Marco Quilca León

El abrazo de dos completos desconocidos en la tribuna después de un gol. La imitación de un grupo de niños a la clásica celebración del ‘Pirata’ Hernán Barcos con la mano izquierda tapando un ojo y el otro brazo levantando por todos los aires. El hombre que se arrodilla y reza a la imagen del Señor de los Milagros que se ubica en el hall de socios de la tribuna Occidente. La familia que llegó desde el Cusco para ver por primera vez al equipo de sus amores. El señor que justamente aprovechó ese viaje para pedirle a su pareja, arrodillado y en medio de miles de anónimos que se identifican por la misma camiseta, sellar su amor eterno con un hermoso anillo. Eso es , que reúne mil historias cada fecha en cada una de las gradas del estadio Alejandro Villanueva.

LEE: Con premios 200 veces más grandes que en Perú y equipos casi ‘europeos’: Brasil y sus secretos para dominar el fútbol en Sudamérica

La alegría incontenible de los niños que saltan en la tribuna junto a sus padres, madres y hermanos mayores. Los hinchas que se ven sorprendidos por la ‘Kiss Cam’ o el ‘Igualitos’ que implementó el departamento de marketing para entretener al público durante el medio tiempo. Las mujeres que no dudan en bailar el pegajoso ritmo de la canción del artista cubano llamado ‘Wampi’ y que Aldair Rodríguez la hizo viral en TikTok tras anotar un gol hace varias semanas. Eso también es Alianza Lima, el campeón del Clausura que trae al estadio a grandes y chicos.

La preocupación de Jairo Concha por el estado de Hernán Barcos que, luego de anotar un gol, salió lesionado aquejando algunos golpes. La pasión con la que dirige el Chicho Salas desde su zona técnica que parece no tener límites porque en más de una oportunidad pisó la línea del campo en su intento de que sus dirigidos, cual orquesta sinfónica, hagan lo que él pide. La emoción de Josepmir Ballón que acaba de cumplir cien partidos con camiseta blanquiazul y recuerda el duro camino que recorrió el equipo este año para llegar hasta donde están. Las lágrimas de Pablo Lavandeira y el posterior agradecimiento a sus compañeros porque le hicieron ganar su primer título como profesional en 14 años de carrera, lejos de su natal Uruguay pero en el país que lo recibió con los brazos abiertos y ahora lo adoptó como uno más. Eso también es Alianza Lima, el campeón del Torneo Clausura que tiene en su plantel líderes y jugadores comprometidos en el objetivo.

Fue una tarde de domingo de fiesta y regocijo. Con invitados especiales como Pedro Gallese y Wilder Cartagena, quienes estuvieron en uno de los palcos de la tribuna de occidente firmando autógrafos y tomándose fotos. También estuvieron otros referentes como José Soto o Junior Viza. Una tarde que empezó con fiesta en las calles de La Victoria vestidas de blanco y morado por última vez en el año. y posicionándose en la final de la Liga 1 tras ganar el Clausura gracias a un sprint final de ocho victorias (y una derrota) en nueve partidos.

MIRA: Alianza Lima y cómo podría reemplazar a Arley y la posible baja de Barcos

¡”Olé, Olé, Olé, Olé… Chicho, Chicho!”, se escucha desde las cuatro tribunas cuando el técnico camina por el gramado de Matute en dirección a su zona mientras agradece el cariño del hincha. Como jugador, Salas ganó cuatro títulos nacionales con Alianza. Se retiró en 2012 en León de Huánuco, pero en silencio se preparó y volvió a La Victoria en 2015 para trabajar en las divisiones menores o como asistente de los entrenadores de turno. Casi siempre en la sombra. En 2020, en medio un meses muy duros para el club, tomó las riendas del equipo un solo partido (goleada 4-0 a Melgar) pero luego lo volvieron a dejar atrás. Este año, tras la salida de Bustos y luego de perder el clásico, volvió a coger el fierro caliente y demostró para qué está hecho. Por eso el hincha lo quiere, lo ovaciona.

En definitiva, el Chicho es el hincha que se metió al lado de la cancha. Vive los partidos como tal. Camina de lado a lado y nunca deja de dar órdenes. Grita, se desespera, habla con su asistente, Kenji Aparicio, y luego vuelve a gritar. Misma escena se vive en las tribunas, sobre todo la de occidente. No falta el que sin estudios creerse mejor que Guardiola. Y le exige al DT aliancista que haga cambios porque en su análisis vio que hay una grieta en la zona izquierda que resguarda Ricardo Lagos sin apoyo del extremo. Grita también. Le pide a sus jugadores que bajen luego de un ataque fallido. O les enseña, desde su lejano lugar, cómo debe perfilarse para patear un balón, aunque obviamente no será visto.

El fanático también es médico. Porque cuando Hernán Barcos acusó un golpe en la pierna derecha -y luego en la cadera-, algunos diagnosticaron lo peor, lo que hizo que muchos empiecen a rezar al Señor de los Milagros por el último milagro de octubre. El alma regresó al cuerpo de los 30 mil asistentes cuando el ‘Pirata’, autor de uno de los goles de la victoria junto a Pablo Míguez, caminó sin mucho problema hacia el banco de suplentes y sonriendo a la tribuna.

Más allá de un segundo tiempo en el que los íntimos bajaron el ritmo frenético con el que empezaron el partido, Matute nunca dejó de ser una fiesta. Los cánticos, las arengas, los aplausos y las ovaciones no faltaron. Todos unidos en un corazón blanquimorado celebraron el título del Clausura y el acceso directo a la gran final de la Liga 1. El rival aún no se sabe. Está entre Cristal y Melgar. Pero no importa mucho. En estos momentos, el pueblo blanquiazul no deja de celebrar que por quinto año, en los últimos seis, peleará el título nacional.

“¡Nos vemos en la final!”, se dicen los que hace un rato eran desconocidos y hoy son dos amigos más. Porque eso es Alianza Lima, más que un equipo de fútbol. Como dice la canción: “primero buenos amigos, después a darle al balón”.


----