Habría que retroceder diez años para encontrar el dato: en 2014 la ADFP eligió a un mediocampista mixto como mejor futbolista del campeonato. Digamos que era, en realidad, un todocampista: Carlos Lobatón, usaba la 27, titular para Markarián en la selección y conocía cada rincón del Gallardo como si él hubiese sembrado el césped. Encima, tenía el lujo del golazo cayéndosele del bolsillo. Por su movilidad, su pase, y su patada al gol, ‘Loba’ representó aquel año lo más cercano que tenía el fútbol peruano a un volante moderno.
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Pasó casi una década y aunque con marcadas diferencias, la organización de la Liga 1 y la unanimidad de la tribuna –incluida la que lo sufrió en la final–, reconocieron en el volante chileno Rodrigo Ureña al mejor futbolista de la temporada. Ureña tiene, por supuesto, mucho menos gol –solo 1 en 2023– pero una capacidad geográfica tan decisiva para instalarse en el campo que parece andarlo con Google Maps. Y una influencia tan notable en el juego de aquella ‘U’ de Fossati que, si miramos de nuevo los partidos, el chileno podía ser un cuarto central cuando lo atacaban y un tercer atacante cuando su equipo, que al final fue campeón, tomaba la pelota. Por eso renovó tres años más. Por eso abrió la discusión 2024 sobre qué fichar primero, un futbolista o una estrella.
A ese hombre, y a esa zona, la ‘U’ le acaba de sumar otro medio –el jale bomba Jairo Concha– y va por dos más: Christofer Gonzales, que llega este miércoles y un 10 foráneo –el argentino Gonzalo Ríos es el nombre más sonado, al cierre de esta nota–. Un guiño a lo importante que es hoy fichar volantes mixtos.
Hecho para un puesto que en Perú fue sello cuando mandaba José Velásquez una década –del 75 al 85–, el año de Ureña activó alarmas en los rivales clásicos. Y como ocurre en el mundo de hoy, donde se paga 130 millones por un Caicedo, o 110 por un Fernández –es decir, por mediocampistas–, lo primero que buscó Alianza fue traer un medio y fichó antes de Navidad al argentino Adrián Arregui, mixto de 30 años y capitán en DIM y Temperley. Lo que jugó el lunes en La Noche Blanquiazul fue su certeza de haber elegido: un medio que inspira respeto, va a todas y físicamente está intacto. Y Cristal fue paciente, hizo seguimiento, y no paró hasta traer a Gustavo Cazonatti, top 3 de la Serie B de Brasil. Le dicen el ‘Pitbull’. Una breve búsqueda en sus biografías coincide en que los dos mastican vidrio.
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Brazos de fisiculturista, 30 años y más de 20 tatuajes, Adrián Arregui llega a Matute precedido de un CV que ha ilusionado más que un Kevin Serna o un Cecilio Waterman: aterrizó en Matute un líder, como lo llamaba Juan Carlos Osorio cuando el volante argentino era titularísimo en el DIM 2021. Su arribo es una respuesta a la nueva política aliancista, piloteada por Néstor Bonillo y Bruno Marioni, ambos desde la Dirección Deportiva: renovación total de un plantel que tras el bicampeonato sufrió el que quizá sea el revés más duro de su historia: perder las finales con la ‘U’ en Matute y no ser tricampeón. S e p a r a r o n a B a l l ó n , despidieron a Míguez y no renovaron a Concha, en suma, el resumen del descenso y la gloria que vivieron los íntimos en los últimos tres años. Ese mediocampo fue anulado por un solo hombre hace un mes, el chileno Ureña, y fue lección. Para ese vacío, y ya con un único referente histórico como Barcos, Alianza fichó a Arregui. La semana que se fue aceleró por otro socio, también volante, pero más ofensivo: Sebastián Rodríguez, uruguayo ex Peñarol, 33 partidos y 9 goles en 2023.
Tras la victoria del cuadro Blanquiazul por 2-0 ante Once Caldas...
— Deporte Total (@dt_elcomercio) January 16, 2024
¿Quién fue el mejor del primer partido de Alianza Lima?
En Cristal la escuela brasileña ha hecho campamento. Se quedó Ignacio Da Silva, el mejor central del país 2023, y contrataron al profesor Enderson Moreira, quizá con menos CV que un Autuori antes o un Nunes hace poco, pero con el tino suficiente para decidir sobre seguro: el capitán sigue siendo Yotún, el segundo con la cinta es precisamente Ignacio –por larga justicia– y en lugar de gastar millones en ligas mayores, fue a las raíces que tanto conoce: Gustavo Cazonatti, 27 años, 1,79 metros, un peso de 75 kg, mediocampista con recorrido y patada. Lo que no pudo ser Távara hasta hoy, lo que se llevó Castillo a Portugal.
Cazonatti no viene de la primera de Brasil sino del ascenso, anotó tres tantos y dio una asistencia en la última temporada con Chapecoense. Y es claramente una apuesta. Si algo le faltaba a los celestes para darle respiro a los pulmones de Yotún, a quien renovó hasta el 2026 pese a los rumores, era alguien que corra por él: 71 quites en el Brasileirao 2 Betano, según cifras oficiales. Cazonatti parece ser.
El fútbol se define en las áreas pero se construye en el medio. No es un secreto, es un plan. Allí, los tres grandes apostaron sus recursos más urgentes y clonar el caso Ureña 2023. El que se adapte mejor a la altura, entienda a los árbitros y administre su patada, será figura.
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