Felipe Casapía Coello

En el fútbol a veces no es más fuerte la primera impresión, si no la última, como este martes en el mítico Maracaná, donde Fluminense acabó pidiendo la hora y replegado con todas sus figuras para no caer ante un Sporting Cristal atrevido y valeroso que estuvo cerca de tocar las puertas de la gloria copera. El conjunto rimense cerró la fase de grupos de Copa Libertadores con el premio consuelo del pase a la Copa Sudamericana 2023. Pero su mayor recompensa no es la continuidad internacional y los beneficios que implica; es, en cambio, la imagen que deja: la de un equipo rebelde que juega y va al piso contra los gigantes del continente, ya sea de local y de visita.

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