Melgar: Jorge Pautasso. ( Foto: Melgar).
Melgar: Jorge Pautasso. ( Foto: Melgar).
Ricardo Montoya

“Eliminar a la Universidad de Chile, un grande de Sudamérica, ¿qué es lo que significa para usted, profesor?”, pregunta, curioso, el reportero chileno.

“Una mayor responsabilidad”, replica de inmediato el hombre.

La respuesta escueta, y casi natural, ayuda a perfilar mejor al personaje. Nada de echarse flores por el triunfo insospechado. Tiene un tiempo largo en esto y, como decía Bielsa, su antiguo técnico allá en la vieja Lepra de los 90, “el éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peores, nos hace enamorar excesivamente de nosotros mismos”. Así que trata de no perder la perspectiva y, cauto, flamea la bandera de la mesura donde otros hubiesen presumido. Él no.

Él se llama Jorge Remigio Pautasso. Tiene 57 años, es natural de Rafaela, ha ganado numerosos títulos como asistente del ‘Tata’ Martino y prefiere deslizar, casi como una anécdota, que el 99% de los hinchas, periodistas y otros jugadores en el continente los veían eliminados antes del partido. Lo ha dicho de soslayo, como quien deja caer una flor. Su propósito es que se dimensione como se debe la victoria conseguida. La de ayer, en Santiago, ha sido la única ocasión de cuatro intentos en que un equipo nacional despide a uno chileno en una eliminatoria mano a mano en la Libertadores. Esta también es, en su sexto intento, la primera vez que el “león arequipeño” avanza a la siguiente ronda de la Copa. Pautasso, en el mes y medio que comanda al Melgar, ya ha logrado algo importante y, según se desprende de su respuesta al periodista sureño, su responsabilidad es siempre “querer más”.

Sería todo un acto reivindicatorio que los mistianos superen al Caracas FC y se instalen en el Grupo F de la Libertadores. Sería un acto de justicia poética que los tristes yaravíes que sonaron al pie del Misti, tras quedar fuera de la fase de grupos en primera instancia, en gran parte por un yerro arbitral ante Alianza, se silencien ahora, para dar lugar a cantos carnavalescos y felices. Lo merece el grupo y lo merece la región tan vapuleada por las inclemencias climáticas.

Llegar a meterse en la Copa significaría, además, un merecido alivio económico para una de las instituciones futbolísticas más responsables del país. Falta un paso más, pero que está lejos de ser sencillo. Hay, sin embargo, fe en el trabajo. A modo de bienvenida, Pautasso y su grupo han entrenado, incluso en Año Nuevo, para enfrentar cosas serias. Por lo pronto, han exhibido buen manejo del balón, orden y carácter deportivo. Con esto les ha bastado para superar a un plantel cinco veces más costoso que el propio.

Carlos Cáceda, John Narváez, Joel Sánchez, Alexis Arias y el paraguayo David Villalba han sido los puntos más altos de la serie, aunque en realidad el grupo entero ha sido muy táctico. Leonardo Mifflin (19) y Carlos Neyra (23) son dos jóvenes que en principio nadie tenía en cuenta y que el técnico argentino con sapiencia ha incorporado al once titular. Pautasso habla poco, pero hace mucho. Yo no sé si es oficio o experiencia, pero es fácil, es simple, es natural. En una semana él y su grupo van a tratar, desde el arranque, de hacerse propietarios del cupo de la Copa que sienten que les pertenece.

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