En 1997, una publicidad televisiva de bebida gaseosa simuló una amistad de infancia entre los dos jugadores más queridos de aquella selección peruana, que era dirigida por Juan Carlos Oblitas. Dos niños se invocaban el uno al otro para salir corriendo tras una pelota. Luego aparecían las versiones adultas, ya como cracks de fútbol. Eran Roberto Palacios y Nolberto Solano (o viceversa). De socios en aquel Cristal noventero, pasaron a una enemistad que trataremos de explicar. En el 2009, este Diario los juntó en un intento de reconciliación. Ninguno de los dos imaginó que casi diez años después, iban a cumplir el sueño de estar juntos en el mismo estadio donde Perú iba a jugar un partido por la Copa Mundo. Así es. Eso al final pasó. Nadie se lo imaginó, fue real.
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21 de junio del 2018/Ekaterimbugo (Rusia)
Había llovido mucho en esa mañana de Ekaterimburgo. Esa precipitación fue el anticipo de lo que vivió horas después la hinchada peruana. Esos miles de peruanos que fueron a alentar a la Blanquirroja en el Mundial de Rusia 2018 se inundaron de lágrimas cuando sonó el “Contigo Perú” antes del partido con Francia.
Hacía frío, pero la sangre hervía en ese estadio que parecía armado con fichas de “Lego”. La selección nacional llegó dos horas antes del partido. Para ese momento la neblina ya era más compasiva, y el sol pedía permiso para acompañar nuestra alegría. Nolberto Solano fue uno de los últimos en bajar del bus peruano. El ‘Maestrito’ tenía una clase pendiente.
Una década en el fútbol europeo de primer nivel, cuatro Eliminatorias y Ñol no pudo cerrar su carrera con sello mundialista. Su reconciliación con esa ilusión fue cuando llegó a Rusia como asistente de Ricardo Gareca, quien curiosamente también vivía revancha personal al haber quedado fuera de México 86, a pesar de anotar el gol argentino de la clasificación ante Perú, en el Monumental de River.
Sonreía Solano y miraba con pausa todos los rincones el Arena Ekaterimburgo. El ex volante y lateral grabó tantos videos -como si fuera un niño- que semanas después Gareca tuvo que pedirle que sea un poco más mesurado en sus redes sociales.
Y mientras Perú calentaba, mientras nos desbordábamos con los versos de Augusto Polo Campos, dos animadores de TV rusos salieron al campo para iniciar con los homenajes previos al partido. Esa participación fue sorpresiva, los periodistas que cubríamos el partido no teníamos ese momento en la pauta previa. Nos llamó mucho la atención, sobre todo cuando pidieron que entre a la cancha a Roberto Palacios. El ‘Chorri’, un futbolista en permanente declaración de amor con la bicolor, había viajado también a Rusia y recibió la emoción de los hinchas en un Mundial. El fútbol se lo debía.
Por casi cuarenta minutos, Nolberto Solano y Roberto Palacios (o viceversa) compartieron la misma cancha de un estadio mundialista. Cada uno en su estatus, cada uno con esa voz interior particular sobre lo curioso del destino. Habían hecho mucho (demasiado) por vivir algo así. Caminaron juntos por ese sueño. Pero terminaron muy separados.
7 de octubre del 2009/Videna de San Luis
“Amigo ¿en serio Ñol sabe que vamos a tomarnos esa foto?”, me preguntaba Roberto Palacios antes del encuentro con Solano, el 7 de octubre del 2009. Esa producción la coordinamos con los periodistas Elkin Sotelo y Miguel Villegas. Sonaba como algo impensable retratarlos juntos después de tanta distancia. Palacios había vuelvo a la selección para la última etapa de Chemo del Solar como técnico. Ñol era el capitán de ese equipo que se alistaba para viajar a Buenos Aires y disputar el recordado partido frente a Argentina (que terminó con el gol de Martín Palermo, con lluvia y posición adelantada).
La selección peruana buscaba no quedar en el último lugar de la tabla de posiciones de las Eliminatorias sudamericanas. En un afán por hacer respetar la disciplina, Del Solar prescindió de jugadores como Farfán, Pizarro y Acasiete (caso Golf Los Incas). Para agravar la crisis, Paolo Guerrero había sido suspendido por su mal comportamiento en el encuentro con Uruguay en Montevideo.
Después de muchos años, Ñol y el Chorri coincidían en una selección. Pensamos que iba a ser la última oportunidad de hacerles una foto juntos. No nos equivocamos.
-Razones de un distanciamiento-
Dice la leyenda que esa pelea se agravó en tiempos de Copa América 1999, cuando a Palacios se le habría presentado la posibilidad de ir al Newcastle y que, según un conocido empresario, todo se habría truncado por una mala recomendación de Solano. Era el pase al fútbol peruano que el volante tanto había esperado, al final no hubo llamada y Palacios tuvo que hacer su carrera en el fútbol mexicano.
Esa tarde del 2009, ambos se olvidaron de esa rencilla y se dieron la mano como en los viejos tiempos. “Con Nolberto formamos uno de los mejores grupos en Cristal, allí éramos varios peruanos, incluso creo que Ñol y yo éramos los mejores contra lo que dice Balerio (el fallecido golero uruguayo-peruano dijo que en ese equipo rimense pesó la experiencia de los extranjeros). La verdad, hermano, me ha sorprendido lo que ha dicho alguien a quien siempre hemos considerado nuestro amigo, no sé qué le pasa. En el equipo que casi clasifica a Francia 98 todos éramos muy unidos. Ahora él (Balerio), así de la nada, ha salido a disparar sobre los que aún queremos poner el pecho”, dijo Palacios.
“Voy a poner esa foto en la portada de mi página web (robertopalacios.com)”, se despidió ese día un emocionado Palacios, como si en el fondo siempre hubiera querido sellar este reencuentro con Solano. El “Chorri” es pecho caliente y algo de él aún quería abrazar y darle la mano a su buen colega, Ñol Solano. Los pelearon, los amistaron y el 7 de octubre del 2009 los más memoriosos y futboleros solo querían verlos quizás juntos por última vez.
Solano desmintió esa intervención en el frustrado pase de Palacios al fútbol inglés. “Nunca me peleé con el “Chorri”, él pensó que yo tuve que ver con que no haya podido fichar por Newcastle hace años y no fue así. Supongo que el representante le hizo creer eso”, dijo Ñol, quien ya adelantaba que esos partidos iban a ser los últimos por la selección.
-¿Solo los separó Newcastle?-
Unieron sus talentos a mediados de los noventa y un año clave para el distanciamiento fue el 2000. Ese año, Perú le rompía el arco a Chilavert. Goles de Solano y Palacios para esa victoria 2-0 ante Paraguay, que vino a Lima con la base que jugó el Mundial 1998. Ñol festejó su tanto mostrando una publicidad en el polo debajo del uniforme de la selección. En cambio, el Chorrio tomó un de esas decisiones que te convierten en ícono. Presentó en sociedad a su “Te amo Perú”. Nunca fueron tan odiosas las comparaciones.
Además, ese año, un técnico de club peruano recibió una llamada de un viejo amigo y ex rival en torneos sudamericanos. Era Pacho Maturana, técnico de la selección por aquellos años, quien quería pedir consejos y ofrecer explicaciones por la manera cómo excluyó a Juan Reynoso del plantel nacional después de la Copa de Oro en Estados Unidos.
Las relaciones de Reynoso, capitán de esa selección, con la Federación Peruana de Fútbol era insostenible. Sobre todo por la pelea por los premios para el equipo. Un error del ‘Cabezón’ en el partido ante Colombia lo condenó de manera prematura.
“No son las formas para sacar a Juan. Y ojo que ese grupo es bien unido y fregado”, le dijo el entrenador nacional. Tenía razón. El camerino de la selección rompió por unas semanas con Pacho y el Chorri Palacios era el símbolo de esa discordia. Según una fuente de ese plantel, Palacios le criticó a Nolberto su falta de jerarquía para hacerle frente a Maturana. Eso fue en el 2000. Veinte años distanciados.
La leyenda de la exclusión de Juan Reynoso no ha terminado aún. El ex zaguero y hoy técnico, dentro de su particular manera de manejarse con la prensa, nunca ha querido tocar el tema. ¿Fue una decisión política o deportiva? Solo alguien puede responder esa pregunta. Y es Pacho Maturana. Por eso lo buscamos en el palco de periodistas del estadio de la Universidad de Phoenix, durante la Copa América Centenario del 2016.
“¿Son del Perú? ¿Con ustedes no hablo?”, nos dijo. Pacho era comentarista de un canal colombiano en el torneo. Mientras insistíamos por la nota, entró a la cabina el Pibe Valderrama, quien al atendernos por 30 minutos nos quitó ese sinsabor. Esa impotencia ante un silencio por convicción.
Al Chorri y a Ñol los separaron muchas cosas estas dos décadas, pero algunas pocas los han unido. Ambos, a pesar de tantas idas y venidas, mantienen el romance con la gente. Ambos se quedaron sin Mundial. Ambos, en el centro del estadio Ekaterimburgo Arena de Rusia, respiraron hondo, recordaron cada gol, cada esfuerzo y entendieron que valió la pena todo.
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