Las paredes de la Videna parecen ser de calidad antisísmica, han soportado una cadena de remezones desde los últimos nueve meses. Pero más allá de los favores a jueces y reventas de entradas, lo que también hace perder estabilidad a la Federación Peruana de Fútbol es una lucha de poderes que comenzó desde que Edwin Oviedo se sentó en el sillón presidencial hace cuatro años. El fútbol se ha convertido en un enorme pastel del cual todos quieren comer.
Repasemos cómo se forjó la candidatura de Oviedo a finales del 2014. El comité electoral de la FPF, en aquel entonces, tachó a Agustín Lozano, uno de los aspirantes al cargo, por tener un cargo público en el municipio de Chongoyape (Lambayeque). Ante ese escenario adverso, Lozano convenció a Oviedo para que postule a la presidencia con su misma lista, con la única condición de que lo mantenga como vicepresidente. Así fue y así llegaron los dos hasta las oficinas de San Luis.
A partir de allí, la convivencia entre ambos tuvo altas y bajas. A Lozano nunca lo tomaban en cuenta en las decisiones deportivas que tomaba Oviedo junto al comité consultivo de ese tiempo (Gianfranco Castagnola, Felipe Cantuarias, etc). Eso molestaba no solo al actual presidente en funciones, sino también al resto de directivos de las ligas departamentales, un frente potente en cualquier votación de la FPF.
Para evitar distanciamientos, como ya se ha revelado en informes y en el último reportaje de “Cuarto poder”, estos directivos contaban con el aval de Edwin Oviedo y el secretario general, Juan Matute, para tener facilidades en la compra de entradas y otros beneficios corporativos. Al final, presenciamos un penoso desenlace que ha terminado con una investigación abierta de Conmebol a más de la mitad de la directiva FPF.
Agustín Lozano vive su momento más difícil como dirigente ahora que pasará por la comisión ética de esta entidad continental. Abril será, como adelantamos, un mes decisivo para su carrera dentro del fútbol. Curiosamente, su destino podría decidirse después del Sudamericano Sub 17, organizado por el Perú.
Lo que no se debe repetir es este apetito de poder y perpetuidad (y aquí pocos se salvan, la lista no dejaría que cerremos esta columna) que solo daña a una federación hoy débil económicamente, con un déficit de 15 millones de soles después de tantas malas decisiones.
Con Oviedo en prisión preventiva, quedó en el cargo Lozano, quien ahora no solo es un presidente en funciones cuestionado por razones éticas, sino que también ha sido debilitado como posible candidato a la presidencia FPF a finales de año. ¿Quiénes votarían por él? ¿Acaso serán los mismos directivos beneficiados con estos pases de cortesía o de venta preferencial?
Más allá de si la Conmebol decide castigar a la directiva de la federación o si ingresa una Comisión Normalizadora FIFA, toca esperar unas elecciones de FPF donde quienes postulen asuman su condición de aves de paso para sumar. Eso sería lo más saludable: mirar las oficinas de Videna como si fueran un cielo eterno solo puede conducir a un ascenso con estrepitosa caída libre.