Mario Fernández

A primera vista solo parecía la riña de Yotún vs. Nunes, o, mejor dicho, la riña de los jugadores con el técnico. En realidad, el cruce existe, pero no en la categoría de pelea sino de “diferencias por el método”; el brasileño es workajolic y bastante más experimental que el promedio de entrenadores con los que este grupo, joven, ha tratado. Hay roces propios de ensayos que no salen, planes que no se cumplen, apuestas que no dan. Pero esa diferencia no es ni por asomo la más grande que existe en Cristal. Ese es el preliminar de un round más grande y más estelar.

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Me refiero a la guerra abierta planteada por la hinchada a la directiva. La barra contra la directiva de Raffo. Los primeros acusan a los segundos de haber llegado a la presidencia no siendo la mejor oferta -exponen la de Federico Cúneo como la que era más rentable-, de tratar el club con el objetivo paralelo de vender jugadores para la empresa INNOVA y, lo más sensible, de que tanto el presidente como el director deportivo no son hinchas de Cristal, sino de la U.

Los segundos se defienden ante los primeros argumentando que tanto palo pasa por alto la clasificación del club a la zona de grupos de la Libertadores tras varios años, la adquisición de algunos jóvenes talentos como Alarcón, ex Boys, y la llegada de un técnico reputado como Nunes, convencido de venir por quien es la víctima preferida de la barra -nos referimos al director Guido Bravo, a quien resisten con furia-.

Dejando que claro que aquí hay una antipatía de fondo, que condiciona el humor de los hinchas con cualquier medida del oficialismo, también es verdad que Cristal tiene muchos más huecos en la plantilla que, por ejemplo, la U o Alianza. Nunca como este año los compadres se han armado para dos competiciones y no es el caso de los celestes. La ausencia de recambio serio en los laterales y de algún llegador ofensivo de más peso -tienen exceso de extremos- son faltantes muy notorios. Lo mismo que el caso del 9, un problema que años atrás no pudo solucionar Mosquera trayendo a Riquelme y Mosquera ni tampoco ahora Nunes con Brenner.

Hay poca fe en esa posición tan sensible, donde U tiene hasta tres opciones -Succar, Valera y Herrera- y Alianza por lo menos dos de gran nivel -Sabaag y Barcos-. El ego del hincha se resiente claramente en esa comparación.

La única forma de aplacar esta guerra abierta es con resultados. Pero si en algo la directiva puede convencer a la hinchada de que están en la misma sintonía es atendiendo el pedido de refuerzos para la segunda mitad del año. No tiene sentido invertir en un Nunes si no se podrán tener variantes en zonas claves como el ataque. Más en una Liga 1 que se suele definir por la potencia goleadora del extranjero elegido -repasemos sino el diferencial que supuso Barcos las últimos dos años-. Desde la directiva podrán argumentar que no hay la misma plata que antes o que no tienen la logística que otrora daba Backus, pero sin un “gesto” de fortalecimiento no habrá manera de calmar las iras. Es eso o más pelea. Es eso o el Cristal, creo, se rompe.

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