El pobre desempeño de los equipos peruanos en la Copa Libertadores
El pobre desempeño de los equipos peruanos en la Copa Libertadores
Jerónimo Pimentel

La participación de los clubes peruanos en la ha sido desastrosa, de principio a fin.

Un breve resumen de la tristeza sería el siguiente: Municipal cayó en la primera fase ante Independiente del Valle, club eliminado en la instancia siguiente sin pena ni gloria; Universitario desperdició su triunfo en el partido de ida y fue goleado en casa por el ignoto Deportivo Capiatá, también eliminado semanas después; tanto Cristal como Melgar, los clasificados de forma directa a grupos, ocupan la última posición en sus respectivos cuadros. Esta historia se puede contar con números también: de 14 partidos jugados, los clubes peruanos solo han podido ganar dos. Urgen reflexiones.

La primera es que Gareca lo tiene complicado y ya se puede atisbar en su última convocatoria algunas señales. Si bien la base de la selección titular milita en el extranjero, entre rimenses y arequipeños suman apenas tres jugadores en la nómina del ‘Tigre’: Santamaría, Loyola y Aquino. Sorprende que no sean los clubes que juegan Libertadores y, por tanto, aquellos que suman rodaje internacional, los que aporten nuevas caras. Ello fuerza a que el entrenador mire al azaroso torneo local y la noticia sean los “tapaditos”: Gómez (“U”), Manzaneda (Cantolao) y Succar (San Martín).

Una segunda idea tiene que ver con el rol de la Libertadores para Perú. Si en una época fue una instancia de consagración o al menos de protagonismo regional, sobre todo en los sesenta y setenta; y luego, ya entrados los ochenta y noventa, se convirtió en el termómetro de la decadencia del fútbol nacional, con la solitaria excepción de la campaña del 97; hoy la Libertadores se ha reducido a un trance que ayuda a pagar las cuentas locales, por derechos televisivos y taquilla, pero con el traumático costo de la humillación cotidiana. ¿Cuál es la factura, en términos de mentalidad y estado anímico, para aquellos que quedan primeros en Perú si, unos meses después, tendrán que recibir una inevitable paliza?

Un tercer pensamiento está relacionado a las causas del desastre. Daniel Peredo sostiene, con acierto, que el problema no se puede reducir a presupuesto, como lo han demostrado escuadras menores como The Strongest, Wilstermann, Godoy Cruz, Guaraní y Deportivo Iquique, que han hecho campañas plausibles. El periodista apunta a refuerzos que aportan poco y a una fragilidad defensiva general. Podríamos añadir el desfase táctico de algunos entrenadores (lo hecho por Chale en Ate ante los paraguayos fue una vergüenza) y a una condición física que no permite implementar estrategias de juego modernas.

Jorge Barraza ha señalado que los criterios para distribuir las plazas del torneo continental son méritos deportivos, tamaño de mercado y asistencia a estadios. Si esas siguen siendo las variables, Perú tendrá que resignarse, en poco tiempo, a ver reducida su participación, lo que tal vez no sea una mala noticia. ¿Cuántas vergüenzas es capaz de soportar el abonado al cable? ¿Cuántas el hincha local? ¿Cuántas quienes visten las camisetas?

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