Claudio Vivas firmó contrato con Sporting Cristal por las próximas dos temporadas. | Foto: Fernando
Claudio Vivas firmó contrato con Sporting Cristal por las próximas dos temporadas. | Foto: Fernando
Ricardo Montoya

“Una cosa es que lo maneje Roque Santa Cruz, que tiene mil partidos en Primera, y otra este payaso”, reclama al cuarto hombre, al comprobar que Olivera, el lateral uruguayo del Olimpia, le protesta todo al réferi. El exabrupto pudo quedar en una anécdota desafortunada, propia del resultado adverso, si no fuese porque más tarde, aquella misma noche el técnico de Cristal volvió a derrapar durante la conferencia. ‘Tete a tete’ con un periodista guaraní, el argentino superó el nivel de soberbia que exhibió hace un par de semanas, tras el empate con Godoy Cruz, respondiéndole de mala gana a un joven colega local que le señaló que el ‘Tomba’ fue superior a Cristal en el primer tiempo.

En ambas ocasiones, con el reportero extranjero y con el nacional, y con resultados negativos para los cerveceros, a Vivas se le zafó la cadena. Es como si, sometido a presión extrema, el mandamás rimense se obstinara en alimentar los aspectos menos felices de su personalidad. Un técnico que posee pericia táctica, experiencia y pasión por su trabajo como él, puede echar por la borda su carrera si es que no acompaña todas estas virtudes con el equilibrio emocional que se requiere para dirigir a un grupo humano.

En el Rímac, desde hace algunos años, no solo importan los títulos sino la imagen institucional. Los triunfos, como los del miércoles ante Concepción, son bienvenidos, pero si Vivas no recapacita y empieza a ser empático con los demás, va a terminar en palabras del entrañable Alberto Cortez “suplicando por seguir estando a bordo, y dudando, cuando nadie le conteste, si se ha quedado mudo o si son sordos”.

Es distinto el caso de Miguel Ángel Russo quien, pese a la hambruna de resultados en tienda blanquiazul, ha sabido mantener la ecuanimidad ante las críticas. Un señor, por sobre todas las cosas, Russo entiende que la pasión por su oficio no puede quitarle el rumbo a su formación personal. Le ha puesto el pecho a las balas siempre y, aunque a veces ha tratado de justificar lo injustificable -“jugamos bien ante Palestino”-, queda claro que entiende bien lo complicada de su situación.

El de su escuadra es un problema de falta de juego. Quizás tiene que ver con el tiempo de ensamblaje de este plantel; o quizás con el que no le hayan traído los jugadores que pidió. Lo cierto es que, hasta el momento, este Alianza está lejos todavía de parecerse a una escultura de Miguel Ángel. El clásico tiene aroma de inflexión en la campaña blanquiazul del acreditado Russo.

Existe una aparente contradicción entre el Nicolás Córdova futbolista y el director técnico. Cuesta imaginar cómo es que aquel jugador cadencioso, preciosista y de excelente media distancia que iba calentado al ritmo del partido, apuesta en estos tiempos en el que fútbol adquiere el vértigo de la modernidad, por un equipo intenso y agresivo para ir a buscar la victoria. Esta ‘U’, inconsistente e impredecible, es capaz de jugar a ratos muy bien, y por otros momentos francamente mal. Es una crema peligrosa lanzada al ataque, pero frágil en las labores defensivas. Un poco como Córdova el entrenador, que no rehúye ninguna pregunta y que es frontal, pero jamás malcriado en sus respuestas. Es también un estratega valiente, pero aún en crecimiento, al que todavía le cuesta operar contrarreloj para acertar con las variantes que exige la temperatura del encuentro.

Como en el caso de Russo, el clásico puede respaldarlo o quitarle el piso deseado. El año anterior, en este tipo de encuentros trascendentales, en el alma de la hinchada, Bengoechea lo superó con creces.

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