Felipe Ferrand

Alex Berrocal acostumbraba a viajar con el equipo principal de , pero aquel 8 de diciembre se sintió mortificado por problemas logísticos, motivo por el que decidió quedarse en Lima y no subir al Fokker que llevó al plantel a Pucallpa.

En este especial de DT El Comercio, a 29 años de la tragedía aérea que enlutó al país, Alex Berrocal, coordinador general del club victoriano, contó pasajes de aquel día que hasta hoy lo hacen pensar y decir "debí haber estado con ellos".

El bus que trasladaría al equipo victoriano a la base naval, no llegó nunca al estadio de Matute. Hubo que parar taxis para llevar a los jugadores y la utilería del equipo. Don Alex ya se empezaba a sentir incómodo con el viaje, sin embargo, llegó hasta la base naval con el resto del plantel. “El piloto estaba demorando y había unos socios que iban a viajar, de los que nadie me había dicho nada, y le comuniqué a Marcos (Calderón) que me quedaba en Lima”. Nunca más los volvió a ver con vida.

Ese 8 de diciembre era cumpleaños de su hermano, tomó unas copas con él y se echó a descansar antes de las 7 de la noche. Pasada la medianoche, el chofer del bus que iba a recoger al equipo, llamó a su casa para informarle que el avión no había llegado a la base naval. “Antes de contestar el teléfono yo ya tenía un mal presentimiento”, recuerda don Alex. Inmediatamente se dirigió a la Base Naval del Callao para tener mayor información. Sin una notificación oficial de la Marina de Guerra, Berrocal le confirmó al presidente de Alianza Lima, Agustín Merino, que "el avión se cayó".

La noticia fue difundida minutos antes de las 6:00 a.m. del 9 de diciembre. Fueron 43 personas las que fallecieron, entre ellos los 16 futbolistas blanquiazules, 6 integrantes del comando técnico, y solo se salvó el piloto Edilberto Villar. Con el pasar de las horas y los días, fueron apareciendo los cuerpos en el mar de Ventanilla.

Alex fue uno de los designados para identificar los cadáveres. “Yo he debido estar con ellos”, repite con sentimiento de culpa. Si bien esta carga la llevó por varios años de su vida, logró entender que son cosas del destino que escapan de nuestras manos.

Se queda con la idea de que Alianza Lima es un sentimiento muy profundo, que a pesar del tiempo perdura en el pueblo íntimo e incluso en los niños aliancistas, chicos que entienden y conocen la historia del club. Por eso cree que las tradiciones son tan importantes, hacen perdurar en el tiempo un sentimiento íntimo, muy de la familia blanquiazul, que don Alex ve en los chicos de hoy, y que vio hace 29 años en sus queridos ‘potrillos’.

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