“Este año, con la hinchada y jugadores…”
Los que viven a los alrededores del estadio dicen que Matute aún se sigue moviendo. El recinto ubicado en el corazón de La Victoria fue el epicentro de una especie de movimiento sísmico ocasionado por 30 mil enajenados que han perdido la cordura de la manera más hermosa, dejándose llevar por el amor. Y el eco de los cánticos, de los gritos furibundos de los goles, aún se siguen escuchando en las gradas, como si el estadio estuviese encantado. Porque ayer, para que Alianza Lima derrote 2-0 a Melgar, le de vuelta al 1-0 de la ida y se proclame bicampeón nacional; no solo fue por el planteamiento del Chicho Salas que logró resucitar al equipo, también fue gracias al hincha.
LEE: El corazón de Chicho Salas: un gigante y su quinto título con Alianza
Durante sus casi 122 años de vida, la historia de Alianza nunca se pudo contar sin mencionar a su gente, su hinchada. El equipo del pueblo. Ese que rompió los récords de asistencias este año, que llenó el Alejandro Villanueva y todos los estadios donde jugaron los íntimos de La Victoria. Ese que hizo historia en el fútbol femenino llevando -una vez más- 30 mil personas en la final nacional en la que se consagraron, y también llegó hasta Huacho para darle aliento al equipo de reserva que levantó el título después de once años.
¡𝗕𝗜𝗖𝗔𝗠𝗣𝗘𝗢𝗡𝗘𝗦, 𝗣𝗔𝗣𝗔́!😏💙#AlianzaBicampeón#JuntosHastaElFinAL pic.twitter.com/lflIj4nOoL
— Club Alianza Lima (@ClubALoficial) November 13, 2022
Después de días convulsivos, con algunos desadaptados que aprovechan las redes sociales para dar rienda suelta a su lado matonesco, en Matute el hincha sabía que tenía que jugar su partido, que el resultado en contra no se iba a remontar solo en el campo de juego. Desde temprano, las principales calles victorianas lucían los colores azul y blanco, y se escuchaban cánticos a todo volúmen en algunas casas o tiendas. “Blanquiazul, vaya al frente”, era uno de los himnos de guerra para esperar el partido estelar.
Nunca estuvo en duda la realización del partido. Pero el mal augurio a que algún desadaptado haga algo que arruine todo estaba en el aire. Por eso, cuando la delegación de Melgar se hizo paso por la avenida Isabel La Católica en un bus de la Policía y con cientos de agentes resguardando su camino, el hincha atinó a cantar, a hacer sentir su localía de esa manera, como si fuera un futbolista que ya tiene tarjeta amarilla y no puede cometer una sola falta más porque se irá a las duchas.
La hinchada jugó su final aparte. “Esta final la jugamos todos”, fue el mensaje del club a través de sus redes sociales. Y el hincha aceptó el compromiso. Vestidos de azul y blanco -algunos de blanquimorado, esperando quizá algún milagro extra de octubre-, muchos se persignaron ante la imagen del Señor de los Milagros que está en el hall de socios ubicado en la tribuna occidente y salieron a las gradas a cantar. Faltaban casi dos horas para que inicie el partido, pero Matute ya retumbaba.
VIDEO RECOMENDADO
Cuando Ángelo Campos salió a calentar, alzó las manos pidiendo más aliento. El portero fue una de las figuras del equipo en el año y sobre todo en la final. Criado en las entrañas de Alianza Lima, sabe el papel importante que significa el aliento que baja desde las gradas. El mismo gesto hicieron Hernán Barcos y Chicho Salas. Goleador y técnico. Referente e ídolo. Quizá los más queridos por la gente.
Esta vez no hubo pedidas de mano, tampoco los entretenimientos antes del partido o en el medio tiempo. Ni Kiss Cam ni Igualitos. El contexto no lo permitía. El grupo “Barrio Calavera” se presentó minutos antes del encuentro para cantar “Este amor no es para cobardes”, uno de los himnos aliancistas. Y en los quince minutos de descanso, la reconocida cantante Bartola hizo su aparición. De ahí, el ambiente era tenso, de guerra. Había instrumentos musicales y banderolas, pero aún no era un día de fiesta.
Un padre abraza a su hijo que quizá esté viviendo su primera final en el estadio. Lo abraza porque sabe lo que ocurrirá en los próximos 90 minutos o algo más. Lo abraza porque intenta transmitirle tranquilidad aunque él por dentro se esté muriendo de nervios. Lo mismo con los asistentes que miran a cada instante su celular para ver si ya van a ser las 8, si ya saldrán los equipos al campo, si ya empezará -de una vez por todas- el martirio de aguantar una final en casa con el antecedente del 2019 en el que se quedaron a un gol de celebrar un nuevo título. ¿Y si pasa de nuevo?, se preguntaban. Esta vez no, se respondían mirando al cielo. ¿Esta vez no, cierto?
VIDEO RECOMENDADO
MIRA: Yordi Vílchez, del autogol en Arequipa a desatar la fiesta en Matute
El Alianza de Salas al ritmo de la tribuna
Si algo tiene el Alianza Lima de Guillermo Salas es que juega al ritmo de la tribuna. Y eso a veces resulta favorable, pero en otras ocasiones no. El equipo íntimo escuchó el silbato inicial como si fuera el disparo inicial de una carrera de cien metros planos. Salió furibundo, como pedía el hincha. Pero la imprecisión se hizo presente en cada pase.
Pasaron 30 minutos, el marcador seguía en cero y en las tribunas la impaciencia se empezaba a notar. No hubo silencio, hubo cánticos, pero uno que otro se cogía la cabeza, miraba su reloj. Ir abajo en el marcador y no anotar ese gol del empate era un martirio, porque Alianza tampoco generaba ocasiones para eso. Todo lo contrario, Melgar tuvo un par de ocasiones que sembraron el miedo en las gradas.
Pero el tanto de Yordi Vílchez, en los descuentos del primer tiempo, hizo estallar el estadio. Los abrazos de felicidad, los gritos de euforia y hasta el llanto de algunos… esa sensación de que el objetivo final estaba cerca, a pocos centímetros, y que no había nada que los pudiera detener.
El gol del central, que jugó la final con un dolor en la rodilla, trajo tranquilidad, pero también fue combustible para el segundo tiempo. Más aliento, más cánticos, más presión desde las tribunas. Hasta que llegó el tanto de Pablo Lavandeira. El uruguayo-peruano marcó el gol del triunfo pero en su festejo no lo podía creer. Lloró mientras abrazaba a Hernán Barcos. Y en las tribunas habían otros Lavandeiras que lloraban de emoción mientras se dejaban caer en los brazos del padre, del amigo o incluso de algún hincha al que conocieron en Matute y desde esa noche son hermanos de corazón.
Cuando el árbitro Bruno Pérez sonó el silbato final y los jugadores aliancistas empezaron a caer al césped de la emoción, en las gradas el festejo se hizo eufórico. “El bicampeón, el bicampeón”, empezaron a cantar antes de reconocer al Chicho Salas -hoy, un ídolo más de la institución-, Hernán Barcos y al propio Lavandeira, quien su pasado en Universitario de Deportes, el archirrival, quedó totalmente enterrado.
La celebración de Ángelo Campos haciendo el #SuccarChallenge, ese festejo que Alexander Succar, jugador de la ‘U’, hizo viral en el último clásico, fue repetido en las gradas. Algunos hinchas incluso lograron burlar la seguridad para meterse al campo y cumplir su sueño de estar al lado de sus superhéroes que acaban de regalarle una alegría inmensa.
La Victoria está de fiesta. Los fuegos artificiales, los cánticos se hicieron escuchar durante toda la noche, mientras algunos vecinos sentían que Matute aún se sigue moviendo, sigue temblando. Alianza Lima es bicampeón del fútbol peruano, tanto en la Liga 1 como en la Liga Femenina. Es campeón del Torneo de Reservas y de los más ganadores en los torneos de menores. Es, en definitiva, un 2022 blanquiazul.
----
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Por la vía del KO: Pereira venció a Adesanya en UFC 281 y es campeón de peso mediano
- Alianza Lima vs Melgar: ‘Grones’ vencieron 2-0 a los ‘Rojinegros’ y se llevan la Liga 1
- Alianza Lima es bicampeón del fútbol peruano tras derrotar a Melgar
- Fiesta en Matute: Alianza Lima y el preciso momento en el que levanta el título
- Ver PSG - Auxerre hoy online gratis: transmisión en directo