Estoy mirando a Christian Cueva mientras habla en su video de disculpas y hay algo que me remite a otros casos. Podría recordar más 10 o 12 apellidos futboleros pronunciando las mismas palabras y jurando exactamente el mismo cambio.
Este episodio revive o reinstala una cruda realidad sobre un tipo de jugador peruano. Descontando que existen los profesionales A1, también están los “peloteros dotados”, raza especial que desequilibra en la cancha y también, si cabe, en alguna juerga de bar. Cueva es todo a la vez. Es un Manco de origen que llegó a ser un Uribe de poder. O mejor, un proyecto de crack con inconductas que se transformó en seleccionado titular de Perú, con el número 10.
Sus momentos top no llegaron en los clubes, donde no empatizó nunca con algún entrenador que quiera asumirse como su tutor. Tampoco con alguna hinchada o una dirigencia que lo defienda particularmente. Su “prime” fue la selección donde Gareca asumió que la condición deportiva del ‘Cholo’ era tan valiosa que bien valía mirar para el costado cuando llegaban sus desarreglos fuera del campo.
Eso de que Gareca acabó con Los Cuatro Fantásticos y a la vez con la indisciplina de la selección es totalmente mentira. Pasó simplemente que Gareca ganó con Cueva en la cancha y en nombre de la autoridad que dan los resultados positivos ya se generaron narrativas que ponían a Gareca como un serio rector de colegio y al resto de seleccionadores, desde Oblitas a Autuori, pasando por Markarián, como unas “nanas permisivas”.
Si uno revisa el Wikipedia de Cueva en clubes verá una rotación altísima de equipos y verá que en pocos sitios duró más de 2 años. Esa “movilidad” se explica en su incapacidad para asumirse bajo reglas constantes. Le es más fácil “llegar que estar”, es decir, le es más fácil la selección porque ella no lo sometía a un control de todas las semanas y meses, sino a las fechas FIFA y los calendarios puntuales. Mi gran duda es si, mirando eso, fuera del círculo de una selección, podrá día algún funcionarle a un club. Si tuviera que apostar, diría que ya no.