El reloj dirá que el gol fue en el minuto 95. Es que cuando te quema tanto el balón, puede pasar en cualquier momento, incluso en la última jugada del partido. De pronto un partido que mostraba la cara fea de la Copa Libertadores -de esos duelos imprecisos, peleados, cerrados, se volvió de emoción total para los paraguayos y lamento general para los peruanos.