En La Victoria se respira el aliancismo a cada paso que se da. Las calles son esas arterias que se nutren del corazón llamado Alejandro Villanueva, Matute para los amigos. El azul y blanco pintan la alegría del lugar y la historia morena se mezcla con el amor de todas las sangres para celebrar los 121 años de Alianza Lima. El 15 de febrero de 1901, en la calle Cotabambas, un grupo de adolescentes fundó una historia. Nació en el Centro de Lima, en La Victoria creció y en todo el Perú se hizo grande.
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En Matute nos reciben dos leyendas. Ídolos y Embajadores de la institución: Víctor Zegarra (Chincha, 1940) y Jaime Duarte (Lima, 1955). Ocho títulos entre ambos, compañeros en el bicampeonato del 77 y 78. Nadie mejor que ellos para intentar sintetizar qué significa el aliancismo. “¿Alianza? Alianza es la alegría”, nos dice ‘Pitín’, quien vestido de corto era de esos volantes habilidosos que bailaban encima del balón. De aquellos a los que daba gusto ir a ver al estadio. “Pero todo el mundo cree que la alegría es chacota. No es así. Es la confianza en sí mismo, de que haré mi mejor partido. Nosotros hemos crecido así”, complementa el ‘Chiquillo’ Duarte, el mejor lateral en la historia del club. Aguerrido, potente.
—¿Qué significa ser aliancista?
Duarte: ¿Sabes qué somos en Alianza? Somos el legado. El legado aliancista está en nosotros, corre por nuestras venas. Somos esencia, historia. Somos la alegría del pueblo y tenemos que seguir así. El maestro ‘Pitín’ se lo transmitió a Teófilo Cubillas, José Velásquez, César Cueto y a mí. Fue mi compañero, mi entrenador y mi amigo. Él me enseñó qué es Alianza Lima. Y yo se lo enseño a todos los que pueda. El ‘Cholo’ Castillo decía que no hay un curso de entrenador que le diga al jugador cómo hacer para que quieran a un club. Él amaba al club y siempre puso a la institución por encima de todo. Ese es el legado que nunca se puede perder. Hay que seguir creciendo. Yo con todo respeto digo que la garra no es patrimonio de ningún club. El ‘Cholo’ me trajo aquí para que maneje toda la defensa desde niño, por mi carácter. Eso también es Alianza: corazón.
Zegarra: Yo he conocido mucha gente que me decía: “fui a ver a tal equipo pero al final salí siendo hincha de Alianza”. Porque Alianza es la esencia, la alegría y eso es lo que quiere el hincha. El aliancista es así de feliz. Recuerdo cuando Javier Castillo, que en ese entonces jugaba en el Defensor Arica antes de venir a Alianza, decía: “esos negritos desde el camerino ya salen bailando. Hay que agarrarlos desde el primer momento”, ja ja ja. El camerino parecía una fiesta. En esa época estaba de moda la guaracha. Los jugadores nos inspirábamos así para salir a ganar, a disfrutar del fútbol.
Duarte: Complemento lo que dice el maestro ‘Pitín’. ¿Sabes cuál es nuestro lema en menores? “El fútbol de Alianza es alegría. Pero todo el mundo cree que alegría es chacota y no es así. La alegría en Alianza Lima es confianza en sí mismo, de que voy a hacer mi mejor partido y alegre, no triste. No viendo por encima del hombre al rival, siempre respetando. Nosotros hemos crecido así, con ese amor y respeto. Por eso somos Alianza, somos camiseta. Hoy, mañana y siempre.
Zegarra: ¡Así es! ¡Siempre!
—¿Cómo se hicieron hinchas de Alianza Lima?
Duarte: Yo nunca había visto jugar a Alianza de niño porque no había televisión en esa época, solo radio. Vivía en casa de mi abuelita en la Unidad Vecinal Número 3 y al frente vivía la esposa de don Rafael Castillo Ortega. Me hice muy amigo del nieto y escuchábamos los partidos por radio. Recuerdo que en la transmisión decía algo como “sí, agarra el esférico…” y yo pensaba que decían “la agarra ‘Perico’” por ‘Perico’ León. Luego recuerdo que en el velorio de Castillo estuve y veía a los jugadores de Alianza que llegaban con su terno para estar junto al féretro de uno de los que comenzó la tradición en Alianza y ahí vi todo de color lindo, esa raza negra como la gente con la que me he criado. Es más, yo le decía a mi mamá que quería ser negrito, ja ja ja. Que me pinte. Mira la identificación que tenía. Yo no pensaba ser jugador de fútbol, pero desde ahí ya era de Alianza. Incluso tengo una foto de chiquito con una camiseta de Alianza que mi mamá me había comprado. ¿Viste cómo hablamos? Con pasión porque amamos a nuestro club.
Zegarra: Yo siempre he sido hincha. Pero recuerdo que jugaba en un equipo de Barranco después de haber llegado de Chincha. Un día el señor Rafael Castillo Ortega me vio jugar en un campo de tierra cuando pasó con su camión con el que llevaba aceite para todos los distritos. Paró su camión y le dijo al copiloto, que me contó después: “ese negrito que está ahí, ese va a ser buen jugador”. Tenía una visión extraordinaria y así como se paraba en Barranco, lo hacía en Surquillo, La Victoria e iba recolectando jugadores. Y continúo con lo del equipo. A todos nos llevaron a Municipal porque no tenía equipo en sus divisiones menores. Yo acepté pero ese día me puse a llorar en mi casa. Mi mamá me preguntó qué me pasaba y yo le dije que quería jugar en Alianza, ja ja ja. Don Rafael como loco estuvo buscándome y cuando me encontró me preguntó si quería ir a Alianza o Municipal. Yo le dije a Alianza aunque ya me había inscrito en Muni. “No te preocupes”, me dijo e hizo la gestión con los dirigentes. Fui el único que salió de allí y llegué a Alianza.
—Alianza les dio mucho, pero ustedes también son parte de la historia. No solo por los títulos conseguidos sino porque formaron parte de la construcción de Matute…
Zegarra: Muchos no saben que este estadio, que ahora se ve tan lindo y lo van a seguir arreglando, era un campo lleno de piedras, tierra y un poco de pasto. Antes de los entrenamientos teníamos que sacar las piedritas para poder entrenar tranquilos, pero parece que en la noche creían más porque al día siguiente habían más piedras, ja ja ja.
Duarte: Y muchas veces, lo voy a decir ah, no nos pagaban tres meses…
Zegarra: Sí, sí, ahí voy. Nosotros queríamos tanto al club que colaboramos vendiendo los abonos cuando se iba a construir el estadio. Después de todo, un dirigente nos juntó en el medio del campo para decirnos que no había dinero para concentrar en un hotel, pero un empresario se había ofrecido a implementar el camerino en el que nos cambiabamos como un dormitorio. Todos juntos durmiendo con un solo baño. ¿Crees que había alguien molesto? No, lo tomamos como una pijamada. Estábamos contentos y así mismo salíamos a jugar. La gente se sorprendía y hasta pienso que los hinchas del clásico rival se quedaban admirados. Así jugábamos, con alegría y eso le transmitíamos al público y ellos gozaban. “¿Quién va a jugar?”, preguntaban. “Alianza”. Y así no fueran hinchas iban igual al estadio.
Duarte: No dormíamos bien, es lógico. Sin aire acondicionado, todos juntos y un solo baño. Pero nosotros no podíamos salir al campo a decir que habíamos dormido mal. Nada. Cuando estábamos en el campo todo eso queda fuera. Lo dábamos todo. Eso es Alianza Lima.
—Profesor Jaime usted debutó en el 73 cuando don Víctor estaba en la última etapa de su carrera, ¿qué recuerdos tiene de esa época?
Duarte: Mi caso ha sido muy particular porque generalmente de las divisiones menores escogían a los mejores juveniles. Yo era un flaquito de 60 kilos y de vez en cuando entrenaba con el primer equipo. Debuto porque el ‘Cholo’ Castillo reemplaza a Sabino Bártoli (Vito André Bártoli, exjugador y entrenador argentino que pasó su carrera entre Perú y Colombia). El partido anterior hubo muchos expulsados y el ‘Cholo’ se hace cargo del equipo. Yo siempre me preguntaba cómo puso a un chico que pesa 60 kilos y mide un metro 70. Imposible.
Zegarra: Y en esa época los centrales eran grandotes…
Duarte: Claro. Entonces me dieron la respuesta hace unos años: “el ‘Cholo’ vio en usted algo que en nadie más vio, que era la confianza”. Él tenía esa virtud, los ojos. A mí me preparan para el partido el jueves. Ese día no fui al colegio. El viernes vine a entrenar de nuevo y el domingo debuté. Y ganamos. Eso marca mi carrera: ganador en Alianza. Pero yo siento que si no hubiera sido por Castillo nadie se hubiera arriesgado por mí y eso también me ha pasado cuando he agarrado el primer equipo. Hay que poner a los jóvenes, promocionarlos.
—¿Llegó a marcar a don Víctor?
Duarte: No, porque yo jugaba muy atrás. Pero de niño lo veía jugar y el maestro ‘Pitín’ era como Neymar, pero efectivo. Él ha sido uno de los grandes goleadores. Si fuera solamente fina lo podríamos encasilla ahí, pero no. Los enemigos le tenían miedo. César Cueto y Teófilo Cubillas son admiradores de él. Yo me saco el sombrero, un señor. Gran futbolista y humilde. Imagínate con quién he estado yo. Con ‘Pitín’, ‘Perico’ León… ¿Cómo no voy a ser aliancista?
—Don Víctor, ¿cómo llevaba a los jóvenes como Jaime Duarte en el vestuario aliancista?
Zegarra: Eso es algo importantísimo para los chicos que recién comienzan. Tuve la suerte de que hicieran algo parecido conmigo. Ellos (los referentes) prácticamente me llevaban de la mano, con cuidado y ternura. Protegían de tal manera a los chicos que nosotros, cuando ya tuvimos un nombre, hacíamos lo mismo con los que venían de abajo. Les dábamos esa confianza y ellos sabían qué hacer y cómo hacer las cosas dentro del campo. No había el temor de qué dirán los más experimentados. Al contrario.
Duarte: A los jóvenes hay que empoderarlos, quererlos, cuidarlos. Eso es darle sentido de pertenencia y viene desde abajo. Con el maestro ‘Pitín’ me ocurrió algo y quizá él no se acuerda. Yo jugaba de volante en un 4-3-3 antes de ser defensor. Y corría mucho, que esa ha sido una de mis mayores virtudes. Un día el maestro me dice: “sobrino estás corriendo por todos lados y no estás en ningún lado. Corre en cruz”. Ese es el legado, el empoderamiento. Que él, al que yo veía de niño, me diga eso… ¿cómo no voy a aprender?
—Rafael Castillo Huapaya, el ‘Cholo’ para los amigos, era una institución en Alianza Lima. ¿Cómo era él?
Duarte: Nosotros en menores no entrenábamos todos los días como lo hacen ahora. El ‘Cholo’ nos llamaba cada dos meses para decirnos que había partido. ¿Cómo sabía nuestros puestos si no entrenábamos? Nos miraba en la calle y nos decía: “tú vas a jugar acá, tú aquí…”. Esa era su mayor virtud. Lo primero que tiene que saber un entrenador es alinear y él tenía eso.
Zegarra: Tenía una visión extraordinaria.
Duarte: claro. Él me decía: “tú vas a manejar toda la defensa”. En la cancha tenía que haber alguien que indique y ese era yo. Por eso fui capitán. Lo que nos transmitía era confianza.
Pitín Zegarra | Jaime Duarte | |
---|---|---|
Puesto | Volante | Lateral |
Títulos | 5 - 1962, 63, 65, 77, 78 | 3 - 1975, 77, 78 |
Temporadas | 1958-74, 1977-78 | 1974-85 |
Partidos | 369 | 405 |
Goles | 128 | 8 |
Fuente: Alianza Lima |
—¿Quiénes son sus ídolos en Alianza?
Zegarra: ¡Uff! Yo te diría que todos, ja ja ja. Teófilo Cubillas, José Velásquez, el propio Jaime Duarte. Y, claro, ‘Perico’ León. Una vez dije que él era igual o mejor que Pelé y se rieron. Recuerdo cuando nos fuimos de gira por todo Brasil casi tres meses y en un aeropuerto nos encontramos con el Santos de Pelé. Estábamos esperando la hora para subir al avión cuando de repente vimos un tumulto de gente que venía y dentro de todo estaba Pelé, que venía donde se encontraba ‘Perico’ León. Lo abrazó, tenían una amistad única. Ahí los periodistas le preguntaron quién sería el rey si él no estuviera y Pelé señaló a ‘Perico’. “Él sería el rey si hubiera nacido en Brasil”, dijo. ‘Perico’ era un monstruo. Yo he jugado con grandes cabeceadores como Valeriano López, pero León tenía algo especial, sabía cómo acomodarse para darle efecto a la pelota. Por eso cuando Pelé dijo eso de él, no me sorprendí. Era extraordinario. Pateaba con los dos pies, dormía la pelota con el pecho y luego le daba un empujoncito para acomodarla y darle con el efecto que quería. Lo más grande de todo es que era un tipo muy tranquilo. Todos pensaban que era matón, pero no. Lo único que él decía: “Oye, escucha lo que dice mi hermano, ah”. Siempre me apoyaba.
Duarte: Ídolo es una palabra que se adora y yo la verdad siento que hay referentes para mí. De niño he visto jugar a ‘Pitín’ y ‘Perico’. Yo he jugado con ellos. Y después jugué con uno de los mejores delanteros del mundo como Teófilo Cubillas. También con César Cueto, José Velásquez. Realmente le doy gracias a Dios que esté dentro de la referencia de épocas diversas. Te nombré algunos y al margen que han sido mis compañeros, yo soy su admirador, soy su hincha.
—Ustedes le dieron a Alianza títulos y muchas cosas más, pero ¿qué les dió Alianza?
Zegarra: Un nombre. Nosotros nunca pensamos en lo económico sino en la camiseta. Salíamos alegres a jugar. Era ese amor al club que uno lleva bien adentro. Cuando se perdía un clásico, el día lunes no salía de mi casa, me la pasaba en mi habitación. ¿Por qué? Porque cuando salía me partía el corazón que un hincha se acercara y me dijera: “‘Pitincito’ qué pasó con nuestro Alianza?”. Nuestro Alianza, decían. No con Alianza, sino nuestro. Porque siempre fuimos una familia.
Duarte: Lo que Alianza me dio ha sido poder trascender en la historia. Yo soy institucionalista, la institución por encima de todo. Eso es lo principal en el puesto que ocupo. Eso es lo que me dejó Alianza: trascender. Y también hacerlo en la selección. Por eso soy agradecido. Sin Alianza no hay selección. Por eso a los chicos de esta época cuando van a la sub15, sub17, sub20, están en esa selección porque primero Alianza les ha dado esa oportunidad. Hay mucha gente que se han olvidado de eso. Una de las cosas que yo he aprendido del maestro ‘Pitín’ es sentir el fútbol como amateur, pese a ser profesional. ¿Cómo sientes el fútbol como amateur? Como si fuera el primer día que voy a entrenar o jugar. Eso es lo que me han transmitido y sigo siendo amateur hasta ahora. Veo un partido de los chicos y siento esa adrenalina, eso me da vida y se lo agradezco a Dios.
—¿Qué decirle al hincha aliancista este 15 de febrero en un nuevo aniversario del club?
Zegarra: El aliancista vive y muere por su club, siempre. Seguramente ha estado prendido de los televisores en todo este tiempo de pandemia que no pudo estar cerca al equipo. Creo que no es mentira eso de “la mitad más uno”, es una realidad. Porque el pueblo lo siente y así lo percibe también el jugador. Por eso el jugador se entrega, con alma, pasión y vida para darle el resultado y que ellos estén contentos. Si ellos están alegres, nosotros también.
Duarte: Me saco el sombrero por los hinchas de Alianza porque en los momentos más difíciles es donde más apoyan y nosotros debemos ser recíprocos con ese amor, ese cariño. Ahí entra el tema de la resiliencia: revelarse ante las adversidades. Eso es lo que el aficionado siempre le da a Alianza y el jugador cuando está en la cancha lo siente. El aliento de ellos nos da más fuerza. Alianza es la alegría del pueblo, es esencia, es tradición.
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