Juan Manuel Vargas se pone a punto para volver en su mejor nivel. (Foto: Universitario)
Juan Manuel Vargas se pone a punto para volver en su mejor nivel. (Foto: Universitario)
Miguel Villegas

Dos meses y cuatro días. ¿Qué caminos puede seguir un futbolista en problemas como con tanto tiempo libre? ¿Puede elegir? Puede, claro que puede: es la jubilación o el regreso. Es la salud o la obesidad. Es el meme o la foto del póster.


Vargas no volvió al Perú por plata: es millonario. Su carrera en Italia y España le ha servido para garantizar el futuro de su familia, una esposa y cinco hijos. Y cuando desde Universitario le acercaron la propuesta -imposible de competir con cualquier mercado-, Vargas pidió unas horas para conversar con su familia. Había que mover la casa, instalarse en Lima, ver colegios, habituarse a una rutina como la limeña que, convengamos, no es Florencia o Sevilla. Pero sobretodo había que querer. El Puma Carranza habló con el Loco y fue difícil convencerlo. Lo llamó Guadalupe y fue bueno, no decisivo. Faltaba algo. Una persona cercana al jugador cuenta que una de sus hijas le dijo:

-Papá, ¿por qué ya no sales en los periódicos?

Su último partido oficial había sido en mayo del 2016. Su último gol con Betis un mes antes. La última vez que jugó por la selección en marzo: el día del 2-2 horrible con Venezuela en Lima. La noche en que Vargas apenas podía caminar.

Juan Manuel Vargas: así se entrena para bajar de peso. (Foto: Universitario)
Juan Manuel Vargas: así se entrena para bajar de peso. (Foto: Universitario)

Para volver hay que querer y hay que hacer. Vargas firmó su contrato, se tomó la foto con César Vento y fue tendencia en Twitter. Volvió a ser jugador de Universitario 14 años después de su debut pero no lo era: alguna vez canceló un doble turno, alguna vez descuidó la dieta, alguna vez abusó de la parrilla. Los 4 primeros meses del 2017, con una 'U' en crisis, Vargas fue el tiro al blanco: jugó 6 partidos por debajo de los 5 puntos.

Con Troglio en el banco, más que una nueva rutina de ejercicios o menos pan en la mañana, debía llegar un mensaje. Uno privado, otro público. El primero fue notable: con el profe Bernay y bajo la supervisión del PF Martin, Vargas tuvo varias charlas post entrenamiento. "He sido muy poco profesional, lo reconozco, pero quiero hacerlo mejor", le dijo a El Comercio en esos días. Pocas veces había sido tan autocrítico. Le hablaban del pasado que ellos veían en videos -y Vargas no-, le contaron el proyecto de 2 años, de lo importante que es volver a casa y que la familia se sienta orgullosa. Pero hizo algo más Troglio: no lo puso más hasta que encuentre su peso ideal (78kg), su mejor estado físico en años (el de la corrida a Bataglia); su mejor salud para el equipo. Ponerlo gordo y golpeado era exponerlo. Matarlo ante quienes todavía creen que un solo futbolista debe tirar el centro y correr a cabecear.

Más cercano a su familia, más líder de su propio hogar, Vargas ha bajado 5 kilos en estos dos meses y todavía no está conforme. Anda por los 79kg. Será lateral por izquierda para el Apertura y aunque no tendrá la salida ni la patada de otra época, podrá pelear contra sus propios fantasmas y ese espejo que lo tiene ya como un ex jugador. Esa es ya una victoria. Vargas tiene 33 años y aunque él mismo saboteó su carrera y le puso el tope absurdo de la medianía, hoy que se entrena mejor es igual de justo reconocerlo. Los futbolistas -sí, ellos también cambian pañales-, solo son ejemplo para sus hijos. Esa es una misión más noble -y difícil- de lo que uno cree.

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