Miguel Villegas

No era el Jotita estrella -como Manco- ni el Jotita capitán -que era Duarte-; tampoco el Jotita sorpresa -que fue Bazalar en el mundial-. Era, por el contrario, uno de los buenos suplentes, el tercer delantero, detrás de Reimond y Christian La Torre, sin marcas que lo patrocinen ni reportajes en la tele, que tuvo que esperar su chance con paciencia de convento: alguna vez, una voz lo iba a llamar. Si seguía siendo inteligente, iba a pasar.

Y pasó. El 2 de julio cumplirá 33 años y aunque ya tiene patas de gallo y 16 temporadas encima, es el único futbolista vigente, con absoluto peso internacional, de aquella generación de jóvenes que dirigió Juan José Oré hace tantos años que algunos de ellos, por su mala cabeza, ya se retiraron. El Cholito, en cambio, no. Lo ayudó su inteligente perfil, su dedicación a los entrenamientos y también que nos ocupáramos en rol de paparazzis de los otros Sub 17 que se fueron haciendo millonarios antes de dejar de ser hijos. No fue su culpa, es la nuestra. Ávila se fue ganando un sitio en Primera, después en Cristal y luego en el fútbol peruano, donde tiene anotados 172 goles de toda factura. Podríamos elegir el más lindo, que los ha hecho, pero el de esta noche con Huracán es por lejos el más gritado: a los 94 minutos de un partido que estaba cuesta arriba, , que se grita en Matute y el Monumental y que cuesta, cuando menos, 3 millones de dólares, el premio de Conmebol.

Los 'Jotitas' cumplieron la campaña más decente de Perú en el Sudamericano Sub 17, en 2007. El Cholito Ávila ahí, al lado derecho de Reimond Manco. FOTO: GEC.
Los 'Jotitas' cumplieron la campaña más decente de Perú en el Sudamericano Sub 17, en 2007. El Cholito Ávila ahí, al lado derecho de Reimond Manco. FOTO: GEC.

No hay un solo compañero, no existe versión de algún entrenador, que no coincida con esta breve línea biografía sobre Ávila: es un futbolista inteligente. Algunos periodistas amigos lo llaman, incluso, el Jotita pensante. Desde que decidió irse de la ‘U’, cansado de no tener chances reales de jugar en 2008, hasta que eligió a Cristal como el club donde cimentar una carrera goleadora que se resume en 122 goles para 332 partidos. Y 80 asistencias. Le trajeron todo tipo de delanteros al Cholo, la mayoría con otros músculos y diez centímetros más y ninguno le quitó el puesto: Santiago Silva, Picante Pereyra, Marcos Riquelme, John Mosquera. Ganaban el doble, nadie le hizo sombra. Y lo mejor, Irven Ávila nunca se quejó.

Por eso, en noches como esta, tan cardiacas, tan de Copa Libertadores, ganar un partido en los descuentos a un club argentino se debe celebrar así, sin camisetas. No solo es ganar dinero, que dinero lo puede conseguir cualquiera: se trata de tener prestigio. Cristal lo tiene: es el equipo peruano con más triunfos (13) ante clubes de ese país en Copa Libertadores.

Por eso lo cargaron sus compañeros, delante de la tribuna popular. Y por eso, que el estadio se caiga rendido a los pies del futbolista más campeón del plantel, el 9 más inteligente que tiene Cristal dieciséis años después de su arribo al Rímac, es triple alegría. Irven Ávila se llama y le decimos Cholito. Qué reivindicación de esa palabra. A veces, el fútbol sabe a quién elige de héroe.