El capitán de Alianza Lima era Juan José Jayo Legario, ‘Pepe’ Soto guapeaba en la defensa, Rinaldo Cruzado era una promesa, Roberto Silva no se imaginaba que acabaría presidiendo la Agremiación de Futbolistas y Leao Butrón disputaba su primer clásico a sus 27 años.
Ese más o menos era el equipo de Alianza Lima que saltó a la cancha del estadio Nacional la tarde del 2 de mayo de 2004 para enfrentar a Universitario, el compadre, por el torneo Apertura. El clásico 298 del fútbol peruano. Alianza Lima era el campeón vigente y llevaba 28 partidos invicto. Por si fuera poco, no perdía desde hacía ocho clásicos.
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Jefferson Farfán, a sus diecinueve años, era la figura estelar de Alianza Lima y el torneo en general. Nadie podía parar al muchachito de piernas arqueadas, sobrino de Roberto la ‘Foca’ Farfán y Luis ‘Cuto’ Guadalupe. El PSV Edindhoven de los Países Bajos ya le había puesto la puntería. Y ese clásico marcaría su despedida.
En la acera del frente, la ‘U’ aguardaba a la ‘Foquita’ con una defensa ruda: su tío ‘Cuto’, los experimentados John Galliquio y Juan Pajuelo, y un muchachito llamado Juan Manuel Vargas, a quien por esos días la prensa llamaba ‘Chucky’ por el muñeco diabólico. Después sería el ‘Loco’.
Juan ‘Chiquito’ Flores custodiaba el arquero crema. Todavía conservaba cierto prestigio y estaba lejos de ser un meme andante. Inspiraba temor por su envergadura incluso. El técnico argentino Óscar ‘Cacho’ Malbernat alineó una volante con quite y juego: Gregorio ‘Goyo’ Bernales, José Pereda, Fernando del Solar, y el pericotero Paolo Maldonado. Arriba se las rebuscarían Ysrael Zúñiga y Roberto Holsen.
Gustavo Costas, quien aún no era cuestionado por sus uñas largas, dirigía a los blanquiazules. Entrenador de los de antes, alineó un 4-4-2 clásico. Guillermo ‘Chicho’ Salas por derecha, Walter Vílchez en la zaga junto a Soto y Martín Hidalgo por izquierda. Más adelante, en primera línea, Jayo y Ciurlizza. Un poco más adelantado Cruzado y como organizador neto Aldo Olcese. En punta, Farfán y Roberto Silva, el ‘9′ que mejor se elevaba en el fútbol peruano.
Olcese, quien jugó tres temporadas con la ‘Foquita’, recuerda: “Como compañeros sabíamos de la calidad que tenía. Por eso todas las pelotas debían pasar por él. Confiábamos mucho en él a pesar de que era muy chico. Era otro tipo de jugador. Sabíamos que con Jefferson teníamos ventaja”.
Evidentemente, fue Farfán quien desniveló el encuentro. A los 54′, Ciurlizza y Silva tejieron una pared en el mediocampo. Ante la presión de su marcador, Silva se la pasa a Farfán. Y fue la ‘Foquita’ que con el taco de su chimpún derecho convirtió un simple pase en una asistencia. Le ganó un metro a su marcador Luis Flores y quedó de frente ante ‘Chiquito’. Con la tranquilidad de un veterano definió a un lado y desató la fiesta.
“Es una jugada de crack. Se ve claramente que lo hizo a propósito. No fue una jugada así nomás. No fue, como se dice criollamente, un ‘champú'”, insiste Aldo Olcese. Lo cierto es que en su celebración, la ‘Foquita’ mandó a callar a sus críticos en la tribuna, llevándose el dedo a la boca en señal de silencio.
Es lo que sigue haciendo hasta ahora. Carlos Bustos lo ha incluido en la lista de concentrados para el clásico de mañana ante Universitario en Matute. Tiene la posibilidad de volver a disputar un clásico luego de 18 años. Para algunos podría tratarse de su despedida del fútbol.
“Como amigo de Jefferson, a mí me encantaría que se retirara a lo grande. Si él considera que este partido es el indicado, bien por él. Si él quiere que sea más adelante, también. Lo importante es que se despida por la puerta grande con el club que tanto quiere”, dice Olcese, quien colgó los botines en el club de sus amores, Deportivo Municipal.
Estamos a solo horas de conocer cómo concluirá esta novela. No lo olvidemos: la realidad siempre supera a la ficción.