En el fútbol, como en la vida, las decisiones que se toman tienen consecuencias buenas o malas. Nadie está exento de eso y mucho menos Christian Cueva, quien ha pasado de los elogios por las gambetas que hacía en la cancha a las críticas por las denuncias de agresión que pesan en su contra. El futbolista que alguna vez fue ese Aladino hacedor de magia con los pies y paseó la 10 de la selección peruana por casi todo el mundo, hoy permanece alejado de sí mismo, señalado por el juicio público y ahogado en los escándalos extrafutbolísticos por culpa propia.
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Basta con un dato para ejemplificar su situación: en apenas seis años, Cueva se devaluó en un 89%. La cotización de Aladino llegó a picos de 5 millones de euros en 2019, cuando pasó de Sao Paulo al Krasnodar; pero a día de hoy su valor cayó estrepitosamente y supera por muy poco los 500 mil euros, según el portal especializado Transfermarkt. ¿Cuál fue ese camino tortuoso que el último 10 de la Bicolor pasó para estar casi al borde del retiro y por qué no pudo enmendarlo?
- El valor de mercado de Christian Cueva a través del tiempo
El posmundial y el primer error
Acabada la participación peruana en Rusia 2018, muchos futbolistas esperaban cambiar de equipo y llegar a las mejores ligas del mundo, pero no fue el caso. Cueva, por ejemplo, pasó del Sao Paulo de Brasil al Krasnodar de Rusia por 8 millones de euros y un contrato de cuatro años. Seductor, aunque en la práctica no funcionó: apenas duró medio año, jugó solo 17 partidos, anotó un gol y luego recaló en Santos FC, que apostó por él para dar un salto de calidad en el equipo.
El acuerdo con el ‘Peixe’ fue un préstamo por un año, pero con opción de compra obligatoria a cambio de 7.3 millones de dólares. De esta forma, Cueva se convirtió en el segundo fichaje más caro en la historia del club, adquiriendo cierta relevancia. Pero esa importancia no se trasladó a la cancha, donde sus indisciplinas (protagonizó una pelea en una discoteca en Brasil) y malas decisiones le impidieron ofrecer su mejor versión y colmaron la paciencia del técnico Jorge Sampaoli.
En medio estuvo la Copa América 2019, donde la selección quedó subcampeona continental y la esperanza del Santos FC era vender a Aladino tras ese torneo para recuperar su inversión. Tampoco sucedió. Cueva, apartado del grupo y sin jugar, perdió valor de mercado, pasó los últimos meses de ese año en Trujillo y no fue inscrito para competir el Torneo Paulista del 2020.
Ese contexto desencadenó su primer gran problema: al no ser considerado por Sampaoli, Cueva fue visto en Buenos Aires sin tener permiso del club y en medio de los rumores de su acercamiento con San Lorenzo. El Santos FC lo denunció por abandono unilateral de trabajo y el futbolista nunca más volvió. Lo último que supieron en el ‘Peixe’, además de los cortos 16 partidos que jugó, fue que firmó por Pachuca de México en febrero del 2020.
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La denuncia del Santos FC y más problemas
Cueva llegó a Pachuca con el discurso de que podía resolver el contrato con Santos FC. Envió una carta a la FIFA solicitando su liberación porque le debían dos meses de sueldo, pero el medio UOL de Brasil desmintió ese argumento indicando que la deuda era por derechos de imagen. Al final, el máximo ente rector del fútbol escuchó los alegatos de ambas partes y falló a favor de los brasileños, obligando al jugador y al Pachuca el pago de 7 millones de dólares en diciembre del 2020. Obviamente, Aladino elevó el caso al TAS.
En la parte deportiva, Cueva tampoco la pasó bien. En Pachuca apenas jugó tres partidos, llegó la pandemia por la Covid-19 y detuvo toda competición en el mundo. El 10 estuvo varios meses sin jugar, los ‘Tuzos’ no quisieron continuar con él y el jugador, tras algunos meses de inactividad, firmó por el Yeni Malatyaspor de Turquía a fines del 2020. Ese destino parecía el ideal, pero vivió una especie de déjà vu: duró apenas tres meses allí, jugó pocos partidos y se fue por la puerta falsa a Arabia Saudita, donde Al Fateh le ofreció un jugoso contrato que no lo hizo dudar en 2021.
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Entre la polémica y un invisible renacer
El recorrido de Cueva hasta aquí ya era preocupante: pasó de valer 5 millones en Sao Paulo a estar cotizado en 2 millones en Al Fateh. Y a eso se sumaba la poca continuidad que había tenido en sus últimos clubes. La tendencia no parecía mejorar, porque en 2021 protagonizó otro escándalo: fue captado en una fiesta cuando todavía había confinamiento por la pandemia del Covid-19, sin usar mascarillas ni respetar el distanciamiento social.
Pero Cueva quiso enfocarse en lo deportivo y, más allá de cómo le fue en su club, lo mejor de él fue su desempeño en la selección. Aladino adquirió ese protagonismo de antes con el combinado nacional y fue clave para la remontada en las Eliminatorias. Conseguía el perdón de sus escándalos ganando partidos en la cancha y siendo gravitante para clasificar a ese repechaje contra Australia. El 10 marcó cinco goles en las clasificatorias, algunos de ellos sirvieron para asegurar triunfos, y estuvo a un paso de disputar su segundo Mundial.
Problemas aparte, ese 2021 fue el mejor año deportivo de Cueva en los últimos tiempos y allí paramos de contar. El 2022, que inició con la ilusión de una posible clasificación al Mundial de Qatar y pudo significar su graduación como héroe nacional, terminó siendo una decepción que se reflejó en la derrota contra Australia en el repechaje. Las consecuencias de aquel fatídico día todavía las notamos, en mayor o menor medida, pero las hay. Quizá aquí empezó la decadencia del 10. O tal vez antes.
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El último fallido intento de magia
Al golpe de la derrota en el repechaje, se sumó otro más para Cueva: en enero del 2023, el TAS falló a favor del Santos FC y obligó al jugador —y de paso al Pachuca— a pagar 4.7 millones de dólares por resolver el contrato de manera unilateral. Si no realizaba el pago, sería inhabilitado para jugar por cualquier equipo. Y eso no le convenía, dado los rumores de su posible préstamo a Alianza Lima desde Al Fateh.
Cueva logró resolver ese problema, pero lo que no pudo prever fue lo que pasaría en Matute. Quizá pensó que todo lo iría bien y que volver a casa era una manera de redimir sus pecados. En su primer partido con la blanquiazul, sufrió una lesión a los ligamentos que ocultó por varios meses. Jugaba, pero no era el mismo de antes. Le costaba explotar, friccionar y gambetear. Y la verdad le explotó en la cara después, cuando su situación se hizo pública y quedó descartado de las finales de la Liga 1.
Fuera de las canchas, Aladino tampoco hacía méritos para destacar. Faltó a los entrenamientos del club (quizá en más de una ocasión), fue captado en una fiesta en Trujillo con varias cajas de cerveza y también saliendo de una cebichería en la madrugada, cuando debería estar concentrado. Su bajo rendimiento, sus escándalos y su fijación por la bebida lo dejaron fuera del foco de atención de Alianza, que ya no le renovó contrato.
Entre pedidos de perdón y muestras de haber cambiado, el 2024 pudo ser otra historia para Cueva. Incluso, Jorge Fossati lo llevó a la Copa América en Estados Unidos a sabiendas de que no tenía club ni actividad competitiva. El técnico se comió las críticas y fue una especie de escudo para Aladino. Pero la historia fue siempre la misma: problemas de infidelidad, discotecas y, recientemente, denuncias por agresión de su esposa Pamela López. Todo en un mismo año.
Hoy Cueva ya no es el Cueva que nos ilusionó y nos hizo creer. El Aladino que llegó a valer 5 millones de euros es el mismo que duró apenas un día en Cienciano, que hoy no tiene club y que deberá afrontar a la justicia peruana. Le tocará pensar en las acciones que tomará y en cómo saldrá de este problema. Quizá, este es el partido más difícil que le tocará jugar.
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