El viernes 28 de agosto, Sport Boys anunció en sus redes sociales la desvinculación de Adrián Zela. “Lamentamos tener que tomar esta decisión pero dada la coyuntura actual, el club tiene que velar por los valores de la institución, así como cumplir y hacer respetar los protocolos dictados por el Estado y la FPF”, fue parte del comunicado. Dos semanas después, y ante la imposibilidad de ser contratado por otro equipo de la Liga 1, el defensa fue anunciado como nuevo jugador del Sport Chavelines de la Liga 2.
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-Luego de subir con Municipal y en algún momento pelear por la permanencia, ahora tienes el reto de ascender.
Felizmente se pudo dar esto de la Liga 2. En lo personal, cuando me tocó salir de Boys tenía dos opciones: dejar de jugar los últimos cuatro meses del año y esperar el próximo, porque lamentablemente el libro de pases de la Liga 1 está cerrado; o tomar una de las dos opciones que se habían presentado de la Liga 2. De ellas, la más seria era la de Chavelines, que va de la mano con lo que busco que es competir al mejor nivel posible. Y en un torneo bastante atípico, solo son nueve fechas para llegar a la liguilla final, los cuatro primeros juegan semifinales y final, y así en once partidos puedes subir a la Liga 1.
❗𝗕𝗜𝗘𝗡𝗩𝗘𝗡𝗜𝗗𝗢, 𝐀𝐃𝐑𝐈𝐀𝐍❗
— Chavelines (@SportChavelines) September 9, 2020
⚽Anunciamos la incorporación del jugador 𝐀𝐝𝐫𝐢𝐚́𝐧 𝐙𝐞𝐥𝐚 por toda la temporada 2020.#FuerzaChavelines #RumboAPrimera pic.twitter.com/yURGGMv5UO
-Has jugado en Copa Perú, Primera División, ahora Segunda. Incluso hubo una época en la que dejaste el fútbol.
De hecho, yo debuté en Coronel Bolognesi. Hice menores ahí y luego pasé a Universitario. Dejé de jugar fútbol profesional por tres años, me fui a Estados Unidos a estudiar y me dediqué al negocio familiar. De hecho, en el 2013 vuelvo al Perú y jugué liga y Copa Perú porque siempre me ha gustado el fútbol, es mi pasión, sin importar el nivel que sea me gusta competir.
-Te conviertes en un jugador identificado con Municipal. ¿En tus planes estaba jugar tanto tiempo ahí?
El primer año en ‘Muni’, en 2014, cuando ascendemos, no pensé eso. Cuando llegué, pensé en tratar de conseguir la meta, que era ascender. Cuando subimos y en 2015 me toca jugar en Primera, se consolida una identidad total. Y ahí mi intención fue quedarme, porque tenía una deuda pendiente con los hinchas, y la tengo todavía, que es salir campeón con Municipal. En 2016 estuvimos cerca, que fue cuando llegamos a semifinales. Pero me siento bastante tranquilo por todo lo que le di a la institución.
-¿Eres hincha de ‘Muni’?
Sí, me considero hincha. Siempre quiero que le vaya bien, más allá de quienes sean los jugadores o entrenadores, porque los hinchas son los mismos.
-¿Y estando ahí es que te pones como meta llegar a la selección? ¿Te pusiste esa meta?
Siempre quise jugar en la selección. Fue mi sueño. Pero ese sueño pasó a ser una meta, lo vi mucho más conseguible y alcanzable, así que comencé a trabajar muy duro. En 2016 me pongo la meta seria y justo fue el año que mejor me fue, con ‘Muni’ peleamos los primeros lugares y me sentí a un nivel para competir en la selección. Todo ese año no se me dio, pero seguí y seguí intentando y se me dio la oportunidad en el 2017. Obviamente me hubiese gustado jugar más partidos, tener más convocatorias, llegar al Mundial. Pero me quedo bastante tranquilo porque se que me he esforzado muchísimo y nadie me regaló nada.
-¿Te acuerdas cómo se dio tu convocatoria?
Me acuerdo cada detalle. Todo. Bueno, primero se comunicaron conmigo para el tema de la visa a Nueva Zelanda. Y salió la convocatoria inicial y no estaba mi nombre. Recuerdo que ese fin de semana, Alianza jugó el viernes y se lesionó Miguel Araujo. Yo no estaba viendo el partido, pero me enteré porque un amigo me llamó para contármelo. Y de la lista de los que sacamos la visa, de centrales solo quedaban Alexander Callens y yo. Así que me entró una ansiedad increíble, no dejaba de pensar en si me iban a convocar o no. Al día siguiente fui a entrenar y dejé de pensar en eso, porque me tocaba jugar el domingo con ‘Muni’. Pero ese sábado, mientras estaba almorzando, me entró una llamada de la persona de la Federación con la que había tramitado la visa. Apenas vi la llamada, se me paró el corazón. Literal.
-¿Qué te dijo?
Que estaba siendo convocado, que el día lunes tenía que presentarme en la Videna. Y luego de eso, no sabía que hacer. La llamada me cortó el almuerzo. Llamé de inmediato a mi familia. Y en ese momento, lanzaron el comunicado de mi convocatoria en las redes sociales de la selección, y me comenzaron a bombardear de llamadas de mi familia, amigos, periodistas. Así que decidí alejarme del celular, digerir la noticia y concentrarme en el partido del día siguiente, que era contra la San Martín. Y así fue, porque felizmente jugué bien, metí un gol y ya luego pensé en la selección.
-Y ese lunes llegaste como el alumno nuevo a la clase.
Totalmente. Yo llegué y sabía que ellos tenían como grupo una forma de ser, de actuar muy cuajada. Así que intenté observar para tratar de acomodarme a algo que ya estaba funcionando. Se notaba una convivencia muy amena. Con muchos de ellos ya había jugado, eran mis amigos y me recibieron muy bien. Igual, por ahí estaba atento a los detalles. Al camarín, a quien le pides la ropa, a la hora que almuerzan o desayunan, si uno se puede parar de la mesa o esperan a todos. O sea, observar esas cosas para no interrumpir esa convivencia.
-Y fue el combo completo. Convocatoria y debut. ¿Se te pasaba por la cabeza?
Créeme que sí se me pasaba por la cabeza. Lo que sí me quedo muy claro es que si me convocaban, era porque confiaban en mí. En los entrenamientos me sentí muy bien y dadas las circunstancias de cómo se dio el primer partido en Nueva Zelanda que empataron, de cara al segundo partido dije que quizás si empezamos a ganar, podría ser que entre para cerrar el partido. De hecho, como defensa comencé a pensar eso. Porque sabía que era difícil ser titular porque la pareja de centrales Ramos y Rodríguez venía haciendo un excelente papel. Pero confiaba en la posibilidad de entrar, e incluso lo sentía más probable con el 1-0 que con el 2-0, porque con el segundo gol respiramos hondo y nos sentimos ya en el Mundial. Aún así se me dio la posibilidad de entrar con el 2-0, pero no podíamos pestañear porque capaz pasaba una tragedia y nadie quería eso. De hecho, fue la experiencia deportiva más grande que me ha tocado.
-Por la magnitud del partido y todo el contexto, ¿te sentías más hincha en ese momento que futbolista?
Sí, pero una vez que escuché mi nombre para poder entrar, esas emociones que sentía al lado de la cancha, mientras calentaba y con el estadio vibrando, quedaron totalmente bloqueadas. Cuando el profesor me llamó, yo sabía que eran pocos minutos, pero que era mi oportunidad de demostrar. Que así tenga una, tenía que hacerlo bien. Y cuando sonó el pitazo final, sí salieron todas esas emociones. Lloré como un niño. Lo primero que pensé fue en mi familia, que de hecho estaba en el estadio. Todo lo que me costó estar ahí, las personas que me decían que no lo iba a conseguir, que no era bueno, cosas negativas. Pensé que felizmente no les hice caso, seguí luchando por mis sueños y pude decir que clasificamos al Mundial, que estoy pisando la cancha del Nacional. Somos poquitos los afortunados que podemos decir eso.
-¿Tienes algo de ese día?
Tengo todo de ese partido. El short, la licra, las medias, el uniforme con el que calentamos. el polo de apoyo a Paolo Guerrero, la camiseta y hasta el gorrito que nos dieron después de clasificar.
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-¿Y hablaste después con Gareca?
En ese momento todo era celebración, una locura. Entraron algunos familiares y no se pudo. Hablé con él tiempo después, ya cuando había dado la lista de los convocados al Mundial. Justo fui al hotel donde estaban concentrados para recoger unas cosas, y conversamos ahí. Me recibió súper bien, me invitó a cenar con el equipo. Le comenté que igual iba a viajar a Rusia a ver a la selección, y me dijo que cuando quiera vaya al hotel allá, que era bienvenido.
-¿Te ilusionaste con ser convocado para el Mundial?
Me ilusioné muchísimo. Después de clasificar, mi meta al 100% era esa. Pero sentí que para ser considerado para el Mundial, era imprescindible estar en las dos convocatorias previas. Supuse que si el ‘profe’ consideraba llevarme al Mundial, primero tendría que darme algunos minutos, o un tiempo, en alguno de los amistosos y poder demostrarle que podía competir al más alto nivel. Por eso me esforcé mucho para estar en esas dos convocatorias, pero al final no fui considerado y ahí si yo vi que iba a ser todo mucho más difícil.
-Uno se imaginaba que te ibas a quedar mucho tiempo más en Municipal. Eras capitán del equipo. ¿Por qué te vas? Recuerdo en su momento que se habló de una diferencia económica.
Esa es una mentira gigantesca. Casi todos los años tuve propuestas económicas mucho más interesantes en otros lados, pero me quedaba en ‘Muni’. El año pasado fue muy duro, de demasiado desgaste. Había mucho desorden, perdimos muchos puntos en mesa. Yo como capitán me gané muchos pleitos que al final me correspondían, porque tenía que sacar cara por mis compañeros. Pero eso me terminó desgastando, y sabía que si para el 2020 no me ofrecían un plan que me dé tranquilidad como jugador, lamentablemente no me podía quedar. Y así fue. Mira que incluso ‘Muni’ este año fue el último equipo que contrató, recién en la primera semana de enero. Incluso en algún momento estuvo en riesgo su participación en el campeonato.
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-¿Y te vas a Boys porque tu prioridad era seguir en Lima?
De hecho tenía todo avanzado con un equipo de provincia, pero lamentablemente al mismo tiempo nos enteramos de una enfermedad grave de mi madre. Y en ese camino de recibir la noticia, aparece lo de Boys. Así que a raíz de ese problema familiar mi prioridad pasó a ser quedarme en Lima y jugar en Boys era muy interesante también para mí. Lamentablemente las cosas no se dieron como hubiese querido, pero estar en un club con tanta historia y con hinchas muy pasionales era un gran reto para mí.
-¿Pudiste hacer una autocrítica de lo que originó tu salida de Boys?
Para comenzar, no me esperaba irme así de Boys. Yo llegué con mucha ilusión de conseguir cosas importantes y no me deja nada cómodo cómo se dieron las cosas. Creo que los dirigentes también se equivocaron mucho en el trato que me dieron. Y si nunca salí a dar mi versión ni a declarar, fue porque no quería meterme en un ambiente donde lamentablemente vende la basura y el morbo. No quería ser parte de ese juego, porque dijeron cosas que no se dieron, que no eran reales. Obviamente también hay una autocrítica, cometí una falta y lamentablemente con este estado de emergencia encima, uno no puede recibir a su primo, a su papá o a su hermano. Es lo que la ley dice. Dudo mucho que la gran mayoría de personas lo cumplan a ese nivel, pero dieron a entender que yo organicé una fiesta en mi casa y es mentira.
-Con esto que ha pasado, ¿sientes que te han puesto la etiqueta de jugador indisciplinado?
Pese a todo lo que digan, no me considero un jugador indisciplinado. Puedes preguntar a la gente que está adentro del fútbol, como entrenadores, futbolistas y dirigentes, y todos te van a decir que llego temprano a cada entrenamiento, que ayudo a mis compañeros y que me entrego al máximo. Para mí es imposible destacar si no estoy bien físicamente, si no me cuido, si no me alimento bien. Soy un jugador muy físico. Si no hubiese este decreto de urgencia, no pasaba nada porque no estaba haciendo nada malo. Eran las 11 de la noche y estaba a punto de irme a dormir. No estaba en una fiesta y menos ingiriendo alcohol. Indisciplinado es un adjetivo que va muy lejos de quién soy.
-¿Todo esto afectó mucho a tu familia?
Sería mentirte decirte que no afecta, pero después de pensar bastante al respecto saqué una conclusión y lo más importante es saber quién eres. Si tú lo sabes, nadie te puede decir nada. Todos cometemos errores. El que diga que no, es un mentiroso. Y ahora toca aprender de ellos para no cometerlos en el camino.
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