Hace falta el oxígeno en Juliaca, y lo que necesita Alianza Lima es una bocanada de aire para entender, para asimilar o para aceptar un error. No un error suyo. Y eso cuesta el doble.
Hacen falta fuerzas en las piernas de cada jugador para correr por el compañero ausente. Le pasó a Binacional en los primeros minutos, quizás buscando al fallecido Juan Pablo Vergara en algún lado del campo o en el banco de suplentes. Le pasó también a Alianza Lima sin Anthony Rosell, quien vio la roja a la media hora de juego por una decisión polémica del árbitro Michael Espinoza, en complicidad con el VAR.
►Paolo Guerrero y un anhelo ‘topeado’ llamado Boca Juniors
Hasta que la tecnología no era protagonista, Alianza hacía un partido ideal en la altura. Pero para esta fiesta había dos invitados especiales que terminaron por cambiar la historia del encuentro. Una tarjeta roja y el ingreso de Donald Millán sentenciaron los primeros 90 minutos de juego de esta final. Los íntimos, con diez hombres, no pudieron mantener su cerrojo, y los dirigidos por Mosquera, con el ingreso del colombiano, hicieron el juego que terminó por decidir el resultado.
Bien por Binacional, porque hizo lo suyo: aprovechar las condiciones y sentenciar un resultado que prácticamente le sirve en bandeja el título nacional. El cuadro local goleó 4-1 en la final de ida, e irá a Matute a resguardar su ventaja ante un Alianza que dejó piernas y pulmones en el sur del país.
—El VAR aparece—
Una decisión histórica, sí, pero que desnudó una vez más el pobre nivel del arbitraje peruano. La tecnología está para ayudar a los hombres de negro, pero ayer dejó en evidencia que el fútbol nacional no está preparado para ello. ¿Cuáles son los criterios para usarlo?
Un codazo de Aldair Rodríguez, una agresión que Michael Espinoza consideró ameritaba solo una amarilla. En la sala del VAR, Víctor Hugo Carrillo, Diego Haro y Jonny Bossio no indicaron nada, más aún cuando jugadas de roja pueden ser revisadas.
Pero ese criterio sí fue usado para la acción entre Anthony Rosell y Darwin Leudo. Una falta y un pisotón del blanquiazul al colombiano. Minuto 30 de juego y el réferi, tras ver la acción en el monitor que estaba ubicado a un costado del campo, decidió expulsar al íntimo.
Tampoco se usó en una última jugada, por un posible penal sobre Rodrigo Cuba, a quien le jalan del hombro. Jugadas que suceden en cada partido, pero que ahora cobran realce porque existe un sistema que puede revisarlas.
—Otro partido—
Media hora de Alianza, 15 minutos de desorden y todo un tiempo de Binacional. Cada quien con los méritos propios.
Alianza salió a hacer su partido e iba bien. Desde que Pedro Gallese salvó el arco en el primer minuto de juego, el cuadro íntimo empezó a manejar el encuentro, incluso adelantándose en el marcador tras una gran jugada pensada por Luis Ramírez.
Con el pie de ‘Cachito’, las pocas carreras de Anthony Rosell, la entrega de Adrián Ugarriza y la capacidad goleadora de Federico Rodríguez, los íntimos jugaban sin preocupaciones.
Tras la roja al lateral izquierdo, los íntimos, como acto reflejo, se replegaron con el orden que los caracteriza. Binacional no encontraba juego ni generaba peligro, hasta que empata en una jugada de rebote con remate de Ojeda.
Para la segunda parte, con un Alianza cansado y con diez hombres, Donald Millán cambió todo. Su zurda empezó a elaborar el fútbol ausente y así fueron llegando las ocasiones. Marcaron Aubert, Rodríguez para la fiesta local, que cerró con el penal del mismo colombiano.
Fue 4-1 en favor del local, que pudo ser mayor de no ser por una nueva buena actuación del portero Pedro Gallese. Alianza regresa a casa con bronca de ver cómo el primer paso que daban terminó en un tropiezo por protagonistas ajenos al campo de juego.
Remontar está en el imaginario del hincha blanquiazul. Darle vuelta también lo piensa Bengoechea, pese a la ironía de sus palabras respecto al tema en la conferencia. Hace 32 años frente al mar de Ventanilla se derrumbó una esperanza, ahora la hinchada no permitirá que este plantel se caiga.