1. Clubes formales vs. Clubes de Burga
Es posible que Benavente o Deza no lo recuerden, pero en el 2002 Manuel Burga era un dirigente consciente de que las estructuras del fútbol peruano se asentaban sobre el fango. De hecho, en una nota con DT de entonces, el electo presidente de la FPF habló de los clubes pobres, los jugadores impagos, el caos en las selecciones, la cero institucionalidad. Hizo lo más lógico: prometió cambios. Si los cumplía, más que doctor, iba a convertirse en héroe.
¿En qué consistía el plan de trabajo de Burga para ese primer período 2002-2006? Vestida de resolución 001, el presidente expuso 5 puntos claves para profesionalizar el fútbol nacional y sacarlo del subsuelo: 1) Los clubes debían tener estadio propio o alquilado. 2) Estaban obligados a intervenir en torneos de menores. 3) Tenían que presentar un padrón de socios legal (2.000). 4) No debían acreditar deudas para iniciar el campeonato o, en su defecto, refinanciar los pagos pendientes hasta el 2002. 5) Fortalecer la Copa Perú y profesionalizar la Segunda División. Tras esta primera ruptura, el fútbol peruano podría haber iniciado su proceso de reconstrucción. Con clubes sólidos es más real pensar en una selección que compita.
Nada de eso se ha cumplido. Basta ver los resúmenes de “Fútbol en América”, por ejemplo, para darse cuenta de lo que se vive en la Copa Perú. Un penal organiza con más seguridad su torneo interno.
2. El poder del directorio de la FPF
Todos dicen que discrepan, que tienen serias diferencias con él. Y que, en consecuencia, es un grupo que polemiza y discute. Dicen, además, que la prensa es injusta con el directorio y sus logros. Se trata de la junta directiva actual de la FPF, una junta nada representativa. Ni desde la influencia futbolística ni desde la mirada geopolítica. Una perla: Aníbal Calle, su vicepresidente, no representa ya a ningún club. Y sus vocales (Moyobamba, Loreto, Cusco y Huancavelica) tienen menos peso que las encuestas de RBC. ¿Qué urge? Básicamente, que el nuevo directorio lo integren los clubes más profesionales del medio. ¿No es lo lógico? La representatividad de los señores García López, Díaz Aréstegui o Britto Mayer es, sencillamente, nula. ¿Por qué San Martín, Vallejo o Cristal, por citar clubes con respaldo serio, discrepan abiertamente con Burga? Quizá el candidato que entienda esto, y tenga la respuesta, ganará las elecciones.
3. Las departamentales vs. Los estatutos
¿Por qué se reelige tan fácil Burga? El doctor solo requiere de una mayoría simple del universo de 41 votantes (16 clubes de Primera y 25 departamentales) para seguir en el cargo cuatro años más. ¿Cómo conquistarlos y a quiénes? Con 5 o 6 clubes profesiones en abierta oposición, el target a enamorar son las ligas. Por eso 5 de 7 miembros de su directorio actual provienen de allí. Y no importa si tienen problemas judiciales (Yván Vásquez) o si los votos con los que gana son de hombres como Antonio Pantigoso Herrera, de Madre de Dios, denunciado por robo de una laptop el 2013. ¿Cómo hacer entonces para que el voto de estos señores no se institucionalice e influya lo mismo que el de un Alianza o Vallejo? Urge cambiar los estatutos.
4. FPF + ADFP = Un solo ente
El fútbol peruano es visto así: el 98% de la gente no quiere al jefe de la Videna y 9 de 10 creen que la ADFP organiza pésimo el torneo. Dos entes con absoluto descrédito. Se ha dicho tantas veces pero nadie escucha, parece. Una apuesta real por la profesionalización del fútbol nacional tendría que ser la unificación del ente que lo dirija. En Sudamérica, somos los únicos que se manejan a través de dos bandos como igual poder (y tan contradictorio). En Argentina maneja la AFA, en Chile la ANFP, en Uruguay la AUF. No hace falta más.
5. Un director de selecciones, no un entrenador
Con Markarián hubo la idea, no la decisión: nombrarlo director técnico de selecciones, con cargo a supervisar todas las categorías, nombrar y vigilar a sus entrenadores y encargarse de, en no menos de 4 años, formar y potenciar a la selección adulta. Lo último se hace siempre. Lo primero nunca. ¿Por qué? Se trataría, básicamente, de mirar a largo plazo, de ser honesto y claro en el discurso mundialista –“pensamos en Qatar”, por ejemplo–, en suma, de darle coherencia no solo a la logística de las selecciones, también a su idea de juego. Programas como Creciendo con el Fútbol son válidos en la medida en que tengan relación oficial con este jefe de selecciones. No charlas de pasillo ni cafés eventuales. El próximo presidente de la FPF tiene la gran oportunidad de hacerlo.
Claro, si no se trata de Burga.