GONZALO VALENCIA @Gonza1504
Obsesivo del trabajo, su rostro esboza seriedad. Pero en persona es decidido y roza lo carismático. El fútbol le dio todo. Vivió la circunstancia azarosa de jugar en Independiente con César Menotti. Cristian Díaz, antes de ser entrenador de la San Martín, fue volante en la pista pero lateral por mandato definitivo en su carrera. Sus inicios como técnico lo ubicaron en el banco de la reserva también del cuadro de Avellaneda, por una recomendación cercana a la predestinación. Posteriormente fue técnico del equipo principal. No obstante, sufrió la lesión más temida por un futbolista: meniscos y ligamentos de la rodilla a los 28 años. Jugó en Europa (2000-2005): Udinese, Mallorca, Levante, Albacete, Murcia y Almería. Jugó junto a Miguel Rebosio y Santiago Acasiete en España.
Como técnico le quitó la buena racha de 33 partidos invictos a Boca Juniors (2012) en la Bombonera. También goleó 4-1 a Racing en el clásico de Avellaneda. Sin embargo, no se siente responsable del descenso de Independiente. Por último, clasificó a Deportes Iquique de Chile a la fase de grupos de la Libertadores por primera vez en su historia.
¿Por qué César Luis Menotti fue muy importante en tu carrera?
Me probé en Independiente a los 12 años y me quedé: “Nene, usted es zurdo, vaya de lateral” me dijo Osvaldo Mura –ídolo del club- y no me moví más. A los 19 debuto en primera. Pero Menotti fue determinante en mí futuro. Había tres laterales izquierdos y yo en ese entonces quedaba fuera de las prácticas. Pero el titular estaba lesionado y jugué. Me salieron bien las cosas. Yo ese mismo día me iba a Godoy Cruz a préstamo. Pensé que era imposible jugar en primera y me quería ir. Pero Fernando Signorini me dijo que hable con Menotti, que no le tenga miedo tiene dos brazos y dos piernas igual que usted. Pero al tercer día me dijeron que no iba a Godoy y me molesté. Sin embargo, jugué de titular, Menotti me habló –estaba muy nervioso- y me quedé. Algo había visto ese monstruo y jugué todo el torneo. Me hizo crecer como futbolista. Menotti dijo alguna vez que tenía características similares a Alberto Tarantini (Revista El Grafico de Argentina). Estoy infinitamente agradecido por esa frase, fue mucho pero un orgullo, la vara es muy alta. Luego me fui al Udinese de Italia.
¿Eres menottista?
Soy cuidadoso con los encasillamientos. Hay tantos técnicos que se dicen discípulos de… Pero hay equipos de técnicos que se dicen Bielsistas, que no juegan igual. Bielsa me encanta, determinó un antes y después en el fútbol chileno. Guardiola, Mourinho, Ancelotti, Simeone, Gallardo, Almeyda, Sampaoli y Tata Marino; en Perú Roberto Mosquera -para mí es el mejor de Perú-, Reynoso, Ahmed y Navarro me gustan también por que hacen que sus equipos jueguen bien. Tengo la influencia de muchos entrenadores que me gustan y trato de absorber lo mejor. A partir de allí moldeas una idea propia. Encasillarse es peligroso, luego las críticas son duras. Me gusta un equipo que corra, presione y sea ordenado. Con presencia en campo contrario.
¿Qué percepción tenías del fútbol peruano antes de venir?
Perú tiene futbolistas técnicos, pero un día escuché a Fredy García que dijo que no es técnico, es habilidoso, y comparto esa idea. Le gusta jugar a la pelota pero ser futbolista es otra cosa. El fútbol ha cambiado y Perú está en esa búsqueda.
¿Qué valoraste para venir al Perú y a San Martín?
San Martín es un club que cae simpático en la Argentina (jugó con River Plate y la Copa Libertadores). No sabía qué podía ocurrir. Pero me tentó, me pareció atractivo. Ahora tenemos las condiciones muy buenas para hacer un buen trabajo: infraestructura, material y lo económico.
¿Afecta que San Martín tenga poca hinchada?
San Martín es un club joven, se puede trabajar en ese aspecto. Existen jugadores que necesitan esa sensación de jugar delante de 20 mil personas. Es estimulante. Pero depende de la formación e influye en el desarrollo de los jóvenes. Es parte de la maduración del futbolista.
Peleaste el Torneo del Inca y hoy eres puntero y estás jugándote el descenso…
Es un equipo joven con un presupuesto menor de años anteriores. Con jugadores en la selección de mayores y menores. Superamos las expectativas en los primeros meses. El balance es positivo. Teníamos un plantel corto con mucho desgaste. Mi diagnóstico inicial era que íbamos a sufrir. Nos faltó ganar un par de partidos para estar acorde a lo que nos pasó. Varios partidos lo debimos ganar. Solo nos faltaba meterla. En la mala racha aprendí que la paciencia es una buena consejera y que los futbolistas con compromiso te sostienen. Jamás dejamos de intentar.
¿Fuiste responsable del descenso de Independiente?
No. En el fútbol argentino hay gente ingrata y mala. Participé de esos tres años en que se sumaron pocos puntos. Pero me fui un año antes. Es fácil juzgar.
¿Jugaste en Almería con Santiago Acasiete y Miguel Rebosio?
Sí, bueno Rebosio un gran tipo, muy divertido, compartimos buenos momentos, vivía haciendo bromas. Acasiete era un poco más reservado. Miguel era un defensa muy rápido y Santiago era más tranquilo, muy táctico, muy técnico. Recuerdo que compartimos almuerzos y Rebosio me llevaba en su auto a mi casa.
Cómo se conectó tu infancia con el fútbol?
Es una conexión hermosa. Jugué en equipos de barrio. Era volante. Mi padre hincha de River Plate y mi madre de Boca Juniors eran cero fútbol. Paradójicamente mi padre estuvo en la cancha de River (enfrentó a Boca Juniors) en la trágica ‘puerta doce’ (23 de junio de 1968) -murieron 71 personas y dejó 113 heridos por avalancha-, fue debut y despedida. Pero yo visitaba a mi abuelo Domingo (de Vélez Sarsfield) y mi abuela Quita (de San Lorenzo) todos los fines de semana a los partidos del ascenso y primera, pero con la condición de que no se enfrentaran equipos rivales con hinchadas importantes.
Yo vi dos goles de Franco Navarro (Independiente 2-1 Temperley) y se lo conté, uno de cabeza con centro de (Ricardo Enrique) Bochini. Así me fui haciendo hincha de Independiente a los 8 años. Conocí a Bochini después y agradezco a Dios porque me di cuenta de la diferencia de un futbolista y una persona. Tenía mi camiseta roja y mi abuela me bordó el número 11 del delantero Alejandro Barberón. Yo era Barberón (risas). Incluso escuchaba los partidos por radio y me aprendí el timbre de voz del relator para identificar los goles del ‘Rojo’. Soy hijo único así que era de tener muchos amigos de barrio. Mis abuelos me amaron con locura. A finales de 2013 falleció mi abuelo, pero gracias a Dios me vio jugar.
¿Cuál fue la enseñanza permanente que recibiste de tu familia?
Te vamos a apoyar en tu deseo de ser futbolista, pero el estudio es innegociable. Terminé la secundaria. Luego estudié para ser preparador físico, lo dejé y fue frustrante para mí porque mis padres pagaban.
¿Qué no te gusta del ambiente del fútbol?
El fútbol está lleno de intereses y manipulaciones, y casi todas no se pueden comprobar. Son secretos a voces. Todos sabemos todo pero no tenemos la posibilidad de demostrarlo. Hay árbitros corruptos en todos lados, jugadores que han ido para atrás, técnicos corruptos y periodistas que cobran dinero para impulsar jugadores. No es cierto que todos los jugadores sean sanos. Yo me considero una persona sana que lo poco que gané en el fútbol lo hice con mi trabajo. Si te manchas, no te limpias nunca más. El fútbol es un bote que navega en materia fecal, con oleajes. Te puede salpicar, pero nunca puedes meter la mano o tirarte. No soy un tipo polémico, me incomoda. No es el perfil para mí. Si algo no hago, es clavar puñales por la espalda y el fútbol es una constante de eso. La naturaleza del ser humano es pisarle la cabeza al otro, es una estupidez. Nos pasa a los entrenadores.
¿Qué sueño no pudiste cumplir y cuál es el que tienes ahora?
No pude jugar en la selección argentina. Estuve con la pre-selección de José Pekerman que fue a Qatar. Peleé el puesto con Juan Pablo Sorín y Federico Domínguez. Estuve cerca de la convocatoria de Bielsa. No pude volver a jugar en Independiente. Sueño con dirigir siempre bien, no importa el club.
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— DT El Comercio (@DTElComercio) septiembre 11, 2015
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