Fue una de sus últimas apariciones como administrador de Alianza Lima. Lo hizo con la intención de limpiar su imagen pero también con cierta valentía porque no había pasado mucho tiempo del bochornoso incidente en Matute en el que alguien -hasta ahora no se encuentra al culpable- apagó las luces del estadio para estropear las celebraciones de Universitario. Y, claro, lo culparon a él, a José Sabogal, entonces la cabeza del club. Fue una entrevista de casi dos horas, en diciembre de 2023, en las que hizo dos anuncios al hincha aliancista, casi como un político que promete en tiempos de elecciones: “el presupuesto para el 2024 será histórico” y “seremos muy prolijos a la hora de contratar”.
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Sabogal no sabía -o quizá sí-, pero apenas unas semanas después de aquella charla dejaría su cargo en el club. Aunque sus palabras aún son recordadas por el hincha, sobre todo por el fracaso que ha significado este 2024 para un club acostumbrado a pelear el título nacional (desde 2017 suma tres títulos y cinco finales) que hoy solo se conforma con ser Perú 4 para la próxima Copa Libertadores. Es decir, empezará el torneo continental desde la fase 1, con las consecuencias económicas que eso trae: recibirá 400 mil dólares por parte de Conmebol y ya no los tres millones que obtienen los que van directamente a la fase de grupos (la ‘U’ y Cristal, por ejemplo).
Entonces las preguntas que se hace el hincha en estos días de rotunda tristeza son: ¿Qué se hizo mal en Alianza Lima para derrumbar el castillo construido con un bicampeonato? ¿Por qué fracasó el proyecto deportivo encabezado por el asesor externo Néstor Bonillo -hoy asistente de Ricardo Gareca en la selección chilena- y Bruno Marioni, quien no continuaría como gerente deportivo? ¿La salida del inexperto Marioni es la solución a todos los problemas? ¿Cómo afrontar el 2025 con lo que sería un presupuesto limitado? Veamos.
Un 2024 lleno de errores
El 5 de enero de este año, en la sala de conferencias del estadio Alejandro Villanueva, Bruno Marioni, entonces flamante director deportivo, se presentó para dar a conocer el ambicioso proyecto deportivo para la temporada. Apoyado con una presentación en PPT, el argentino expuso todo acerca de la reestructuración deportiva que iba a sufrir Alianza Lima.
Aquel día, Marioni cometió el primer error, quizá por su inexperiencia en el puesto: sentenciar. “Dentro de la reestructuración decidimos traer un perfil de futbolistas, y dentro de esa estructura no están Paolo Guerrero ni Carlos Zambrano”. El tiempo le enseñó al argentino que en el fútbol no se puede dar por hecho algo, no de esa manera. Zambrano, que en esos días entrenaba separado del primer equipo, terminó volviendo y siendo figura y capitán del equipo en el año. Y Paolo fue contratado para el Clausura anotando los mismos goles (4) que Pablo Sabbag, el que se suponía iba a ser el ‘9′ titular.
La reestructuración estuvo a cargo de Néstor Bonillo, quien era el asesor externo. El preparador físico elaboró un organigrama en el que, según fuentes de este Diario, se crearon puestos para más de 30 personas. Cuando se fue a la selección chilena siguiendo a Ricardo Gareca, todo pasó a manos de Bruno Marioni y Federico Flores, el secretario técnico que trabajó junto a tres scouts.
Marioni señaló, en esa conferencia, que el objetivo de la reestructuración era renovar el plantel y mejorar el estándar físico. Y a lo largo del año se hizo. El club íntimo contrató 17 jugadores en la temporada, de los cuales cinco fueron extranjeros.
Sin embargo, de todos ellos, son contados los que realmente rindieron. De los cinco refuerzos extranjeros, solo Juan Pablo Freytes tuvo un rendimiento aceptable y terminó renovando su contrato hasta 2027. Después, el panameño Jiovany Ramos, quien llegaba procedente de Deportivo Táchira de Venezuela, empezó como stopper por derecha, pero perdió el puesto antes de lesionarse. Lo mismo ocurrió con su compatriota Cecilio Waterman. El delantero apenas marcó cinco goles y dio una asistencia en 19 partidos. Sufrió tres lesiones en el año, la última de ellas (fractura del hombro) lo dejó fuera desde julio.
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En el mediocampo Alianza dejó ir a Josepmir Ballón para intentar dar un salto de calidad con la llegada de Adrián Arregui. Desde el club señalaban que buscan un volante que no solo tenga como virtud marcar, sino que sea el primer pase de salida. Definitivamente no funcionó. El otro refuerzo, Sebastián Rodríguez, que en teoría iba a ser el ‘10′ del equipo -de hecho usaba ese dorsal-, fue el encargado del primer pase, quitándole el puesto a un Arregui que tuvo que terminó jugando 25 de los 40 partidos disputados por el equipo íntimo.
Sumado a ellos, la institución blanquiazul decidió renovar el vínculo con Pablo Sabbag, el llamado a ser el ‘9′ titular del año. Sin embargo, el delantero dejó la pretemporada aliancista para jugar la Copa Asia con Siria y, para su mala suerte, terminó sufriendo una lesión en el tobillo que lo dejó fuera por casi cuatro meses (se perdió 22 partidos).
A principios de año el mal armado del plantel obligó a Alianza a reconsiderar a Carlos Zambrano y fichar sobre la hora a Jeriel de Santis, un ‘9′ por el que pagaron una cifra aproximada a 200 mil dólares y no marcó ningún gol.
Lo mismo ocurrió para el Clausura en el que, tras la lesión de Waterman, ficharon a Paolo Guerrero (a quien le habían cerrado las puertas a inicios de año) y a Matías Succar. Además de Kevin Quevedo, quien llegó en reemplazo de Kevin Serna, uno de los pocos refuerzos buenos que llegaron a tienda íntima.
Alianza fue, desde principios de año, un plantel sin jerarquía. Y quedó demostrado en los cruces con sus rivales directos. Los blanquiazules no le pudieron ganar a ninguno de los equipos que terminaron en las cinco primeras posiciones: perdió los dos partidos con el campeón Universitario y Cusco FC (5°), empató y perdió con Cristal (2°) y Melgar (3°). Que haya peleado el Clausura hasta la última fecha -y la haya perdido de manera increíble en su estadio- fue un regalo divino que no supieron aprovechar.
A la infinidad de errores cometidos, también está la negociación fallida con Cristian Díaz, quien iba a ser el nuevo técnico de Alianza ante la salida de Alejandro Restrepo. Hubo un contrato firmado de por medio que el club, encabezado por Bruno Marioni, no quiso reconocer y todo terminó con una denuncia en la FIFA que podría significar pérdidas económicas al club.
Luego de tres años consecutivos accediendo directamente a la fase de grupos de la Copa Libertadores y planificando un año con los tres millones de dólares que brinda la Conmebol por la clasificación, Alianza Lima deberá afrontar el torneo desde la fase preliminar y con apenas 400 mil dólares. Todo eso en el año en el que la ‘U’ celebró su centenario siendo bicampeón.
La inminente salida de Bruno Marioni es totalmente necesaria por los incontables errores que cometió en su primera experiencia como director deportivo. Sin embargo, no es la solución al problema de raíz. “Hasta hace una semana, para el Fondo Blanquiazul, Marioni era un capo y se tenía que quedar sí o sí. Yo creo que su salida ha sido para apagar el fuego por todo lo que está pasando. ¿Qué era lo más fácil? Sacarlo”, analizó Henry Quinteros en el programa “Desmarcados”. Mientras los que están detrás, sin mostrar su rostro, sigan decidiendo mal y viendo al club como una mina de oro para sacar dinero, el hincha tendrá que soportar fracasos como el de este año, o aún peores.
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