El pago de derecho de piso para los nuevos dueños de Sporting Cristal viene siendo muy alto. A la telenovela alrededor de Carlos Lobatón se ha sumado un debut copero lamentable. Michael Succar lo resumió bien en “Al ángulo”: antes los rimenses podían ganar o perder, pero nos habían acostumbrado a competir. Y ante el Barcelona de Guayaquil, lo que se vio fue renuncia. Cuando ocurre una caída estrepitosa, lo más probable es que las responsabilidades no sean individuales, sino transversales. Por lo que toca desgranar.
Primero lo táctico. Hay muchas formas de enmascarar la inferioridad futbolística. No son las soluciones más prestigiosas (el ratoneo nunca será popular), pero pueden ser efectivas cuando hay disparidad. Lo importante aquí es reconocer la posición en la que se está frente al rival para generar los recursos que produzcan balance. Gareca ha hecho de este autoconocimiento una fortaleza, a tal punto que Perú sufre más cuando es favorito que cuando va abajo en las apuestas. El problema con el equipo de Barreto es que, en Ecuador, parece haber planteado el partido desde un lugar incorrecto. Saber interpretar la realidad es una virtud esencial en un entrenador de categoría.
Lo segundo es la personalidad. Los futbolistas, ciertos futbolistas, suelen tener una reserva anímica para las noches en las que las cosas van mal. Ese fondo moral muchas veces juega a favor y se llama carácter, amor propio; otras veces juega en contra y toca hablar de exabruptos o piconería. Los profesionales logran domesticar esa vergüenza deportiva para usarla hasta el límite permitido. En el Cristal de la semana pasada apenas Calcaterra mostró algo de rabia, de rebeldía. Los demás transitaban por el campo con la seguridad del burócrata al que no le importa el resultado de su gestión, pues pase lo que pase cobrará sueldo a fin de mes. Son varios los entrenadores que, en el Rímac, se han quejado de ello alguna vez, como Autuori.
Lo tercero: ¿hay algo de novatada en el joven entrenador? Tal vez. Pero sin ánimo de excusarlo, incluso un técnico con el potencial de Sampaoli derrapó cuando quiso hacer lo mismo con los celestes: jugar de visita con un esquema atrevido en una serie de eliminación directa. En el verano del 2007, el América de México le marcó cinco goles en una verdadera fiesta para Salvador Cabañas, Pipino Cuevas y Cuahutémoc Blanco. La directiva pasó por alto el traspié, pero se vio obligada a despedir al argentino cuando dejó al equipo al filo de la zona de descenso. Luego, en su biografía, el técnico hablaría de un desánimo contagiante en el camerín, lo que suma al párrafo previo.
Lo cuarto es saber si este desastre tiene solución. Lo más probable es que no a corto plazo. El partido de vuelta asemeja una pesadilla y la idea de darle vuelta tiene las probabilidades estadísticas de un milagro. En términos motivacionales es difícil movilizar a un equipo partido ante una causa perdida. El decoro y la dignidad ante la afición local parecen mejor movilizadores. A mediano plazo, en cambio, el trabajo es bastante más arduo y pasa por abordar los fundamentos de la crisis: ¿cuál es la relación del plantel con Barreto? ¿Cuán deteriorado está el lazo con la directiva y los nuevos dueños? ¿El proyecto, como se dice, pasa por formar y vender o, en cambio, se busca competitividad internacional? Y si es lo último, ¿cómo se explica la conformación del plantel y las contrataciones de esta temporada?
Un buen escenario para Sporting Cristal sería que, a mediados de año, estas preguntan tengan respuesta. Para ello es necesario que se clarifique el proyecto de Innova Sports.