El sonido ambiental del estadio Alberto Gallardo se desborda con un aliento unánime: “¡Salud Nunes!”, repite el hincha de Sporting Cristal. El respaldo no solo era deportivo, también moral. En el centro del campo, el entrenador brasileño se acercó para dialogar con sus jugadores y al final terminó discutiendo con el capitán Yoshimar Yotún. El mal rato era evidente y en las tribunas decidieron tomar partido por el entrenador. Ese voto de confianza no fue suficiente. Tiago Nunes ya había decidido irse.
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El ex campeón de la Sudamericana con Paranaense, fue el último en irse del recinto celeste y solo prometió que mañana temprano habrá diálogo con la prensa. Apenas ingresó al incómodo camerino cervecero, Nunes puso su cargo a disposición. La dirigencia celeste aún espera una posibilidad de calmar las cosas y buscar salidas menos drásticas. Sin embargo, lo de Tiago parece irreconciliable. “No sé si lo convenzan, su palabra fue ‘renuncio’”, me confirma Enrique de la Rosa, reportero de ESPN.
¿Qué puede pasar dentro de un equipo para que el camerino se caliente tanto? Muy simple: Sporting Cristal vive su peor crisis deportiva de los últimos seis años. Desde 2017, con Chemo del Solar, no acumulaba seis partidos sin ganar. Los rimenses son octavos del Apertura con 18 puntos y, aún estando en el primer tercio de la temporada, aparecen bastante lejos de pelear por el título nacional a finales de año. Todo se agravó en un solo mes. Un abril para olvidar.
Fuiste feliz un verano
Desde sus primeras apariciones, quedaba claro que Tiago Nunes había estudiado no solo al plantel celeste, sino que tenía un diagnóstico del fútbol peruano. Entendió que para dar un salto de calidad internacional necesitaba una dosis mayor de rigor físico. La pretemporada fue a mil por hora y allí, por ejemplo, empezó a considerar nombres que estaban algo relegados como Jesús Pretell. Si con Roberto Mosquera el dogma era la “religión del toque”, con Nunes aparecía el máximo desgaste de un fútbol con presión.
Y parecía que el nuevo manual de estilo estaba siendo adoptado sin problemas. Tiago Nunes construía la legitimidad de su proyecto al superar las dos etapas previas de Copa Libertadores. Eso nadie podrá reprocharlo, fueron dos llaves notables. Con Nacional de Paraguay nunca fue inferior, ni siquiera en el 2-0 de visita y con Huracán compitió a pesar del ritmo físico que tanto imponen los clubes argentinos. Dos alegrías que duraron poco en lo deportivo y que dejaron tranquilidad dirigencial. Con la clasificación a la Copa, el Sporting sumará en su cuenta de ahorros la “módica” suma de tres millones de dólares. Una cantidad que, para el mercado local, debería ayudar a tomar mejores decisiones deportivas a los dueños del club, a los dueños de Innova. Una buena decisión, por ejemplo, es no repetir los papelones al fichar un ‘9′. Lo de Brenner Marlos es un error inexplicable, salvo que en el Rímac afirmen que se confundieron de Brenner. Hay otro jugador con el mismo nombre, Brenner Souza, que acaba de fichar por el Udinese de Italia. Quizá el indicado era él.
Después de ese verano optimista, comenzó la racha fatal. Con lesiones, desgastes y caída en rendimientos, Cristal empezó a acumular empates y derrotas en el torneo local. En la Copa Libertadores volvió la alegría fugaz: el Sporting comenzó ganándole a Fluminense y a River Plate, para después terminar los partidos sin resto físico y con dudas tácticas. La pregunta que quedará en el aire, si es que definitivamente Nunes se va, es si se equivocó el técnico con la propuesta o si el problema es el perfil de un futbolista peruano al que le cuesta sostener el ritmo internacional. El futbolista peruano, en muchos casos, se ha malacostumbrado al pase al pie, a ese ‘chocolate’ de tiki-taka de corto alcance. Aún parece lejano el concepto del pase al espacio. Nunes, en su equipaje de mano, debería llevar esa conclusión en su libreta de apuntes.
Un error indiscutible de Tiago Nunes es que nunca pudo definir una línea de ataque sólida. Con Irven Ávila lesionado, con Corozo entregado a la desmotivación, con Grimaldo en proceso de madurez, con Sosa lejos de su puesto natural y con un Brenner Marlos que debe ser uno de los tres peores errores dirigenciales de la década en Sporting Cristal. Allí sí hay responsabilidad de Nunes, Brenner no está ni para ser titular en el torneo de reservas.
Tiago Nunes, finalmente, se debe haber sentido expuesto, siempre dando la cara después de los partidos y solo con respaldo dirigencial cuando el equipo gana. En los primeros tres años de Innova, fue Roberto Mosquera quien asumía esa función de técnico, dirigente, vocero y hasta coaching. Era una pared dura, que tenía el crédito de dos títulos ganados. A Nunes, evidentemente, lo ha sobrepasado eso. Sin resultados deportivos y con una directiva frágil, sin liderazgo, con cuestionamientos por su comportamiento austero y hasta por respaldar la pobre gestión del presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Agustín Lozano.
¿Qué debería hacer Joel Raffo, el presidente celeste? Primero renunciar a su cargo en la FPF (es presidente de la Comisión de Competiciones), tiene mucho trabajo que hacer en el Rímac. Segundo, intentar estabilizar al plantel con liderazgos firmes. Jorge Cazulo debería ser el técnico interino. De golpe, vino un aluvión de malos resultados en La Florida. Con Tiago duraron muy pocos las sonrisas. No se va tan amado, Nunes.
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