En Universitario aún suena fuerte el “contra todo, contra todos” de Ángel Cappa en el título del Apertura 2002. Ese equipo crema superó muchos obstáculos para hacerse con ese campeonato y Roberto ‘Nuno’ Molina fue uno de los rostros que mejor personificó esa etapa. El volante argentino fue separado del plantel por reclamar los sueldos impagos, pero con el apoyo del grupo permaneció y se hizo figura.
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Se sabe que estás en Tulum, en algo distinto al fútbol.
Estamos trabajando el proyecto de Koop Luum, que es hacer una ciudad autosostenible con energía solar. También queremos generar un cine para los niños de Macario Gómez, una localidad de acá en la selva de Tulum, en Quintana Roo, México.
Siguen trabajando a pesar de la cuarentena.
Estamos limitados en la movilidad, pero la única medida que tenemos es la de ser solidario y la del amor. Si bajamos al miedo, probablemente el coronavirus nos gane este partido. La idea es generar esperanza y sobre todo por los chicos. Somos 35 personas trabajando y con ello alrededor de 85 personas, con niños incluidos, tienen un plato de comida en su casa.
Metiéndonos al fútbol, tu llegada al Perú se dio gracias a Ángel Cappa. ¿Qué significó ser pedido por él?
Un orgullo y agradecimiento que un técnico de la magnitud y la energía de Ángel Cappa me haya tenido como prioridad en cada equipo que agarró. Igual que haya estado junto a Francisco Russo, que fue el otro 50% clave para unificar al grupo para lograr ese campeonato.
¿Sabías algo del fútbol peruano en ese momento?
La verdad, no sabía nada del fútbol peruano. Simplemente fui a sentir la energía del lugar y, a partir de ahí, a generar un trabajo con las posibilidades que te da el lugar, como me pasó en cada club en el que estuve, incluso con la selección argentina, donde tuve la bendición de jugar un solo partido.
Entonces, ¿más te atrajo el hecho de ser llamado por Cappa?
Yo estaba en el fútbol de Ecuador, con un sueldo mucho más alto. En México igual, con sueldos más altos aún. Pero me sentía atraído y tenía gran admiración por Cappa y ‘Fatiga’ Russo, unos grandes profesionales.
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Jugaste con Chemo del Solar, el ‘Puma’ Carranza, Ibáñez…
El recuerdo que tengo es de todos los muchachos. El grupo fue maravilloso. A veces, hay momentos difíciles; pero siempre teníamos la misma conciencia de lograr el objetivo. Se generó una energía muy especial cuando yo reclamé por el sueldo de todos. Reclamé por los tres meses que no nos pagaban. Por ser de afuera, pensé que tendría más fuerzas y la directiva me apartó del partido en Trujillo ante Coopsol.
¿Pensaste en dejar el club en esos momentos?
No. Yo tenía una cláusula de rescisión unilateral en la que si ellos decían que por mi rendimiento o mi comportamiento, ya no me pagaban más. Yo les expliqué antes la decisión de reclamar a Cappa y a Russo. Que todo era en defensa de los derechos reales de los que estábamos trabajando honestamente sin un sueldo. Todo el plantel estaba enterado de eso; y cuando me separaron, dijeron que yo estaba reclamando por todos, no solo por mí, y no les pareció justo que esté fuera del equipo. Bueno, luego se vio el resultado de cuando uno arma un grupo.
Pero sí llegaste a viajar a Trujillo
El ‘Goyo’ [Bernales], que entró en mi lugar, hizo un gol olímpico espectacular. Cuando acaba el partido, él con Chemo, Carranza, Ibáñez, Vilallonga, Russo me fueron a buscar a las gradas y me hicieron ingresar al campo. Fue emocionante.
¿Tu caso fue el punto de quiebre para el equipo?
Mi caso fue determinante, el equipo encontró ese empuje de solidaridad y amor hacia mi persona. Al próximo partido volví y jugamos en el campo de Universitario ante Alianza Atlético. A los cinco minutos, fallo un mano a mano solo ante el arquero y me quería matar, porque estábamos reclamando que se nos reconociera y me dije: “O sacamos la casta o lo que estamos reclamando no tiene sustento”.
Marcas el gol de la victoria.
Yo no soy de hacer goles. Genero las jugadas, los espacios para que los delanteros, como Martín Vilallonga, que era un goleador, marquen. Pero en los últimos minutos me quedó una pelota y fui avanzando, haciéndome el espacio y pude marcar el gol de la victoria, que ya nos encaminó hacia el título. Pero no fue gracias al gol de ‘Nuno’, fue gracias a todo el equipo.
Trabajar sin cobrar. ¿Soportó mucho ese plantel?
Yo venía de doce años de carrera y con mi propio dinero estaba jugando. Pero no solo yo, Vilallonga, Ibáñez, Chemo. Muchas veces nos juntábamos para ver qué hacíamos, porque nunca nos quedamos sentados. Salimos a buscar ese campeonato porque creíamos que éramos los merecedores por ese grupo maravilloso que armamos.
¿Y qué mejor que ganar el Apertura ante Alianza?
Íbamos seis o siete puntos abajo y luego ganamos los siete últimos partidos. Fue espectacular, no sabes cómo sentíamos esa adrenalina. Cuando suspenden el partido de vuelta, tuvimos que esperar una semana. Éramos unos leones enjaulados, nos queríamos comer al equipo contrario. Estábamos esperando ese momento y justo se da ante Alianza.
¿Qué significó ese “contra todo, contra todos” de Cappa?
Nosotros interpretamos el “contra todo” por las circunstancias en las que la institución estaba. Nosotros hacíamos nuestro esfuerzo dentro de la cancha y afuera los que tenían que generar los recursos para que nosotros estuviéramos tranquilos no lo hacían. Y “contra todos”, porque nadie creía en nosotros cuando nos empezamos a caer por todas esas circunstancias. Gracias a Dios tuvimos un equipo maravilloso comandado desde el vestuario por ‘Fatiga’ Russo y la bendición de tener a Ángel [Cappa] también para las decisiones correctas en el campo de juego.
Fuiste muy criticado por las expulsiones previas a un clásico y ante Cristal en la primera rueda.
La gente generalmente critica sin saber. Mucha gente está sentada opinando, pero nadie sabía quién estaba jugando con el tobillo con esguince; no sabían cómo nos sentíamos, cómo se sentían nuestros hijos. Otros jugaban con 39 grados de temperatura. Lo que pasaba quedó dentro del vestuario y eso te fortalece.
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¿Qué fue lo más duro que te tocó vivir en esa etapa?
Cuando me apartaron del equipo en un partido y la tristeza de las expulsiones también, pero muchas veces los árbitros eran injustos en cuanto a las decisiones. Los volantes recibimos patadas continuamente y cuando uno, que nunca las da, pega se ve mucho más.
¿Y el mejor momento?
El mejor momento fue toda la etapa por el grupo que hicimos técnicos y jugadores. Si hubiera habido más apoyo de los dirigentes, si la ‘U’ hubiera mantenido ese grupo maravilloso, habría conseguido más cosas. Queda el sabor amargo de lo que pudimos haber proyectado con una dirigencia regular que se hubiera comprometido.
Lo de Trujillo fue especial. La dirigencia te aparte y el equipo te acoge.
La mejor sensación fue cuando me fueron a buscar a la tribuna. Yo no podía defraudarlos. El ‘Goyo’, que estaba peleando conmigo un puesto, hizo un golazo. Al siguiente partido le tocó salir y lo hizo con todo respeto y a mí me tocó marcar. Así fuimos todos.
Y así llegaron a la final…
En ese momento, ya no nos podían ganar. Superábamos todo lo que nos pusieran en frente. Nos ponían un tanque y lo pasábamos por arriba.
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