El fútbol y la política no son polos opuestos. No son como el agua y el aceite. De hecho, a veces se les exige a los futbolistas tomar una postura política y ser líderes de opinión. Y en otras ocasiones, son los mismos jugadores los que eligen serlo. El último caso es el de Roberto Ovelar, delantero paraguayo con cuatro etapas en el fútbol peruano.
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El ‘Búfalo’ arribó al Perú en 2008 para jugar en la San Martín. En 2009, luego de un breve paso por Cruz Azul de México, firmó por Alianza Lima hasta 2011. Volvió a irse al año siguiente a la U. Católica de Chile y retornó en 2013 para jugar en Juan Aurich de Chiclayo. En 2021, tras jugar en tres equipos de Colombia y uno de su país, pisó nuevamente suelo peruano para defender los colores de Municipal. Y el próximo año jugará en General Caballero de su país.
Ovelar se ganó el cariño del hincha peruano y adquirió también un cariño por el país que lo recibió con los brazos abiertos cada vez que volvió. A pesar de no ser nacionalizado, se sintió un hijo de más de esta patria. Y nunca ha dudado en demostrar sus sentimientos a través de su cuenta oficial de Twitter. O, como en este caso, en dejar en claro su postura política.
“Algunos canales peruanos dicen que los que protestan son terroristas de Sendero Luminoso. Dejen de mentir y digan que son campesinos, indígenas y serranos, a quienes le han quitado la democracia”, tuiteó el atacante. Fuerte y claro, como cuando va al choque en una dividida con un defensor rival.
El tuit de Ovelar no pasó desapercibido. Tuvo ‘Me gusta’, retuits, comentarios. Y uno de los que respondió fue el periodista Eddie Fleischmann, quien atacó al futbolista sin que este lo haya mencionado o algo por el estilo.
“Usted no sabe lo que se vivió aquí y no entiende lo que es el estado de derecho. No distingue entre protestar y destruir propiedad pública y privada y agredir a nuestras fuerzas del orden. Haría bien en leer y salir de su suprema ignorancia. Respete más la legalidad del Perú, farsante”, escribió el presentador de TV citando el tuit del jugador.
Roberto no se quedó con los brazos cruzados y salió al frente una vez más. “Farsante es el Congreso fujimorista y los que blanquean. Dieron un golpe al Presidente de origen pobre y votado por los más pobres. Tienen miedo a una (asamblea) constituyente y pavor a que Perú sea gobernado por un pobre como la mayoría. Prefieren a alguien que puedan controlar”, tuiteó.
No es la primera vez que un futbolista habla de política en el Perú. Hace poco se viralizó la campaña ‘Ponte la camiseta’ en la que los jugadores de la selección peruana que estaba relacionada con la segunda vuelta de las elecciones generales que justamente tenían en disputa a Pedro Castillo (actual expresidente condenado a prisión preventiva por dar un golpe de estado) y Keiko Fujimori (lideresa de Fuerza Popular que está siendo investigada por diversos delitos).
El gesto político de los jugadores no cayó nada bien. Hablaron de la democracia y pidieron no votar por el comunismo -en teoría, representado por Castillo-. Ninguno de los seleccionados pidió endosar votos a alguno de los candidatos. Pero el discurso llevaba a una interpretación veloz que ha despertado un debate interminable en redes sociales.
En esa línea también estuvieron Waldir Sáenz y José Luis Carranza, los ídolos ochenteros del fútbol peruano. Ambos participaron en una propaganda que tenía el mismo objetivo que el de los seleccionados: persuadir a la ciudadanía a no elegir un supuesto régimen comunista.
Como se dijo, no es la primera vez que el fútbol y la política se mezclan. Incluso en la historia hubo futbolistas que dejaron el short y los chimpunes para ponerse el traje e incursionar en la política. A continuación repasamos algunos casos.
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Futbolistas que se convirtieron en políticos
George Weah: El único Balón de Oro de origen africano ganó en 2017 las elecciones presidenciales de su país, Liberia. Una vez retirado en el 2003, fundó su propio partido -el Congreso para el Cambio Democrático (CDC)-, y se presentó a las elecciones de Liberia en 2005, las primeras democráticas que el país celebraba en décadas. Las perdió en la segunda vuelta, y aunque denunció fraude electoral, acabó reconociendo su derrota.
Bebeto: El crack brasileño, ganador del Mundial 1994 y que en España jugó para Deportivo de la Coruña y Sevilla, fue elegido en 2010 diputado del Estado de Río de Janeiro dentro del Partido Democrático Trabalhista (PDT). En 2014, su labor centrada en el deporte, la salud y la educación le valieron su reelección.
Romario: Otro mítico goleador brasileño que tras alargar su carrera, y como su compañero Bebeto, inició su andadura política en el 2010 siendo elegido diputado general por el Partido Socialista Brasileño (PSB). En 2014 fue aún más ambicioso, convirtiéndose en senador por ocho años en el estado de Río de Janeiro. En 2018, ya ha anunciado que se presentará a las elecciones a gobernador de la ciudad.
Andriy Shevchenko: El mejor futbolista ucraniano de la historia dejó el fútbol en 2012 para dedicarse a la política. Arrancó su carrera presentándose como diputado por el partido Ucrania Adelante para las elecciones de 2012. Sin embargo, el partido apenas obtuvo un 1.7% de los votos, lo que le dejó fuera del parlamento.
Kakha Kaladze: El georgiano se convirtió durante una década en una pieza clave del Milan que ganó dos Champions durante los 2000. Máximo referente histórico del fútbol de su país, pocos meses después de retirarse en el 2012 lideró la lista del partido Sueño Georgiano y ganó las elecciones, siendo nombrado viceprimer ministro y ocupando la cartera ministerial de Desarrollo Regional e Infraestructuras. Este mismo 2017 se ha convertido en alcalde de Tiflis, la capital de Georgia.
Pelé: El para muchos mejor jugador de la historia del fútbol también tuvo una etapa en la política brasileña. En 1994 fue Ministro de Deportes bajo el mandato del presidente Fernando Henrique Cardoso, hasta 1998. Gracias a él se promulgó la “Ley Pelé”, que establece que al acabarse el contrato de un jugador con su club, debe renovar con este, o el club debe dejarlo en libertad. Además, esto obligó a que los clubes actúen como empresas legítimas, debiendo mostrar balances anuales auditados.
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