Desde la época de Juan Eduardo Hohberg, uruguayo bicampeón con Alianza Lima en 1977 y 1978, siempre se comentó que en Matute se practicaba un fútbol bonito, pero con poco temperamento. Eso con el tiempo ha ido cambiando, sobre todo con la llegada de futbolistas uruguayos. A inicios del nuevo siglo, Nelson Olveira y el ‘Potro’ Romero ofrecieron buen rendimiento. Luego el técnico Gerardo Pelusso fue campeón en 2006 con Martín Ligüera como refuerzo. En 2017 Pablo Bengoechea levantó el título con tres uruguayos en campo y en 2021 Pablo Míguez fue uno de los referentes del Alianza campeón. En medio de esa sequía de once años, Walter Ibáñez fue el estandarte del equipo que en 2014 logró la Copa Inca. El exzaguero aliancista conversó con DT El Comercio desde Uruguay sobre sus recuerdos en La Victoria, su excompañero Christian Cueva y el Uruguay vs. Perú que se jugará el 24 de este mes por las Eliminatorias Qatar 2022.
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-¿Qué estás haciendo ahora?
-Después de Cienciano tuve un paso por Rampla y Deportivo Maldonado acá, en Uruguay. Con Maldonado salimos campeones de Segunda y ascendimos al equipo tras diez años. Luego llegó la pandemia, estaba sin ganas y tomé la decisión de retirarme. Hoy soy representante e intermediario de futbolistas. Por suerte me voy abriendo puertas en un mercado que conozco como el peruano y estoy agradecido con gente que aún me recuerda y, bueno, a los jugadores que hasta el momento hemos recomendado les está yendo bien.
-Jugaste cuatro años en Alianza Lima, un club del que te convertiste en hincha, ¿Cómo viviste el 2020 y 2021 del equipo que pasó de salvarse de la baja en el TAS a campeonar?
-En Alianza la viví toda y Perú es mi segunda casa. No lo digo de vende humo, lo digo porque lo siento. Tengo amigos allá que me reciben como un hermano cada vez que voy. En Alianza teníamos una relación con todos. Es un club al que no voy a olvidar nunca porque fue muy importante para mí en todo sentido. Desde que me fui siempre estuve acompañando. Ese año que pelearon la baja fue muy triste, pero uno que ya estuvo en esa situación sabe lo que se vive y es difícil de juzgar ese momento. Después la forma en la que Alianza vuelve a Primera creo que se hizo justicia y qué bueno fue coronar ese año como campeón con un equipo que se armó para luchar en Segunda. Ese 2021 va a quedar grabado para siempre en el hincha.
-En 2012 te tocó pasar una situación similar a las del 2020…
-Sí, en 2012 llegué justo cuando estaba el problema de ‘Pocho’ Alarcón, quién fue el que nos llevó. Ese año tocamos fondo. Tomábamos agua porque la barra juntaba dinero para darnos. Aún así seguimos firmes con un plantel desarmado y muchos juveniles.
-Ese año fue el último en el que Alianza ganó en la Copa Libertadores y anotó de visita, justamente con un gol tuyo ante Vasco da Gama. ¿Por qué le cuesta a los equipos peruanos disputar el torneo?
-Yo siempre digo que el jugador peruano tiene un potencial que ni él mismo conoce. Hoy veo a la selección peruana y es un reflejo de lo que fue en un momento la selección uruguaya, que parecía ser un mundo aparte del torneo. Uruguay, cuarto del mundo, campeones de América, con jugadores en la élite del fútbol, pero sus equipos nunca volvieron a pelear la Libertadores como antes del 2000. Hoy Perú es lo mismo. A los equipos no les va bien internacionalmente, pero la selección está en zona de Mundial por segunda vez y, como todo pinta, no debería tener problemas en ganarse un cupo. Cuando el jugador peruano se de cuenta del potencial que tiene, dalo por hecho que van a pelear cosas importantes. Hay que cambiar el chip.
-En 2014 jugaste con Christian Cueva, hoy referente de la selección peruana, ¿Es uno de los mejores jugadores con los que compartiste cancha?
-Ricardo Gareca le sacó ese jugador que tenía adentro. Pero también es un tema de madurez. Los años y los golpes le fueron enseñando, y Christian maduró en el momento que tenía que madurar. Hoy es uno de los mejores ‘10′ que hay en Sudamérica, esos tradicionales que no se ven más en el fútbol. La verdad es que para Perú es un privilegio tener un ‘10′ como Christian. Lo mismo ocurre con Paolo Guerrero. Tener un ‘9′ como él es un privilegio. A mí como central no me gustaría marcarlo nunca, menos en Eliminatorias. La imagen que tengo de Paolo es de cuando enterró de cabeza a Godín en un mano a mano. Ahí te das cuenta la potencia que tiene ese animal que cuando está bien es imparable.
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-¿Cuánto evolucionó el Cueva que conociste en Alianza con este que es goleador de Perú en las Eliminatorias?
-Muchísimo. Christian se puso bien el poncho, como decimos acá en Uruguay, de líder de la selección peruana. Es un referente y te das cuenta. ¿A qué llamamos referente acá? Al jugador que no se esconde, que pide la pelota siempre, que está en todos los partidos. Hoy Christian Cueva es un referente del fútbol peruano. Cuando las papas queman, siempre tiene la pelota bajo su pie. Se equivoca o acierta, pero no se te va a esconder nunca y eso es valorable en el fútbol.
-¿Cueva es el jugador que en Uruguay tienen más en cuenta para el partido que se viene?
-Sí, obviamente. Diego Alonso debe estar estudiando y viendo vídeos de Perú, creo que no es tonto ni cerca. Cueva es una referencia, igual que Carrillo. Perú tiene jugadores de buen pie, si les das espacio te hacen un lío tremendo.
-¿El Uruguay-Perú es una final?
-Para Uruguay, por supuesto. Sobre todo porque luego tiene que ir a Chile, que para nosotros siempre es duro. Por eso Perú es primordial, es el partido para Uruguay. Si bien, para mí, es imposible que Chile le gane a Brasil y jugaría la última fecha prácticamente eliminado, igual siempre nos complican. Por eso calculo que Uruguay se va a jugar toda la fecha con Perú, más siendo local en el Centenario. Lo que hay que resaltar es que Diego Alonso ha cambiado rápidamente la actitud del equipo, se ve un Uruguay rápido, encarador. Para mí va a ser un partido espectacular, va a ser el partido de la fecha.
-¿Estás de acuerdo con que la AUF solo haya habilitado 1800 entradas para nuestra hinchada y con un precio de 300 dólares?
La verdad es que eso de subir el precio no lo comparto. No corresponde. Pero darle pocas entradas creo que está bien porque Uruguay es local y tiene que hacer sentir la localía. Les das diez mil entradas a Perú y van a venir diez mil peruanos, eso es inevitable. Perú te mete gente por todos lados. Creo que en esa parte, Uruguay también quiere tener un estadio que sea totalmente local.
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-¿Cuánto influye que Perú llegue al partido ante Uruguay con Lapadula con una fractura de tabique y que aún no haya certezas de que Paolo Guerrero podría estar?
-Pero igual son jugadores a los que siempre hay que tenerlos en cuenta, respetados. Lapadula es un “rompehuevos” bárbaro, va a todas las pelotas y no da una por perdida. Paolo, bueno, estamos hablando de uno de los mejores ‘9′ del mundo. Puede ser que no juega hace seis meses, pero lo dejas dentro del área y te va a clavar. Si los ven dentro de la cancha, son jugadores a tener en referencia.
-Lapadula, con el tabique fracturado, va a ser como carne de cañón para los centrales uruguayos…
Pero ahí creo que ya estamos hablando de otra cosa. Nosotros tenemos la costumbre de saltar con los brazos abiertos, armados, y por ahí chocamos con el rival, pero nunca es con mala intención. Igual te digo que en el fútbol siempre estás expuesto a los golpes. Pero yo siempre digo que a los rivales no les puedes mostrar ninguna debilidad. Yo jamás jugué vendado, no me gustaba mostrarle a los rivales que estaba lesionado. En este caso, y si bien tiene una máscara para protegerse el tabique, hay que decirle a Lapadula que se ponga una cinta o lo que sea pero que se saque la máscara para que los defensas uruguayos no sepan que tiene la nariz rota. Te doy un ejemplo: yo te muestro que estoy con el tobillo hinchado, ¿qué haces tú? A la primera que te vuelva loco me vas a querer partir el tobillo al medio. Igual acá. Si muestras que tienes la nariz maltrecha, que vas a los choques con miedo, a la primera de cambio te entierro de cabeza para que te duela, ja ja ja.
-Así como nos preocupa el estado en el que lleguen Paolo y Lapadula, Uruguay tiene a sus dos delanteros, Suárez y Cavani, con un mal presente en sus clubes…
-Pero igual creo que contra Perú van a estar. Mientras estén vigentes, son importantes para la selección uruguaya. Son los mejores que tenemos y lo han demostrado. Contra Perú van a estar y más en ese partido en el Centenario.
-¿Crees que Uruguay y Perú irán al Mundial?
Sí. A mí no me cabe ninguna duda. Y te lo digo de frente. Hay que decir las cosas como son. Acá hay una realidad: el último partido que tiene Perú es ante Paraguay en Lima. ¿Hace cuánto Paraguay no le gana a Perú en Lima? Y a eso súmale que llegarán eliminados y con 180 problemas entre jugadores y cuerpo técnico.
-Es difícil no hablar en estos momentos de la tragedia que ocurrió en México el fin de semana con los barras bravas de Querétaro y Atlas, ¿te ha tocado vivir algo similar en tu carrera?
Alguna discusión cuando no se ganaba un partido, pero nunca de irme a las manos. Sé que en el 2015 le pegaron a jugadores de Alianza, pero no estaba en ese plantel, yo estaba en Chile. Sí estuve a punto de que se escape una mano y se arme una trifulca. Lo de México fue terrible, fue como que péguense hasta que no quieran más. No había ningún policía. La gente se golpeaba hasta por gusto y ver las imágenes de personas desnudando y robándole las pertenencias a otras personas que estaban inconscientes en el piso, eso te habla de que estamos muy mal como sociedad. Más aún hoy que se está viviendo una guerra en Europa y que pase esto en las canchas es increíble. Y no solo ahí. En México saltó, pero ayer estaba mirando las noticias y en el fútbol brasileño pasó lo mismo. Cruzeiro y Mineiro jugaron un clásico y hubo un muerto. Acá en Uruguay se acaba de suspender la fecha por una amenaza de muerte a un árbitro. ¿Qué estamos haciendo? Esto ya no es fútbol, esto ya son negocios y delincuencia por detrás.
-¿Crees que los clubes le dan mucha cabida a los barras bravas?
El tema de las barras y los clubes, de una forma u otra, por más que digan que no, sí están. Los barras se juntan en los estadios antes, tienen acceso a entradas. Hay clubes que dicen que no tranzan con la barra, pero los miércoles la barra hace comida en el estadio. Acá en Uruguay las barras comen asado en los estadios, hay partidos y ellos están por todos lados. Lo mismo pasa en Perú. Obvio que los líderes son gente más civilizada en el sentido del trato. Nosotros teníamos una relación muy buena con los líderes de la barra de Alianza porque nos cruzábamos todo el tiempo, a veces la masa genera ese conflicto. Pero la barra está dentro de los clubes y van a seguir estando siempre, lamentablemente.
-Otro tema del que se debería hablar es la salud mental en el fútbol, ¿viviste algún episodio relacionado?
No, la verdad que no. Yo tuve en el 2019 un entrenador como el ‘Huevo’ Toresani (Julio César Toresani). Lo echaron de Rampla y al mes se mató en Argentina. A veces uno no se da cuenta del momento que está viviendo el compañero. Llegar a ese extremo es porque estás muy mal. Querer quitarte la vida es duro. Y acá no tiene nada que ver la situación económica, eh. William Martínez, un zagueros al que enfrenté muchas veces, del que soy amigo del hermano, se mató y dicen que fue por una dificultad financiera. Pero después se da lo del ‘Morro’ García, un jugador consagrado, económicamente no le faltaba nada, y se mató. Es un tema delicado cuando la cabeza se te va y no sabes para donde va a arrancar. El fútbol es una presión constante y hay que estar preparado, y si no, hay que hablar, pedir ayuda.
-¿Te afectó emocionalmente el retiro?
Hace seis meses atrás empecé a sentir esa falta del vestuario y me bajoneé un poco, pero rápidamente uno también sabe que esto ya pasó, ya fue, y hay otras cosas por seguir. Hoy sigo vinculado al fútbol, todos los fines de semana me voy a jugar con mis amigos, me tomo mi cerveza, comemos asado y de una forma u otra he complementado ese espacio que me estaba faltando. Pero extraño ir a la cancha, levantarme todas las mañanas para ir a entrenar, compartir un vestuario con 30 jugadores, cada uno con una historia diferente, tener ese lazo de amistad y llegar el fin de semana y romperme el or** para ganar por mis compañeros, por mi club, por la hinchada. Eso es un lazo muy fuerte. Después pasa el tiempo y una mañana eso ya no va más y tienes que cambiar todo. Uno tiene que estar preparado porque si no lo estás puedes entrar en un pozo depresivo.
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