. En 1969 jugamos dos partidos ante Brasil, primero en el Maracaná y luego en la inauguración del estadio Beira Río, y en ambos destaqué. En ese momento, Zito, el gerente deportivo, por recomendación de Pelé, vino a Lima para comunicarme que me querían. Pero la familia Bentín, que eran los dueños de Cristal y también mis protectores, no quisieron dejarme ir porque creían que era muy joven aún.
— ¿Y cómo así llega?
Ya cuando estaba en Racing, en 1974, Santos llegó a Argentina para jugar un amistoso con Huracán de César Luis Menotti. Me citaron al hotel, con venia de mi club, y conversamos. Me pidieron ir al Santos, acepté.
—Luego Pelé se fue al Cosmos de Nueva York y decidió llevarlo con él...
Claro. Yo llegué al Santos en el 74 y Pelé se va al Cosmos en el 75. Pero ese año que jugamos juntos, nos entendíamos muy bien, tanto dentro como fuera del campo. Entonces se va al Cosmos, un equipo muy pobre futbolísticamente, y luego regresa a Brasil para hablar conmigo y pedirme que lo acompañe.
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—¿Cómo era el fútbol cuando llegó al Cosmos?
Mucho menos exigente de lo que se ve ahora. Era más como partidos de exhibición. Pero fue mejorando porque los demás clubes comenzaron a llevar figuras. Los Ángeles Aztecs ficharon a George Best; Tampa Bay, a Rodney Marsh; San Antonio Thunder, a Bobby Moore… y así. El espectáculo pasó a ser competencia.
—Cosmos era de la Warner Bros, ¿cierto? ¿Cómo eran esas pretemporadas en Hawái o Bermudas, o encontrarse a estrellas en los vestuarios?
Era otro mundo. Por ejemplo, ya había visto a Mohamed Alí por televisión, pero todos los domingos lo tenía a mi lado en el camarín. U otras figuras como Rod Stewar.
—¿Cómo era Pelé como persona, como amigo?
Completamente normal. Era uno más del grupo. Bien bonachón, muy tranquilo. Le gustaba cantar, andaba con su guitarra en las concentraciones. Santos tenía una especie de Hacienda, en la Montaña de Sao Paulo, en el que concentrábamos. Había un lago y a él le gustaba pescar.
—¿Cómo fueron sus últimos días? ¿Logró conversar con él?
Clodoaldo y Manoel María, dos excompañeros del Santos, me mantuvieron al tanto. Con Pelé hablé un par de veces. Estaba enfermo, no tenía voluntad para hablar mucho.
—¿Cómo tomó la noticia de su fallecimiento?
Yo pensé que era inmortal. Me dejó consternado porque lo quería muchísimo, mantuvimos una gran amistad.