Marco Quilca León

El padre que carga a su menor hija sobre sus hombros mientras ella levanta un pequeño peluche de ‘Potrillo’, una de las mascotas de Alianza Lima, por todo lo alto. El niño que baila en la tribuna Sur con las pegajosas canciones de la barra. La niña que le dice a su madre que un día, quizá no muy lejano, estará en ese campo pateando un balón “como Lúcar, mamá”. Y los 30 mil hinchas que sonríen y festejan con los fuegos artificiales sin importarles estar manchados con el humo blanco y morado, como si estuvieran empanizados.