Un ‘Loco’ anda suelto por Trujillo, al norte del Perú. Un ‘Loco’ que se define en dos frases marcadas a fuego. “El día de los partidos no quiero ir a la parte donde [los jugadores] se están cambiando porque es una puñalada al futbolista que ya no está. No vivo esa previa porque es mortal”, confiesa Sebastián Abreu. “Todo lo que no pude conseguir como futbolista, como ser campeón del mundo con Uruguay, pasaron a ser objetivos cuando decidí convertirme en entrenador”, cuenta el charrúa.
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La última vez que el exdelantero entró a un campo de juego como futbolista fue en 2021. Lo hizo con la camiseta del Olimpia de Minas, club de la Liga Minuana de Fútbol de Lavalleja (Uruguay). Tenía 45 años. Luego se convirtió en director técnico y tras estar en el banquillo de cuatro clubes, dirigirá a la Universidad César Vallejo en la Liga 1.
—¿Cómo fueron las negociaciones para convertirse en entrenador de Vallejo, club que años atrás –en 2015– intentó ficharlo como futbolista, pero por razones del comando técnico no se concretó?
No fue por el comando técnico, yo ya tenía contrato con otro club. Siempre había trasladado mi intención de experimentar el fútbol peruano, chileno, ecuatoriano, pues los equipos del Pacífico tienen una lateralización del juego muy buena. Quería experimentarlo en carne propia para saber si hay algún tipo de desarrollo, entrenamiento, metodología o si es algo innato, natural. Me tocó jugar en Chile y Ecuador, y ahora se me da la posibilidad de entrenar en Perú.
Entrevista a Sebastián Abreu
—¿Y cómo surge esa posibilidad?
A través del ‘Chemo’ [del Solar]. Justo se da la coincidencia de que él había sido evaluado por el club que había estado yo en Bolivia (Always Ready). Él me quiso consultar por ese club y me decía que estaba saliendo de César Vallejo y qué es lo quería hacer. Le dije la verdad, que me gustaría dirigir en Perú. Me respondió que Vallejo era el club ideal para lo que yo estaba buscando y que le encantaría comentarle a don César [Acuña], a Richard [Acuña] y a Lucho Gálvez esa posibilidad porque tenía el perfil de entrenador para darle continuidad a lo que él venía haciendo.
—¿'Chemo’ es su amigo?
Sí, tenemos buena relación y un amigo en común: Juan Manuel Lillo, el ‘Maestro’ Lillo. Luego, en Argentina, me reuní con Richard y Lucho Gálvez. Ellos también se reunieron con otros entrenadores, pero llegaron a la conclusión de que el perfil de entrenador que buscaban era el mío.
La entrevista
—¿Fue fácil decirle sí a Vallejo?
Sí, era lo que buscaba. Tenés un club con valores humanos e institucionales, algo importantísimo para mí. Hay todas las condiciones para poder desarrollarte. Aquí se predica con la palabra: se respeta el proceso y se busca crecer. Además, es un equipo que siempre está disputando los primeros lugares y jugando copas internacionales, que busca ese salto de calidad.
—¿En algún momento de su carrera como futbolista fue tentado por otro club peruano?
Concreta, concreta fue la de Vallejo [2015], pero Sport Boys también me buscó. No me acuerdo por qué no se concretó.
—¿Le ha sorprendido algún jugador de Vallejo?
No, porque desde que surge la posibilidad de venir vimos muchos partidos y cuando llegamos lo hicimos con las características de los jugadores conocidos. Lo que sí me llamó mucho la atención y se notaba claramente era el muy buen trato al balón que el equipo tiene.
—¿Eso confirmó lo que usted pensaba del futbolista peruano?
El hecho de haber tenido compañeros peruanos era ratificar lo que el futbolista de este país tiene: calidad natural, técnica natural. Lo que uno trata de darle es la impronta uruguaya, de no lateralizar tanto y de poder ser un poquito más vertical porque, en definitiva, los goles están de manera vertical. Hay que lateralizar para generar líneas de pase, pero después hay que pensar en el arco rival.
—¿A qué juegan entonces los equipos de Abreu?
A hacer más goles que el rival.
—Durante la práctica, en 30 segundos contabilicé más de 10 veces la palabra presión y les decía a algunos delanteros cómo desmarcarse citando una experiencia en el fútbol italiano.
Mi vocación es ayudar al futbolista, sea de 17 o 35 años. Que cuando salga de aquí, diga mejoré, aprendí. La esencia del futbolista peruano es la técnica y la posición del balón, No podemos quitarle eso, pero sí podés incrementar más agresividad, mayor presión, más verticalidad. Vallejo se caracteriza por tener muy buen trato de balón. Entonces, no venimos a cambiar, sino a potenciar lo que se venía realizando de la mano del ‘Chemo’.
—Nadie ha cuestionado la calidad innata del futbolista peruano, pero sí su falta de compromiso en algunos casos. ¿Usted lo ve así?
Voy a hablar por lo que es César Vallejo. Aquí hay una línea de disciplina y es la línea de Abreu también. Primero es la parte humana y después la parte deportiva.
—¿Cómo se ve al fútbol peruano desde afuera?
Con el fútbol que lo caracteriza, pero que está en una etapa de reconstrucción, de cambio generacional. A nivel de clubes, hay una necesidad de poder marcar sello para realmente ganarse ese respeto, porque el respeto te lo ganás con los resultados. Se necesita dar ese salto de calidad como en algún momento lo hizo Sporting Cristal, que llegó a instancias importantes años atrás con un equipo muy fuerte. Lo mismo pasó con Cienciano, que jugaba muy bien al fútbol y que la altura solo era un plus.
—¿Ve con chances a Perú de clasificar al siguiente Mundial?
Sí, sí. Ahora hay más cupos también y hay un tema de nivel futbolístico. Se fue Gareca, pero vino Juan [Reynoso], que tiene una línea de disciplina seria, competitiva. Habrá que ver cómo potenciar las generaciones que vienen, pues son obviamente las que van a tener la responsabilidad de defender a Perú de acá a cuatro años.
—¿Y a Vallejo lo ve con chances de disputar la Liga 1 y la Copa Sudamericana?
Claramente es un equipo competitivo para estar en la línea de los de arriba. Si en la vida vos no te ponés metas de llegar a lo máximo, sos mediocre. Siempre hay que aspirar a besar el metal con los labios, a llegar a la gloria, a colocar una estrellita al club. Por más que mires y digas es algo remoto, tu mentalidad siempre tiene que ser ganadora. Hay que entrenar para ser los mejores.
—Hay un futbolista suyo que ha hablado muy bien de usted tras la gira que hicieron en Uruguay. ¿Usted es consciente de lo que genera su nombre?
Sí, para lo bueno y lo malo. Todo va a tener mayor atención; mayor repercusión, ganando y perdiendo. Cuando vos construís un nombre y tuviste un cierto éxito, para los exitistas siempre genera envidia, resentimiento; tenés gente arriba en el muro para darte la bala en la nuca. Pero también tenés mucha gente deseándote el bien porque te quiere o te conoce.
—¿Abrirles las puertas de su museo en su casa de Uruguay a los jugadores de Vallejo fue mostrar cómo es Sebastián Abreu fuera de un campo de juego?
Agasajarlos porque venían a mi país, para comer un asado descontracturado, en buen ánimo. Lo otro es un museo personal que me genera orgullo, una ayuda memoria para mí, pero trato de hacer lo que hacían conmigo cuando no tenía. Creo que es la mejor forma de disfrutar la vida: ser bondadoso, abrir las puertas y nunca olvidarse del pasado porque es lo que te pone con los pies sobre la tierra.
—¿Cómo ve el futuro de su selección?
Bien. Más allá de que se ha desalineado un poco el camino del proceso que se tuvo durante 15 años con el ‘Maestro’ (Washington) Tabárez, hay una continuidad en juveniles que le va a dar al seleccionador mayor una estructura para seguir siendo una selección competitiva, fuerte, que siempre pelea mundiales y está entre los cuatro mejores. El ‘Maestro’ Tabárez pudo rescatar esa línea competitiva ganadora y ojalá Dios quiera, y lo pido con el alma, que se le dé valor. Es muy difícil construir algo que el ‘Maestro’ construyó. Dejó un legado que no hay que matar ni enterrar, sino mejorar, potenciar. Nos mostró cuál era el camino para ganar títulos juveniles y para que esa transición al equipo mayor no sea traumática como vimos todos estos años con Muslera, Cáceres, Coates, Cavani, Súarez, Valverde, Vecino.
—¿Extraña la selección?
Mucho, extraño el fútbol.
—¿Le cuesta…?
Soy pasional y poco racional. Hay un vacío que nunca lo voy a poder ocupar. Lo puedo distraer, engañar con un entrenamiento, pero nunca llenar. En el momento de la soledad, del calentamiento del equipo, el vacío es como que te estén dando una puñalada.
—Pero ahora tiene que ser más racional como director técnico
El día que pierda la pasión tengo que dejar el fútbol. Lo mío es pasional. Tengo que ser racional para tomar decisiones, pero la angustia del futbolista que murió no te la devuelve nadie. Si me preguntaran qué volvería a hacer si volvés al pasado, mi respuesta sería ser futbolista. Esa experiencia es única.
—Lo siento nostálgico
Es que voy a morir con la tristeza de que el futbolista murió.
—¿Le faltó algo como futbolista?
Ser campeón de mundo. Estuvimos ahí, a un pasito.
—¿Hay bronca?
No, es melancolía.
Sobre Reynoso
—¿Hay un grupo con los compañeros de entonces? ¿Qué se dicen?
Ese grupo es una familia. Pasa el tiempo y decís qué difícil es llegar a una semifinal del mundo. En aquel momento, semifinal del mundo, campeón de América parecía todo fácil y el paso del tiempo nos fue dando la razón de que es muy difícil.
—¿Es una deuda?
No, una cuenta pendiente.
—¿Su objetivo entonces es dirigir a la selección de su país?
Ser campeón de América con Nacional y la selección, campeón del mundo con Uruguay y poder ir al mundial de clubes con Nacional. No solo se trata de un logro deportivo, sino de un sentimiento que también juega.
—¿El básquet influyó en su carrera como futbolista [fue seleccionado nacional]?
Sí, me ayudó muchísimo como centrodelantero a cantidad de desmarques, movimientos, doble ritmo para el salto. Durante toda mi carrera implementé muchos movimientos del básquet para poder sacar ventaja.
—Hay un tío suyo que fue su director técnico e influyó mucho en su carrera…
El tío Ruben, en infantil.
—¿Fue preponderante?
Preponderante fue mi viejo, que fue un excelente centrodelantero. Te cabeceaba un helicóptero y te la ponían en un ángulo. No era tan bueno con los pies, como me tocó ser a mí, pero con la cabeza era terrible. Me metió a los vestuarios a los seis años. Fue mi ídolo; mi propulsor para ser futbolista, disciplinado, profesional y centrodelantero. El ejemplo lo tenía en casa.
—¿Qué le aconsejaba?
Si quería salir de noche, no iba a jugar al otro día; si quería jugar al otro día, no salía de noche. Esos fueron sus primeros consejos cuando empezaban los cumpleaños de 15, las salidas con los grupos de amigos. Siempre me fue mostrando que se podía hacer todo, pero había que elegir cuándo. Si llegué hasta los 45 años jugando en primera división fue por esa disciplina. Obviamente me perdí muchas cosas en la vida y hasta cierto punto fui muy egoísta porque trasladé a mi familia, a mis hijos hacia la búsqueda de mis sueños, no los de ellos. Nunca les pregunté qué querían hacer, si querían quedarse. Sin embargo, el paso del tiempo me dio un premio: mis hijos hoy hablan cuatro idiomas y tienen la preparación que poseen porque el fútbol y los lugares que elegí para jugar me dieron esa condición.
—¿Está hoy en el lugar correcto?
Sí, porque me eligieron y lo elegí. Fue mutuo.
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